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A río revuelto, ¿ganancia de pescadores?

 

Cómo no morder dos veces el mismo anzuelo: el resultado de las presidenciales en los Estados Unidos 

Entramos a lo desconocido, nadie sabe a ciencia cierta qué pasará en los próximos cuatro años.

¿Nadie sabe?

Falso.

No queremos saber, o estamos ocultando nuestros deseos, ideologías o ambiciones tras la ignorancia; es mejor declararse sorprendido que culpable. El sorprendido puede decir, no lo sabía, y claro, cuando no se sabe, no “se tiene” responsabilidad alguna.

¿No sabíamos que Trump podía ganar las elecciones, o no queríamos que ganara?, por lo que dice, por lo que representa, por sus reacciones viscerales de bestia herida cuando se siente atacado. O quizás, quizás por lo que nos sacaba de nuestra zona de confort, por ese deseo de que nuestro auto, aunque se esté muriendo, siga andando y que, como los autos automáticos, nos lleve a destino dándonos la sensación de que estamos en control.

Trump aparte, ¿qué pasó? ¿Cómo, sin quererlo, un líder populista entrega un abanico de oportunidades?

Uno, ¿por qué llegó? 

Por lo que el piloto automático dejó de funcionar, los dos campos, demócrata y republicano se dedicaron a gobernar para una elite, ambos representan al gran capital y a sus intereses respondieron, ambos se alejaron de la realidad e ignoraron, primero el reclamo de los gobernados y luego el rechazo de éstos a las instituciones y a los partidos políticos.

Y con toda la razón. Puede que sean presas fáciles del populismo, y no es la primera vez en la historia que esto sucede, pero tienen razón en estar hastiados de más de lo mismo y de primero desear y luego exigir un cambio radical.

La prensa -y perdón, sé que existen dos prensas, una, la mayoritaria, la de las redes sociales, aquella que leen los jóvenes, que los convoca, pero en la cual, en muchos casos, no hay una responsabilidad editorial y puede ser utilizada por algunos para manipular, o desinformar, prensa que surge frente a la otra, la seria, la con respaldo editorial, que se responsabiliza de la noticia, prensa joven que surge como una necesidad de expresión frente a la otra de la que hoy se desconfía- la prensa seria, entonces, tanto los periódicos como la televisión y la radio, que antes se consideraba de opinión puesto que ponía en el tapete de la discusión la noticia y los elementos para juzgarla, perdió su neutralidad y tomó partido en el proceso electoral. Favoreció a una candidata en desmedro del otro, se burló, atacó, destacó los defectos, y ello es entendible cuando no se pueden encontrar virtudes, la televisión, y en eso Trump tenía razón, no mostraba lo masivo de sus manifestaciones, de haberlo hecho quizás hubieran sonado las alarmas y nos hubiera hecho pensar, ojo, algo está sucediendo. Con el pasar del tiempo dejé de considerar esta prensa una fuente que informara y llamara a la reflexión lo que me llevó a desecharla como fuente de información. Quizás sería motivo de discusión el analizar cuál es el papel de la prensa, a qué intereses sirve, la diversidad de sus fuentes de información, y finalmente si existe una barrera ética entre lo personal y la función del periodista, entre el informo para que el lector forme su propia opinión, o lo llevo a pensar como yo, el detentor de la razón y de los medios. Y quizás, al día siguiente de las elecciones, en vez de preguntarse ¿en qué fallamos?, preguntarse ¿qué papel jugamos para permitir la pesadilla?

El discurso de los candidatos intentó canalizar, aprovechar el descontento, no atacar las causas; intentó -demagógicamente- denunciar, cual blancas palomas, el poder del dinero y la corrupción y su manifestación en la política, la pobreza del pobre, la terrible situación de los sin papeles cual si el problema fuera nuevo y recién se descubriera. Ambos intentaron recuperar a su favor una situación insostenible, ambos intentaron recuperar, uno con mayor fortuna que la otra, el discurso de Sanders que creó un movimiento entre los jóvenes, sobre la necesidad de cambiar un sistema fallido e injusto. No llegaron a hablar de revolución, puesto que revolución asusta, pero uno sonó más auténtico, quizás por lo que venía de afuera y no era parte del sistema. La candidata demócrata, quizás por lo que venía, y representaba el sistema, no era creíble, y además, en un discurso que pretendía ser inclusivo, sin darse cuenta, sembró la división. Nos dividieron al encajonarnos: el voto de la minoría afroamericana, nos pertenece, y si a ello le sumamos el voto latino, que también nos pertenece, y el de los jóvenes que siguen a Bernie, el triunfo está asegurado. Tenemos que asegurarnos de que voten. ¿Y el resto, qué pasa con el resto? ¿No se trata de gobernar por sobre las barreras raciales, o religiosas, o de orientación sexual; de gobernar para todos, donde no es una minoría la que decide, es una mayoría, una mayoría que somos todos, la suma de voluntades que nos encontramos representados en un programa de gobierno?  Ese discurso alentó el divisionismo de sectores que seguían a Trump, de aquellos que piensan que “el otro” les roba el país, y al mismo muestra la desconexión que existe entre una elite y el resto de la población.

Y así, un día martes, entramos en terreno desconocido, ¿desconocido, o ignorado?

El resultado de las elecciones tiene algo positivo. Lo sé, ¿cómo se puede ver algo positivo cuando hay tanto en juego, cuando estos cuatro años van a afectar tantas vidas, a los más desvalidos, a los soñadores, a los abandonados, no por la suerte, no por la fortuna, a los abandonados por el sistema?

¿Lo positivo? Las primeras manifestaciones donde los jóvenes y no tan jóvenes pasaron, pasamos, de la depresión o desilusión a la acción. Las manifestaciones las veo no como una campanada de alerta sino como un despertar, un llamado a estar juntos en la lucha por la justicia contra la injusticia, por los derechos contra quienes los usurpan, un llamado a reflexionar por nosotros mismos, un llamado a no hacer caso de cantos de sirena que una vez más intentan recuperar lo más hermoso que tiene este país: su juventud, sus esperanzas, sus principios y su rebeldía, aquellos que, olvidando con presteza el pasado, intentan recuperar el discurso y llaman nuevamente a engrosar las filas de su partido pensando en las próximas elecciones y en el puesto que ocuparán, intentando recuperar el movimiento de los jóvenes para mantener vivo el sistema, echando la culpa al otro cuando el otro son ellos mismos. Ballenas que afilan sus barbas para devorar a las sardinas que rompiendo las barreras salieron a navegar por las aguas del futuro y frente a las cuales la única posibilidad de defenderse, es la unión, una gota con ser poco con otra se hace aguacero, el organizarse para durar en el tiempo, el unir fuerzas, el crear las bases de un movimiento amplio que barra con lo viejo, lo inservible, que una sobre la diferencia. El construir una nueva sociedad más justa, más humana, más fraternal, donde la diferencia sea una virtud, el respeto del otro la regla, donde los políticos del pasado puedan sumarse en la honestidad sin intentar recuperar para nuevamente dirigir e imponer el pasado, donde el emprender un nuevo camino, el crear una tercera alternativa, aquella que rompa con lo malo del pasado y en la que se pueda volver a creer sea una realidad y no se diluya en el tiempo.

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