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Raquel Abend van Dalen: vivir para escribir

NUEVA YORK: A pesar de su carácter tímido e introvertido, Raquel Abend van Dalen, transmite calidez y entusiasmo cuando habla de lo que más ama: los libros, el arte y la cultura.

Nacida en Venezuela lleva la emigración en la sangre por la historia de una familia que se ha desplazado de Polonia en busca de paz y una mejor vida. Y con ese legado en su DNA y la innata curiosidad de todo escritor, se ha mudado a Nueva York  para cursar la Maestría en escritura creativa en español de NYU. Es autora de los libros: Sobre las fábricas (Nueva York, Sudaquia Editores); Andor (Caracas, Bid&Co. Editor) y Lengua Mundana (Bogotá, Común Presencia Editores).

Hace pocas semanas en la Galería Henrique Farías de Nueva York su papá Harry Abend ha inaugurado una exposición de esculturas y ella ha presentado un libro que ha escrito inspirándose en el trabajo del padre.

–       ¿En qué momento pensaste hacer un libro a partir de las obras de tu padre? ¿Y por qué?

–       Mi padre y su obra han sido un tema recurrente en mi escritura. Se me hace inevitable sentir interés por la figura del padre como creador. No sólo como hija sino también como creyente católica. La escultura, en el caso de mi papá, como labor rigurosa de creación y forma de supervivencia. En la medida en que produce obras, se mantiene con vida. Es algo que he visto desde mi nacimiento y no deja de impresionarme. Por eso me pareció inevitable que llegara el momento en que yo también creara algo, en mi caso con el lenguaje, que estuviera en diálogo con su obra. Esta vez no conversábamos nosotros, sino mis poemas con sus esculturas.

Se vive en deuda con el padre y perseguir esa deuda, tratar de pagarla a través de la escritura, me da paz -.

–       ¿Cuán difícil puede ser para una hija develar las profundidades de un padre o una madre vislumbrándolas a través de sus obras artísticas?

–       En mi caso me parece bastante sano el develar las profundidades de alguien a través de su obra, especialmente desde mi lugar como hija. Pues se trata de dos intimidades e identidades ya trabajadas y convertidas en algo más, en materia, forma, abstracción. Es decir, no hay persona que no sea absolutamente compleja, entonces me alegra que me haya tocado crecer en dos casas cuya forma de entender el mundo y de entendernos a nosotros mismos sea a través del arte -.

–       ¿Hasta qué punto sientes que te han influenciado tus padres en lo que han sido tus decisiones de vida?

–       Me parece que todavía no puedo saber hasta qué punto, pues siento que aún tienen gran influencia. No porque se lo propongan, ni mucho menos, sino porque son parte de mi estructura como persona y escritora. Sus casas nunca fueron casas familiares, fueron talleres familiares. Y ahora mi casa también es un taller. Tanto mi pareja como yo nos dedicamos a la labor de la escritura disciplinadamente y no sabemos vivir de otra forma. Ni creo que podríamos. Por otro lado, uno crece con una sensibilidad y un interés por ciertas cosas que actualmente siguen siendo marginales. Entonces me mantengo en una línea de decisiones que forman un estilo de vida muy particular. Normal para mí, pero no dentro de los cánones sociales comunes.

Raquel va a dictar dos cursos para la Universidad Desconocida. El primero está dirigido a los más pequeños. Convencida que los niños tienen un gran potencial creativo, la finalidad de Raquel es la de ayudarlos a expresarse a través de la escritura. El otro está dirigido a los adultos y su objetivo es el de analizar la literatura infantil e ir desentrañando los mensajes que encierra.

–       ¿Qué te atrae de la literatura infantil?

–       Supongo que el doblez. Nada es lo que parece. Detrás de cada personaje se oculta algo más. Depende de uno ver qué son realmente esas historias. En la literatura infantil se plantean grandes temas de la humanidad. Diría, incluso, que la real naturaleza del ser humano. Se suele hablar de lo “infantil” como lo inocuo e inocente, cuando en realidad pienso que es una de las etapas más crueles e indescifrables de la vida de cualquier persona. Hay algo siniestro en los cuentos infantiles. Tomemos, por ejemplo, a la caperucita roja: cuando la niña no le hace caso a la madre y se desvía por el bosque, termina por encontrarse con un lobo. ¿Qué mensaje entiende un niño? Que “siempre” hay que hacerle caso a la madre para que no te ocurra nada malo. También puede entenderse como una alegoría de la iniciación sexual. Después vienen años de terapia para entender que las madres también se equivocan – concluye mientras una sonrisa ilumina sus ojos.

–       ¿Cuáles son tus proyectos futuros como escritora?

–       Por ahora estoy dándole los toques finales a una novela que terminé de escribir este año, llamada «Cuarto azul». Y estoy en pleno proceso de escritura de mi tercer poemario llamado «Hotel de santos».

–       Raquel, trabajas tanto la poesía como la narrativa. Imagino que cada uno de estos estilos están ligados a momentos muy particulares de tu vida, ¿puedes decirnos cuándo has sentido que podías expresarte mejor con los versos y cuando te sentiste más cómoda con la narrativa y por qué?

–       Suelo llevar proyectos de poesía y de narrativa paralelamente. Por ejemplo, acabo de terminar el primer borrador de una novela llamada Cuarto azul, cuyo personaje principal es una monja. Al mismo tiempo, estoy en pleno proceso de escritura de mi tercer poemario, llamado Hotel de santos, que trabaja el tema de Dios, la iglesia, la fe, etc. La trama de la novela es ficción; en cambio, los poemas de Hotel de santos tienen que ver con mi infancia y mi propia existencia. Es como trabajar las dos caras de una misma moneda, siempre buscando todos los ángulos posibles para profundizar algún tema que me apasione. Me equilibra poder trabajar dos registros al mismo tiempo.

–       ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Cuáles situaciones, personajes, hechos de la vida real inspiran tu escritura?

–       Como dije anteriormente, suelo superponer los proyectos. No me gustaría quedarme sin nada que escribir, así fuera por poco tiempo. En el caso de la poesía, siempre se trata de acontecimientos fuertes, procesos duros por los que he tenido que pasar: me sirvo de ella para entender, para mantenerme con propósitos fijos. Y, en el caso de la narrativa, no tengo muy claro cómo es que ocurre. Tanto con Andor como con Cuarto azul, se ha tratado de procesos completamente distintos. Lo que sí puedo decir es que son libros que me emocionan, que disfruto mucho escribiendo. Especialmente la construcción de los personajes. Darle una pizca de mi psique a otros seres no es poca cosa.

–       Hay escritores que siguen verdaderos rituales antes de ponerse a escribir, ¿tú qué haces, tienes una disciplina de horario?

–       Mi disciplina ha ido cambiando con las mudanzas y con lo que hago el resto del tiempo. He pasado por períodos de encierro. A veces los amigos se lo toman mal, pero bueno, no he encontrado otra forma. Quisiera decir que tengo rituales raros, pero la verdad es que me conformo con poco: mi laptop y supongo que café. Siempre escribo en pijama, la ropa de calle me incomoda terriblemente. Cuando trabajo narrativa me gusta escuchar soundtracks de películas, especialmente si quiero describir un escenario en particular. Entonces escucho la misma canción una y otra vez por varios días. Por ejemplo, tratando de describir un pueblo de un país de Europa del Este al que nunca he ido, me dediqué a escuchar el soundtrack de La doble vida de Verónica de Kieślowski, compuesto por Zbigniew Preisner.

–       ¿Cuáles son tus autores preferidos y cuáles los libros que han marcado tu vida?

–       Más que libros, la obra de ciertos autores: Zbigniew Herbert, Szymborska, Herta Müller, Hanni Ossott, Clarice Lispector, Nicanor Parra, Fabio Morábito, Marosa Di Giorgio, Raúl Zurita, Marguerite Duras, Mark Strand, Philip Larkin, entre otros.

–       Acabas de publicar tu tercer libro, un poemario llamado Sobre las fábricas. Cuéntanos un poco al respecto.

–       Sobre las fábricas trata el tema del desarraigo. La descomposición de la identidad al tener que continuar la vida en un país desconocido, con una lengua que no es la propia. De pronto, todo lo que sabías y eras se ve atravesado por la incertidumbre y el vértigo. De ser alguien con nombre y apellido, pasas a ser una persona anónima, teniendo que reconstruirte sacando raíces de la nada. Por lo tanto, en pleno proceso de supervivencia, se reactivan temas como la infancia, la muerte, la familia, la madre, el deseo. Sucede cuando uno trata de recordar quién es y de dónde viene. El extranjero como persona que se fabrica a sí misma para no olvidar. 

VICEVERSA, PALABRAS DE IDA Y VUELTA 

En el mejor de los mundos habría: un hombre llamado Leibniz.

Si pudieras abolir algo abolirías: el bullying, en todas sus formas.

La escritura es: si lo supiera, no escribiría.

Lo que más te asusta: el fanatismo.

Si pudieras visitar solamente un país en tu vida sería: La Polonia de 1930.

Si tuvieras que explicarle la muerte a un niño le dirías: todos los cuentos tienen final, nuestras vidas también.

Qué hay más importante que el amor: una buena Reina Pepiada.

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