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Sheinbaum y la porra morenista

Claudia Sheinbaum es una científica y activista, miembro del partido «Movimiento de Regeneración Nacional» (Morena), de izquierda y fundado por Andrés Manuel López Obrador, aspirante a la presidencia. Actualmente Sheinbaum está registrada como precandidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México (tendrá que pasar por elecciones internas del partido). Sin embargo, ella es la más favorecida y principal aliada política de Obrador, además de que las encuestas la señalan como la favorita para ganar el puesto. La jefatura de gobierno de la Ciudad de México es el segundo cargo político más codiciado del país, después de la presidencia de la República.

Sheinbaum, Obrador y Morena se enfrentarán contra la coalición «Por México al Frente», representada por tres de los partidos más fuertes en México: Acción Nacional, Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano. Causa polémica que Regeneración Nacional, siendo un partido de izquierda, haga alianza con el partido de ultraderecha Encuentro Social, de militantes evangélicos.

Aquí presento una crónica sobre el día del registro como precandidata de Sheinbaum, como un esquema general de cómo se comporta la izquierda en nuestro país, y qué podría esperarse de la siguiente jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

A las afueras de las oficinas estatales de Morena, en México, un chico reparte volantes con el dibujo de un AK-47. Son para protestar contra la Ley de Seguridad Interior, hacia la cual se opone esta parte de la izquierda: la izquierda de Andrés Manuel López Obrador.

Cerca de las 5 de la tarde, llega un auto al portón. Los camarógrafos se lanzan en ola hacia esa dirección y Claudia Sheinbaum es recibida con flashazos mientras sonríe. Piden que despejen una mesa que está cerca de la puerta para que ella pueda firmar los documentos. Unos movimientos de muñeca después la convierten en una precandidata para aspirar al gobierno de la Ciudad de México, ocupado por el perredista Miguel Ángel Mancera.

Sheinbaum pasa al fondo, ante el escenario forrado por la palabra Morena, y en un pequeño podio se rodea de su equipo. Presenta a cada uno. Entre los más destacados, Araceli Damián González, la diputada Beatriz Adriana Olivares y César Cravioto. También está Paco Ignacio Taibo II, escritor de novelas de misterio que no pudo asistir al evento.

«Deseamos transformar la realidad. Queremos una ciudad sustentable», dice Sheinbaum mientras sonríe y dice que le arrebatará el gobierno al PRD. Al mirar alrededor se nota una ausencia, la de Ricardo Monreal, que tampoco estuvo cuando la exdelegada abandonó su cargo para lanzarse por la jefatura de la ciudad. Monreal, un político que para muchos dentro de Morena “traicionó” los principios del partido.

«Desde la Ciudad de México vamos a encabezar un proyecto, con honestidad, con innovación; queremos hacer de esta ciudad una ciudad sustentable, una ciudad igualitaria, una ciudad democrática, una ciudad honesta, que nos permita generar una nueva condición de transformación que en muchos sentidos se ha perdido». Explica cuando se detonan las cámaras. Sus colaboradores sonríen cuando ella dice que va a rescatar «la ciudad de la esperanza».

Allí sus allegados le brindan un aplauso y la toman de las manos, como si fuera una campeona de box.

César Cravioto, parte del equipo, dice en una entrevista de calle que del gobierno de Sheinbaum espera “un ejercicio honesto, como lo hizo el Tlalpan, un gobierno innovador que no va a seguir inercias”. Luego voltea a ver su celular y la gente de chalecos color vino se dispersa.

De salida, las cámaras no dejan en paz a Sheinbaum y mientras abraza a uno y otros de los militantes, le preguntan qué tan segura está de ganar la ciudad. Ella responde que hay mayoría morenista «y eso es gracias al trabajo de Andrés Manuel López Obrador, y al de los jefes delegacionales». Menciona que pronto se anunciará dónde iniciará su precampaña. Le preguntan sobre Mancera, ella evade: «No quisiera opinar sobre eso, nosotros nos vamos a dedicar a la precampaña y a ofrecer una oferta distinta para la ciudad, lo hemos dicho en varias ocasiones».

En su equipo hay 12 mujeres y 4 hombres. Le preguntan si esto no es discriminación, ella responde: «Es sencillamente demostrar que las mujeres tenemos capacidades, aunque algunos digan que no».

La gente que trae la bandera dice que Sheinbaum siempre ha apoyado al colectivo, y que Mancera simuló simpatizar con la diversidad sexual, sin ayudarla realmente: «Dijo, apoyamos la diversidad y somos de izquierda, pero fue pura simulación”.

La Secretaria General de Morena, Yeidckol Polevnsky, estuvo al lado de Sheinbaum antes de que se alzaran las manos para el aplauso. Ella dice que la precandidata tiene un buen camino por delante: “Podemos esperar mucho trabajo, mucho compromiso, con una tremenda honestidad, con transparencia y rendición de cuentas”. Sonríe a una foto y se apresura para salir en un auto en dirección a metro Zapata.

Hay un hombre alto que se queda parado en el pasillo que va al vestíbulo en lo que la gente evacúa, sólo mira su celular. Dice que es el doctor Carlos Méndez. “Mira, yo soy ex violinista de Luciano Pavarotti. Mi tema, fundamental, es la cultura. Vengo con una misión directamente de la UNESCO, de convencer a todos los políticos de Morena que no hay progreso en ningún Estado, en ninguna nación, en ninguna parte del mundo, si la cultura no se pone como la piedra angular”. Tiene los rasgos duros, pero habla con paciencia, como si de un programa de radio se tratase.

En el interior de la oficina y en lo que quedó de la conferencia de prensa, los encargados mueven las sillas de “reservado” que nadie respetó y que tienen los papeles de indicación arrugados o, de plano, pisados.

«¿Va a ganar Morena?», le preguntan a Sheinbaum: «Va a ganar Morena», responde.

Ella se mueve entre la gente antes de llegar a su auto. Detrás los militantes empiezan con la porra: «¡Claudia, Claudia, Claudia, Claudia!» Y ella acelera la retirada. Un hombre con el chaleco de Morena se lleva las manos a las mejillas para potenciar su voz y grita: «¡Aquí y ahora, Claudia gobernadora, aquí y ahora, Claudia gobernadora!» Y por encima de las cabezas alguien agita una bandera del orgullo LGBTTTI porque la porra sube de volumen.

Se cierran las puertas y ya no se ve al interior, sólo se oye un segundo el metal del portón forrado de carteles, donde se pide frenar la militarización. Da la sensación de que una carrera inicia, se desarrolla, se libera, y que Sheinbaum es una pieza que espera embonar en el juego político: todos buscan ser apuntados por el dedo de la democracia.

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