Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

S.O.S El hambre se apodera de Venezuela

Los instantes en Venezuela se viven cargando a cuestas la sombra de la escasez, palabra definida por la Real Academia Española como “pobreza o falta de lo necesario para subsistir”.

Subsistir, seguir viviendo, más no vivir. Colas infinitas, anaqueles vacíos, hospitales sin insumos, descontento, rabia, indignación, censura, silencio. Indolencia pura y dura por parte de un gobierno que no hace más que achacar su responsabilidad a quienes le adversan, tomando medidas que lejos de atenuar la crisis, la agudiza sin pausa, sin freno, sin esperanza.

No hay contemplación ni un ápice de cordura para al menos intentar enmendar la lista infinita de desaciertos cometidos. Con menos de lo mínimo están obligando a los venezolanos a enfrentar el día a día, con una inflación inaudita que no da tregua y que ha pulverizado al bolívar en un abrir y cerrar de ojos.

La sensación es de abandono, de indiferencia.  ¿Cómo es posible que estén muriendo venezolanos por falta de medicinas, entre ellos niños? ¿Cómo es posible que la gente tenga que acudir a las redes sociales para suplicar un medicamento porque ni en hospitales, ni en clínicas, ni en farmacias se consiguen? ¿Por qué si el gobierno no es capaz de proveer de insumos médicos a su gente, niega la apertura de un canal humanitario solicitado por Lilian Tintori para que ingresen al país más de cien toneladas de medicamentos, donados por la comunidad internacional?

Venezuela se hunde y el Estado no permite salvavidas. ¿Cuánto tiempo más podremos seguir luchando para salir a flote? La escasez es verdaderamente alarmante. Neveras que deberían estar llenas de comida, lucen vacías o repletas de refrescos que no tapan la verdad: ¡el pueblo tiene hambre!

Altos costos y escasez se suman para mostrar la peor cara; ciudadanos hurgan en la basura para encontrar un poco de comida. Este drama es inaceptable, imperdonable, inhumano. El Referéndum Revocatorio no está en discusión, es una acción que busca una salida pacífica para una nación que actualmente vive en condiciones equiparables a un país en guerra.

Y cuando creíamos que ya nada podía ser peor, aparecen los CLAP.

Creado en abril pasado por Nicolás Maduro el Comité Local de Abastecimiento y Producción, (CLAP), es un sistema paralelo de distribución de alimentos que pretende derrotar, según el gobierno, a la guerra económica y a los revendedores de artículos básicos (bachaqueros).

Los CLAP están vinculados a los Consejos Comunales, que funcionan en sectores populares para llevar casa por casa cada 21 días, una bolsa con productos subsidiados, entre ellos, arroz, leche, harina de maíz, pasta, aceite y azúcar.

“Todo el poder para los CLAP”, ha dicho el mandatario nacional. Esto ha desatado una polémica en el país. Por un lado denuncian discriminación política, al darles prioridad a militantes del PSUV (partido de gobierno). Por otro, reprochan que las bolsas de comida no llegan a toda la población y que además no alcanzan para cubrir las necesidades mensuales de una familia. La oposición considera que los CLAP no resolverán la escasez, sino que por el contrario, la agudizarán.

Pretender que la gente se conforme con una bolsita de comida era lo que faltaba. ¿Esto es lo que nos conducirá a ser un país potencia y lo que nos dará independencia económica?

Es absurdo que quieran hacer ver que el problema es la distribución, cuando para nadie es un secreto que todo radica en la falta de producción. El problema es que la mayoría de los venezolanos no quiere una bolsita de cuatro o cinco productos una vez al mes, si es que le llega. El problema es que la gente se cansó de la cola, de la miseria, de la ineficiencia, de la corrupción y suplica por vivir en un país normal.

No hay que olvidar que Venezuela recibió en 2015 un premio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, (FAO), por sus supuestos logros en la lucha contra el hambre, algo realmente asombroso e irónico, cuando ya para ese momento no se conseguían alimentos en el país.

La situación ha ido “in crescendo”,  como era de esperarse. Actualmente más de la mitad de los hogares venezolanos comen menos de tres veces al día y uno de cada cuatro niños falta a la escuela para buscar comida.

¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo recuperar Venezuela? ¿Con quién contamos para lograrlo?

Muchas preguntas que se quedan sin respuesta. La única certeza del presente se llama incertidumbre.

Hey you,
¿nos brindas un café?