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Cesar Chelala

¿Quo vadis Argentina?

Setenta años después del final de la Segunda Guerra Mundial, todavía nos preguntamos cómo Alemania, el mismo país que generó genios como Hesse, Goethe, Durero, Novalis, Bach y Wagner, pudo haber seguido ciegamente a un dictador populista, a un cabo sin educación llamado Adolfo Hitler, y hacerlo con un fanatismo y una subordinación que asombra todavía hoy. Más asombroso es el hecho de que Hitler había ya anunciado en 1924 sus intenciones en su libro «Mi Lucha,» donde declaraba la guerra a lo que llamaba el «judeo-bolchevismo,» la lucha por el «espacio vital » en el Este y la persecución de quienes llamaba «infrahumanos.» El que lo lea verá que todo estaba ahí. Sorprendente es que no le hayan creído.

Curiosamente, el mismo patrón de ceguera fanática está ahora presente en Argentina, donde se eligió nuevamente al populismo. A principios del siglo XX, Argentina ocupaba el quinto lugar entre los países más desarrollados del mundo. Sigue contando con tierras fértiles, algunas de las mejores carnes y vinos del mundo y una importante producción de soja y trigo. Además de los recursos naturales, Argentina tiene una población altamente educada, incluidos varios ganadores del Premio Nobel. Esto nos hace preguntarnos: ¿qué pasó con el país? ¿Por qué Argentina está hoy en un estado tan lamentable, económica, política y socialmente?

Argentina fue una democracia estable hasta 1930, cuando, por primera vez, un golpe de estado militar arrebató el gobierno al presidente elegido por el voto. A partir de allí los golpes militares se sucedieron, pretendiendo transformarse las fuerzas armadas en unos custodios de lo que entendían como la «cultura occidental y cristiana,» culminando con el régimen genocida de 1976 a 1983, donde desaparecieron miles de argentinos. Se estableció el sálvese quien pueda, la ley de la jungla.

En gran medida, Argentina es un fracaso tanto por los militares como por el peronismo. Como ocurrió con Alemania hace setenta años, algunos argentinos todavía creen en el milagro del Líder, el Führer, y están convencidos de que los salvadores del país serán los peronistas. A pesar de que la corrupción en los gobiernos peronistas es un patrón predecible, a pesar de los increíbles escándalos perpetrados durante el gobierno de la ex presidenta Cristina Kirchner, las masas peronistas que son mayoría, eligiendo el pensamiento mágico sobre la lógica, continúan creyendo en los líderes peronistas. ¿Por qué los argentinos votan constantemente por líderes que prometen todo, solo para no entregar nada? ¿Por qué votan por quienes continúan destruyendo la economía y la reputación del país? ¿Qué está llevando al país al abismo?

Muchos argentinos olvidan que, aunque Perón promovió algunas reformas sociales muy necesarias en beneficio del proletariado, luego se derrumbó en un gobierno populista corrupto que creó un grupo social mayoritario que depende de las dádivas gubernamentales y carece del ímpetu hacia el empleo y el pensamiento crítico. El daño resultante al tejido social del país ha sido inmenso.

La principal diferencia entre la Alemania posterior a 1933 y la Argentina en el siglo XXI, es que Alemania ha aprendido de su trauma sociopolítico. En Argentina repetimos los mismos errores ad infinitum, hasta el punto de que nos preguntamos si hay alguna salida de este laberinto borgiano. Luego de una breve ruptura con el peronismo con la elección del ex presidente Mauricio Macri, la burbuja del optimismo estalló cuando la administración de Macri demostró ser tan inepta como sus predecesores peronistas. A pesar de esto, la presidencia de Macri estableció una apariencia de normalidad en el país, incluido un respeto renovado por las instituciones que estuvo ausente durante la presidencia de Cristina Kirchner. Ella, ahora como vicepresidenta, utiliza su influencia sobre el presidente Alberto Fernández para perseguir a sus adversarios y depurar el poder judicial de todos los jueces que tienen la autoridad para investigar sus fechorías. Ella sigue el camino marcado por Juan Perón cuando declaró: “Pongo el espíritu de justicia por encima del Poder Judicial” o cuando dijo «al enemigo, ni justicia.»

Lo trágico no es que Argentina haya vuelto a tener un presidente peronista. Lo trágico es que eligió a alguien que se desdice de todo lo que dijo antes, cuando era crítico acérrimo del gobierno de Cristina Kirchner. Tenemos un gobierno encabezado por una contradicción en vida, y además profundamente incompetente. Quedarán en la boca del presidente Fernández, cuando predijo que la pandemia bajo Macri hubiera costado 10.000 muertos. Ahora llevamos 13.000 y estamos 9nos. en el país con mayores contagios.

Sin duda, Macri debe asumir la vergüenza de su culpa. Fue tan incompetente, arrogante y ciego a las necesidades de la gente que nunca se dio cuenta de que tenía el mapa para salir del laberinto, y no lo aprovechó. Nunca asumirá su error. Él tuvo la chance de sacar el país adelante y la desperdició, y con su incompetencia logró meternos en el mayor de los abismos. Pobre Argentina, tan rica en tierras fértiles y en políticos incompetentes…

Algunos argentinos dicen que el peor error fue haber vencido en las invasiones británicas al país (1806-1807). Si los ingleses hubieran ganado, quizás hoy Argentina sería un país próspero como Australia o Nueva Zelanda. En cambio, los argentinos hoy enfrentan el abismo. Solo Dios sabe si seremos capaces de superarlo y reanudar nuestro destino de ser parte del grupo de naciones prósperas del mundo.

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