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Sembrando la duda, el caso de Robert Durst

A tono personal, tengo que indicar que soy un gran adicto a todo lo que tiene que ver con el tema de la violencia y con esto creo que me logro identificar con un gran número de personas. Desde hace un buen tiempo este rasgo humano se ha convertido en un producto de consumo masivo luego de su trascendencia de la literatura, a los diarios, al cine, y ahora a la televisión. Y si a alguien tenemos que culpar de esto, es a la cadena HBO, generadora de algunos de los productos audiovisuales más impactantes del género.

Siguiendo la línea editorial a la que nos tiene acostumbrados, la cadena estrenó este año, el que sería uno de sus productos más ambiciosos y hasta el momento más hermosos narrativamente.

El documental The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst, se enfoca en la historia de Robert Durst, norteamericano perteneciente a una de las familias más acaudaladas de New York, dueños de algunos de sus ejemplares rascacielos y propiedades urbanísticas.

El hijo mayor de un matrimonio conformado por Seymour Durst y Bernice Herstein, quien luego moriría por causas extrañas, llevaría desde pequeño el sello de ser el jinx de su familia (algo así como un objeto que propicia mala suerte), labor que se tomaría en serio por mucho tiempo.

El documental The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst, sigue todas las historias que han perseguido a Robert, aquellas que han marcado su pasado, presente y futuro, bajo un ojo escrutiñador que emula los pasos de grandes del género como Errol Morris.

El director Andrew Jareckiy y el escritor Marc Smerling, quienes ya habían acertado en el tema documental con la increíble Capturing the Friedmans (que casualmente perdió en la categoría de Mejor Documental en los premios de la academia en el año 2003 contra el experimentado Morris), vuelven a desentrañar una historia llena de misterios, que obliga al espectador a colocarse desde la perspectiva del acusado, y de los acusadores, puesto que saben vislumbrar magistralmente.

Si algo hemos sabido obtener de la escuela de Morris, es que el documentalista es ese ser que puede salir de escuelas de periodismo, esos claustros donde se enseña la objetividad que debe tener el profesional una vez que se acerque a su objetivo (rasgo difuso actualmente), y además con esa ansia constante de resolver, de dar respuestas a problemas de índole social que con cámara en mano busca conocer y de alguna forma, resolver.

Los documentalistas también son protagonistas, se sitúan dentro de la historia, e incluso, como en este caso, son parte esencial de un presunto desenlace. Saben jugar con los elementos necesarios para resolver dudas, que este caso especifico, han sabido sembrarse en por lo menos tres estados de los Estados Unidos por más de 30 años.

Durts, a los ojos de sus acusadores, puede ser un millonario que ha sabido usar sus elementos monetarios para eludir las tres oportunidades que ha sido acusado por asesinato. Por el otro lado, es un niño rico pobre, alguien que ha sufrido el estigma de nacer rico en un ambiente desolado, que lo ha obligado a convertirse en un paria, y en esta oportunidad, en estar tres veces en los lugares incorrectos en el momento incorrecto.

La desaparición de su ex esposa, Kathie Durst, es la primera vez que saldrá a la luz su nombre, cuyo apellido ya era reconocido en los más altos círculos sociales de Manhattan. Robert, principal sospechoso de la evaporación, ha sabido eludir la ley, y las máximas sospechas de amigos, familiares, la prensa y algunos miembros de los cuerpos policiales por mucho tiempo.

Su principal consejera, Susan Berman, hija de un difunto mafioso de la edad dorada de Las Vegas, también aparecería muerta 30 años después de su ex esposa, cuando el caso recién reabría y todos los ojos se enfocaban en ella, que aparentemente había concertado reuniones con los fiscales del caso para posiblemente dar detalles que había omitido previamente. De nuevo, el caso es extraño, y Robert, principal sospechoso huye de la ley.

El tercer caso, la muerte de Morris Black, quien sale a luz tras descubrir el torso de su cuerpo y sus miembros en un río, sería el único del que Robert sería procesado, alegando, en su momento, que lo realizó en un acto de defensa propia, y para el cual cumplió un corto tiempo en la cárcel gracias a la labor de un equipo de abogados que se encargó de sembrar dudas en el jurado.

Los documentalistas, diez años después de este último asesinato, han mostrado por mucho tiempo interés en la historia de Durst, tanto así que realizaron en el 2010 la cinta All Good Things, protagonizada por Ryan Gosling, Kirsten Dunst, que narra un supuesto caso muy parecido a todos los sucesos comentados.

Luego de ver la cinta, Durst se acerca a Jarecki para ofrecerles su lado de la historia, dando así sus primeros acercamiento a los medios, y capaz, el paso que lo destruiría o canonizaría.

El ojo de Jarecki y compañía, son los primeros afortunados de acercarse a Durst, y con esto, convertir todos estos sucesos en los seis capítulos que integran el documental The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst, una clase de narrativa documental contemporánea, donde la realidad mediática y las leyes, juegan un papel importante para el desarrollo.

Desde la increíble intro, que simula un poco a la desarrollada en la serie True Detective, con un fondo musical de Eels, la serie atrapa por su ingeniosa construcción, sabiendo manejar el suspenso, con el inicio, desarrollo y un final que definitivamente coloca al género documental en una herramienta para dilucidar la realidad a la que estamos rodeados.

Los realizadores convierten a la serie en un producto que vibra gracias a sus poderosa búsqueda de respuestas, determinada por entrevistas a las personas que han sobrevivido a los pasos de Durst, de la hemeroteca visual de su familia recreando los momentos que han marcado la vida del millonario, desde la muerte de su madre, y cada uno de los asesinatos en que ha estado involucrado, que sin ánimo de apuntar el dedo en su culpa, lo involucran al colocar su figura indefinible en cada uno de estos.

La historia continua, ahora más que nunca al reabrirse el caso de Susan Berman, del que Durst es acusado como principal homicida. Ya en la cinta All Good Things, Jarecki propone una teoría que podría explicar los vacíos de duda que colocan al millonario en la misma habitación que su mejor amiga.

Durst se ha convertido en algo así como la oveja negra para el sistema criminal de los Estados Unidos, siendo señalado en muchas oportunidades como el sospechoso ante muchos otros casos de desapariciones u homicidios a los que puede o no tener que ver.

No hay manera de determinar la culpabilidad de sus pasos, solo del único que fue confeso, juzgado e increíblemente liberado. Sin embargo, todo su mito ha sabido alimentar uno de los imaginarios colectivos preferidos del contexto contemporáneo, el de los asesinos en serie.

Por ahora, seguiremos recordando ese final que se plantea en The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst, donde Durst, continuando una manía que le ha traído problemas, el hablar consigo mismo, se responsabiliza por sus actos en un momento en que se aleja de los documentalistas sin darse cuenta que el micrófono estaba encendido. Esto, para muchos es la prueba fehaciente de su culpabilidad, para otros otra duda más en su vida. Sea como sea, es una acción más que resuena y vuelve en adicción al caso.

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