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Salud planetaria

La salud planetaria es un concepto que se ha definido como el nivel de salud, bienestar y equidad en el mundo. Para tal fin es necesario respetar los límites de los sistemas naturales de la tierra en los que están incluidos los sistemas humanos: políticos, económicos y sociales. El concepto ha adquirido relevancia en el contexto de la pandemia y la emergencia climática.

Los seres humanos somos los más depredadores del planeta, pero, animales, plantas y microorganismos vivimos en este planeta como parte de un todo. La sociedad contemporánea es conocida como la sociedad del conocimiento y la comunicación, y, sin embargo, la paradoja es que asistimos cada vez más a incomunicación y soledad.

En la pandemia nos dimos cuenta de que los humanos y los animales somos parte de un mismo ecosistema. No es la primera vez que un microbio salta de un animal a otro, llega a un ser humano y genera una disrupción que afecta severamente su salud. Sin embargo, la hipótesis del murciélago como detonante de la Covid-19 debe confirmarse.

Urge abordar los problemas de salud desde el enfoque de salud planetaria. Si no cuidamos el planeta y nos preocupamos solo por el autocuidado, seguiremos vulnerables a los efectos que estamos sufriendo por el cambio climático y tendremos nuevas pandemias. Los poderosos en las crisis siempre incrementan sus ganancias, no sería nada raro que tengan planeada la siguiente.

Otro de los grandes retos que tenemos que enfrentar es el envejecimiento progresivo de la población. Se ha incrementado la población de edad avanzada y esto conlleva problemas que los gobiernos tienen que enfrentar: las pensiones, las enfermedades, los trastornos mentales asociados a la soledad, a los conflictos familiares, la violencia.

En cuanto al cuidado integral del ser humano el poeta Junio Juvenal (60-130 d.C), al ver los excesos en la culinaria de los romanos, escribió “Se debe buscar una mente sana en un cuerpo sano”.

Se utiliza mucho este lema, pero muchos olvidan la dimensión espiritual de la mente, ponen énfasis en el cuerpo físico, se someten a cirugía plástica, que, en muchos casos, como pasa con los tatuajes, los vuelve adictos.

El ser humano es portador de libertad, considerada como la capacidad de modelar el mundo a su alrededor. La libertad es la capacidad de decidir si se quiere cultivar la salud física, mental y espiritual para que sea afín con la sinergia del universo. El desafío en el autocuidado es atender los sentimientos, los sueños, los deseos, las pasiones contradictorias y las utopías que guardamos en el corazón.

La pregunta es: ¿cómo domesticar las fuerzas para que sean constructivas y no destructivas? El cuidado es el camino y ofrece una dirección. Es bueno preguntarnos ¿Qué significa ser tierra? Tenemos elementos tierra en el cuerpo, en la sangre, el corazón, en la mente y en el espíritu, de esta confirmación resulta la conciencia de la unidad.

Nos hemos olvidado del cuidado de la tierra, los poderosos se han dedicado a dominarla y disponer de ella a su antojo. Se ha visto a la tierra como la madre generosa, de la que se recibe, pero sin cuidarla. No tomamos conciencia que al morir regresamos a la madre tierra. Sentir que somos tierra nos hace poner los pies en esa tierra, sentir su vigor, el frío y el calor, la fuerza a veces amenazante, a veces encantadora.

Sentir la tierra es disfrutar de la lluvia, la brisa en el rostro. Sentir la tierra es cuidar los nichos ecológicos y sentirnos parte de una compleja comunidad. La tierra genera los microorganismos que componen el 90 por ciento de toda la red de la vida, los insectos constituyen la biomasa más importante de la biodiversidad de las plantas, se producen las aguas, la capa verde con la diversidad de flores y frutos, la incontable diversidad de animales. En todos están presentes los 20 aminoácidos que entran en la composición de la vida y producen las condiciones de subsistencias, evolución y alimentación en el suelo, en el subsuelo, las aguas y en el aire.

Todos somos hijos de la generosa madre tierra. Urge atender la salud planetaria.

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