Con tanta información en las redes sociales cualquiera se siente un experto. Abundan las recomendaciones: el dióxido de cloro, cannabis, vitaminas, Homeopatía que circula en un video, y hasta nombres de medicamentos con efectos secundarios para los enfermos. De manera profesional me dedico a promover la cultura de la prevención y también a atender enfermos, estoy al tanto de las noticias falsas.
El miedo a morir está presente. Ante cualquier síntoma, la alarma se pone en alerta. Son miles los que pasan sus últimos días entubados y pocos se recuperan. Los familiares en lugar de un cuerpo reciben las cenizas. Es tan doloroso no despedirse, no vivir el duelo como de costumbre, que se quedan confundidos. Con las restricciones no pueden tener un ritual de despedida, lo cual dificulta vivir el proceso de la pérdida.
A pesar de que ya se relajaron las medidas mucha gente sigue encerrada con miedo y los gobiernos ponen reglas a su conveniencia. Los norteamericanos le llaman “Crisis pandémica de productividad” CPP. Los síntomas son varios: falta de voluntad, apatía, inseguridad y pérdida de confianza en sí mismos. La CPP tiene que ver con el aburrimiento, la falta de socialización, de libertad y libre tránsito. Los que trabajan en línea y los estudiantes, parecen zombis, se les nota la anhedonia, esa falta de placer por vivir agravada por no poder disfrutar de lo que antes disfrutaban. Es preocupante ver como los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad se han incrementado de manera considerable.
La compañía MetLife realizó una encuesta entre sus empleados, más de dos mil entrevistas. Casi la mitad dijo que se sienten agotados, deprimidos, estresados y menos productivos. En otra encuesta, “El pulso de los hogares” descubrieron los tipos de pérdida que está enfrentando la mayoría: de salud, muerte de familiares, de ingresos, pérdida de un negocio. Viven con incertidumbre y sienten que han perdido la confianza en sí mismos. Los maestros se quejan de las presiones de sus superiores por cumplir los programas y no saben ni cómo lidiar con la apatía de sus alumnos. De manera personal, no creo que este año sea el más difícil, he tenido otros peores como el que vivimos en la crisis del 94 que verdaderamente nos tomó de sorpresa. Pasamos de vivir con un crecimiento económico estable, a sufrir de pronto la devaluación del peso, efecto dominó que afectó a todos los sectores.
Mi actitud mental es de optimismo, no permito que las noticias alarmantes cambien mi estado de ánimo. A pesar de que mi hijo estuvo enfermo y atiendo pacientes con síntomas y trastornos psicoemocionales, no estoy aterrada como al principio de la crisis, si bien vivamos meses de incertidumbre. Para salir de la pandemia, tenemos que recuperar la confianza, la actitud mental es una fuerza vital que nos proporciona energía y equilibrio. Todo fluye, la bioquímica de nuestro cuerpo, todos los órganos funcionan y el sistema de defensas nos protege de los enemigos invisibles. Si sientes que has perdido la capacidad de maniobra y el miedo no te permite volver a tus actividades, haz una pausa, sal a caminar, activa tu cuerpo y concéntrate en la respiración profunda con el diafragma. Conéctate con la naturaleza, despierta tus sentidos. Relaja tus pies, ejercita las terminaciones nerviosas, camina sin zapatos, en el pasto, sobre la tierra, sobre las cenizas del carbón, o masajéalos con algún rodillo. Los pies son los más alejados de las zonas de ansiedad como pecho, estómago y garganta.
Pon orden en tus cosas, regala lo que no necesites; al poner orden externo, el cerebro se relaja. Dibuja, pinta, realiza una actividad diferente a la de estar frente a la pantalla. La ansiedad proviene de la frustración de no poder cambiar el presente y por la incertidumbre del futuro. Si te resistes persiste. Como dijo atinadamente Martin Luther King Jr. “El amor en última instancia es la única respuesta a los problemas de la humanidad. El odio es una carga demasiado pesada para soportar. He decidido amar. Si buscas el bien supremo, puedes encontrarlo a través del amor”.