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Asdrúbal Aguiar

Ramón J. Velásquez. El camino: la descentralización; el obstáculo, la crisis financiera (Tercera parte)

El presidente Velásquez cuenta con la fina intuición del historiador de fuste para saber de los males que aquejan a la República de partidos, en su tránsito hacia otra etapa que reclama la perfectibilidad de la democracia; pero, además, llega a Miraflores contando con el apoyo del valioso acervo que reúne la Comisión para la Reforma del Estado (Copre), que preside antes de su mandato y desde su instalación. Es un convencido en cuanto a que la reforma política más importante que se produce en Venezuela durante todo el siglo XX es la elección directa de gobernadores y alcaldes.

De modo que sabe, tanto como lo sabe el Presidente depuesto, a quien le faltan poder y tiempo para hacer cuajar su idéntica aspiración, cual es el camino exacto a seguir: el de la descentralización política y administrativa. De modo que al apenas inaugurarse en su breve gobierno de ocho meses, nombra al jurista y reconocido catedrático de Derecho Público, quien en el pasado ha dirigido la Comisión de Administración Publica, Allan Brewer Carias, como su ministro de Estado para la Descentralización, y lo hace residir en Miraflores.

Lo cierto es que la gestión política descentralizadora, junto al manejo de la circunstancia electoral y el cuidado de la serenidad en los cuarteles, ocupa el tiempo preferente del presidente Velásquez hasta la hora de su retiro, con resultados más que precisos.

Antes de trasladar los símbolos del poder a su sucesor, Rafael Caldera, haciendo uso dela habilitación que le da el Congreso para legislar mediante decretos, pone en marchael Fondo Intergubernamental para la Descentralización, nutriéndolo –para su usoen los servicios y competencias transferidos a los estados y municipios por el podernacional– con los ingresos que genera el célebre impuesto general a las ventas (IVA) que no logra hacer aprobar durante su permanencia en Miraflores el presidente Pérez.E institucionaliza el Consejo Nacional de Alcaldes, como nueva instancia, distinta de la clásica Convención Nacional de Gobernadores que inaugurará el presidente Betancourt en 1960, y pone en funcionamiento el Consejo Territorial de Gobierno –suerte de sustituto de la última Convención– como también el Consejo de Gobierno del Área Metropolitana de Caracas, en cuyo seno se reúnen por vez primera los alcaldes de los distintos municipios de la Gran Capital con el gobernador de Caracas.

No obstante sus esfuerzos el gobierno constitucional ha de atender la emergencia económica y financiera que súbitamente lo arropa en su tránsito breve, dada la caída de los ingresos petroleros –el precio del barril de petróleo ha bajado hasta US $ 16,97– y el déficit presupuestario se arrastra desde 1992. De modo que, al cierre del año corriente, dicho déficit, si bien cae en relación con el precedente, llega a sumar 180 mil millones de bolívares. La cotización del dólar pasa, durante los ocho meses del mandato de Ramón J., desde Bs 90 por dólar hasta Bs 106.

La actividad petrolera, no obstante, sigue su curso y busca mejores horizontes en medio de un mercado internacional adverso, pronunciándose Velásquez por la conveniencia de nuestra asociación estratégica con las empresas extranjeras del ramo.

Así, comenzando el mes de julio del año 1993 es aprobado el Proyecto Cristóbal Colón para la explotación en el golfo de Paria y en una sociedad entre Pdvsa a través de Lagoven y la Shell, la Exxon y la Mitsubishi, que controlan 67% de la inversión. Y con vistas a fortalecer al sistema financiero, quizás por apreciar su crisis inminente y terminal con su agudo olfato de historiador prevenido y hombre de Estado que ya es, el Congreso le sanciona la reforma de la Ley de Bancos para abrirle paso a las inversiones extranjeras en el sector, que toman importancia al profundizarse la crisis señalada durante todo el lustro siguiente.

El 13 de enero, luego de realizadas las elecciones, se abre una Caja de Pandora. El Banco Latino sale de la Cámara de Compensación por decisión del Banco Central de Venezuela, dada su iliquidez e incapacidad para afrontar sus compromisos. Se trata, nada más y nada menos, que del banco con mayor prestigio y prestancia dentro del mercado, que acusa un déficit de 3.700 millones de bolívares. Pero sus directivos responden señalando que la demora que acusa dicha institución financiera para cubrir su compensación ante el BCV del día 12 anterior obedece “a circunstancias que le son ajenas a este banco”.

El domingo 16 se decide la intervención del Latino, iniciándose para Venezuela el derrumbe de su sistema bancario en términos que no tienen paralelo ni en la Historia del país ni en América Latina. “La hora de las equivocaciones había terminado” y la equivocación mayor ha sido ya no de los políticos sino de algunos banqueros, quienes, contando con la omisión del Estado, disponen de los ahorros del público para financiar sus propias empresas paralelas o fantasmas.

“Nuestra Historia contemporánea –dice el presidente Velásquez al despedirse del poder– ha girado alrededor del Estado. Durante setenta años de este siglo, y hasta no hace mucho, el centro de las disputas era la cercanía con el Estado debido a su gran papel distribuidor de la renta… Ese Estado, fundamento de los hábitos de Venezuela en este siglo, ya no existe”, concluye tajante antes de pasarle la cerradura a casi un siglo de nuestra Historia contemporánea, que discurre entre la República Militar y la República de los partidos para no volver, nunca más, ni hacia adelante ni hacia atrás las paginas ya leídas o gastadas dentro de un azaroso devenir.

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