Explicación previa
Presentaré en varias entregas una selección de poemas (inéditos) de mis heterónimos, ahora cuando ya empiezo a sentir ajenos estos textos, pues, tras la escritura de las Cartas a Évangéline, se ha abierto un nuevo tiempo y modo de escritura, que podrán ver en mi página web, en el poema The word within the light; se trata de un salto similar al que en 2012 me llevó a crear el Proyecto Akanthos. Han sido ocho años madurando cinco estéticas (una por cada heterónimo) y una producción de ocho poemarios, de los que apenas se ha publicado Evanescencia (2015), de Kornelius Dekker, y que toca ir a dando a la estampa.
Las Cartas a Évangéline no solo suponen un silencio de seis meses sin escribir poesía y la aparición de mi sexto heterónimo (Loris Melikow), sino un salto en la propuesta estética y en los alcances teóricos que fundamentan todo el sistema de Akanthos: un ascenso abstractivo de la noche a la luz que habita en su seno, en términos novalisianos, y una muy probable ruptura del vínculo entre mi palabra y su tiempo, una semiosis postergada que es la esencia a la que aspira el sistema de Akanthos; aunque ello pueda significar la indiferencia de mis contemporáneos, sé muy bien lo que estoy haciendo y ya no temo a esa posibilidad… Estoy decidido a hacer el viaje.
Así que estoy trabajando en un proyecto de creación poética que comprende tanto el primer poemario de Melikow como su integración con otras artes en un producto estético que exceda los límites de la palabra, y para que el que espero contar con la colaboración de valiosos amigos.
En esta entrega, pues, dejo una selección de tres poemas del libro El andén de Heráclito, de Kornelius Dekker, concluido en 2016. Quienes quieran saber más acerca de mis heterónimos, puede visitar el Proyecto Akanthos.
Selección de poemas de El andén de Heráclito, de Kornelius Dekker
LA VOZ QUE TENIA PARA MARTE
A Nerea
Todos nacemos con un número limitado de
palabras y si las utilizás todas, te quedás
mudo.
Nerea Riesco
He perdido las palabras que exprimían cenizas / ellas convocaban el fuego que habita las entrañas del río que olvidó su cauce
He perdido los versos que sitiaban el humo dentro de los espejos / ellos imprecaban contra todas las nieblas / contra el viento del arrecife que clama mi nombre en la tumba de la madrugada
También perdí los sustantivos que fecundé para ti / y he perdido la voz que tenía para amarte
Solo me queda el susurro de los eucaliptos que nunca nacieron
Deja que te nombre con mi silencio
EL SUEÑO DE MILTON
Pienso en Milton / desperté /ella se desvaneció / y el día trajo de vuelta mi noche
Qué más da la ceguera / Milton / el problema es la invidencia de ciertas palabras / Borges vio el Nilo en esas cuatro letras
Tus ojos han sido tan míos / que los cerraste con mi sueño
Ahora duermes al fondo del espejo donde habito / sin poder mirar los árboles que marchan al desierto / sin poder sufrir la mueca del fuego que mastica mis poemas
Cuando despiertes / no podré verte / solo mis poemas podrán mirarte / sin miedo
EL VIAJE DE ALFEO
I
Me hundo en la caverna de hielo / el sol es apenas un círculo en un calendario desechado / la serpiente de agua socava el lecho del mar
Aquí es el silencio sin pasaporte y la sombra de la transparencia / aquí el fuego se viste con los espejos de la noche / y el tiempo juega ajedrez con la imposibilidad
Yo pude tener la majestad del río que luce su espinazo de agua / pero elegí el abismo que se oculta a la sombra del siempre
Alfeo es el nombre que me dio el olvido / vengo de las profundidades del espejo otorgado a los dioses / y soy el signo que cierra la redondez del tiempo
II
Un día el sol salió por el norte / y todos los hielos renunciaron a su muerte / ella / la que portó el arco y la flecha prestados / la que tomó para sí el nombre de Aretusa / me hizo probar la ceguera de las tumbas / y el paso desnortado de los acantilados
Una diosa le dio forma de río / y taladró el alma pétrea del mar / en Ortigia hizo para ella una casa de agua dulce / y la hizo fuente de todas las lavas y fin del légamo de todas las aguas
El amor solo es amor / cuando se escribe con el hiato de la distancia
III
Me hundo en la caverna de hielo / y escucho el salterio de la doncella abisinia / Coleridge apuesta en su sueño a tentarme con la belleza imposible / pero yo ya he elegido la más imposible de todas
El amor solo es amor / cuando se escribe con el apóstrofo de la muerte
Yo / Alfeo / me sepultaré atrás del viento del arrecife / y renaceré en pequeña fuente / en la belleza posible del sacrificio ontológico
IV
Un poeta escribe sus versos / hace el viaje de Alfeo / hunde sus luces en la música abismal / y persigue el sol de la noche
Hay en la poesía un pasaje hacia las cosas y su sombra / hacia los otros y su inaccesibilidad / un viaje hacia la altura delgada de la luz
Y es una luz tan sola / que la belleza tiene el nombre que se reservó para cada uno / un nombre que /dicho / nos hace palabra innumerable / luz y verticalidad / sol de la noche y noche luminiscente / belleza imposible / inaccesible