Puede que
sea un ejemplar de origen increíble
y diga alguna verdad,
–siniestra siempre–.
El aire empezará a escapar,
goteará fuego sobre la piel.
Nos partiremos en dos
con un aullido.
Lo que sabemos
quedará para siempre
comprimido
entre los
pedazos
acongojados
de lo que quede.
Y habrá que agradecerlo.