Si fuera hombre, me vestiría de mujer. Si fuera mujer, me vestiría de hombre.
Compraría un caballo y, sin descansar, iría sin parar a Montana, y me quedaría en el bosque, para siempre.
Borraría la palabra vergüenza de mi diccionario.
También borraría las palabras ley, hacedor, decencia, responsabilidad, moralidad, deber.
Les diría a mis hijos que tienen derecho a avergonzarse de mí.
Les diría a mis hijos que, si quieren ser respetados, deben hacer exactamente lo mismo que yo, solo que al revés.
Iría a un circo, estrangularía al payaso, le robaría la ropa y me la pondría yo mismo.
Compraría un boleto sin regreso a Siberia.
Me ofrecería como viajero voluntario a la Luna, en el próximo viaje.
Le dispararía a una persona en la Quinta Avenida de Nueva York.
Me escondería debajo de mi cama; me negaría a salir y les diría a mis hijos que es un juego nuevo que inventé.
Dejaría de derramar lágrimas de cocodrilo por las cosas que perdoné / alenté durante 4 años.
Empezaría a buscar un nuevo trabajo. Según mis calificaciones; el de conserje es definitivamente, una posibilidad. Si se consideraran las calificaciones morales, no sería así.
Empezaría a cantar “Si yo fuera un hooombreee cobarde…” con la melodía del Violinista sobre el tejado, como fondo.
Publicado anteriormente en The Times of Israel
(Traducción Jorge Perera)