Este gobierno nos brinda demasiada felicidad. “Somos alegría… somos mayoría” es uno de sus eslogan y estoy convencido. Venezuela está en la lista de los países más felices del mundo y todo es gracias a ellos. No hay que indagar mucho para darse cuenta.
Gracias a este gobierno, socializo más. Cuando estoy en una cola me doy cuenta de la bella oportunidad que tengo para hablar con la gente y hacer amigos. El ritmo acelerado del capitalismo nunca te da esos chances.
Gracias a este gobierno he enseñado a mi organismo a autosanarse. Cuando no encuentro un medicamento me siento dichoso. Es una oportunidad que me brinda el universo para hablarles a mis glóbulos blancos. Les mando energía, les sirvo limonada, los invito a ver películas y juego “gigante-enano” con ellos. Ahora son mis amigos y me curan cuando estoy enfermo.
Gracias a este gobierno, tendremos una mejor selección de fútbol. Cada vez que vinculan a más funcionarios del Estado con el narcotráfico, me lleno de alegría. Cuántas empresas de blanqueamiento de dinero no terminarán generando empleo en la sociedad… cuántos clubes de fútbol no surgirán… cuántos nuevos jugadores no llegarán a la Vinotinto. ¡Tiembla, FIFA, tiembla!
Gracias a este gobierno he mejorado mi condición física. Cada vez que el carro pasa semanas en el taller, es una oportunidad inigualable para hacer ejercicios cardiovasculares. La escasez de azúcar, leche completa y harina, ha sido la clave para quitarme esos kilitos de más. Pero esto no es nada comparado a la alegría que siento cuando se accidenta el bus en pleno viaje de carretera. Eso no solo significa caminar, sino caminar con equipaje; algo que no hace ni el más diestro practicante de TRX.
Gracias a este gobierno mantengo mi cerebro ejercitado. Los países en donde la rutina siempre es igual, ponen tu cerebro en automático. En cambio aquí vives la aventura de no saber dónde está un malandro y de variar la ruta y la hora de llegada a tu casa. Por ellos ahora no solo tengo sexto sentido, sino que he agregado un séptimo y hasta un octavo.
Gracias a este gobierno soy más agradecido. Cuando me queda poco papel higiénico, no hay agua o no hay luz, aprendo a apreciar las cosas cuando las tengo. Ahora soy más agradecido con el universo. Valoro cada gota, cada hoja de papel y no hago más que desearle a la gente mucha luz para su vida.
Gracias a este gobierno aseguro mi pensión. Como no hay pastillas anticonceptivas y los condones están por el cielo, las familias crecen cada día más. Pero seamos sinceros. No hay nada más hermoso que acostarse a ver televisión rodeado de hijos (sobre todo sabiendo que esa chorrera de muchachos son los que te mantendrán cuando estés viejo).
¡Gracias, gobierno! Es demasiada alegría junta. Hasta me duelen los cachetes de tanto sonreír cada día. Mi organismo ya se está debilitando por segregar tanta endorfina y dopamina, hormonas de la alegría. Las personas de otros países quizás no lo sepan, pero estar tan contento agota. Necesito un poco de equilibrio en mi vida. Deseo tener un país donde la gente muera por suicidios a causa de la depresión. Deseo un país donde mi pasatiempo no sea ver las noticias a ver qué nueva medida tomó el gobierno. Deseo tener un país donde todos los días pase lo mismo y me aburra porque no hago más que pensar en el trabajo. Deseo tener un país un poco más triste. Por eso voté el 6 de diciembre.