La historia de este año apenas comienza a escribirse. El 2016 dejó momentos duros y amargos que el mundo desea borrar, pero los hechos traspasan el calendario, por más que el tiempo se empeñe en dejar lo malo atrás.
Desde el rincón donde nos toca vivir debemos tratar de sumar en lugar de restar, dejar de lado la pasiva comodidad y la indiferencia ante lo que ocurre a nuestro alrededor.
No esperemos la prosperidad de una nación si erramos eligiendo a sus gobernantes, no esperemos paz si lo que propiciamos es guerra, no esperemos bondad si la maldad es lo que impera.
No existe el yo sin el colectivo, ni la tranquilidad en casa si afuera todo es desorden y ruido.
El 2017 no será el punto y aparte que muchos anhelan, será la estela del año que se fue, con sus errores y atinos, con la continuidad que no termina y da paso a nuevos caminos.
Miremos atrás y enumeremos los desaciertos cometidos como sociedad para que así, cada quien desde su trinchera, trabaje por construir naciones independientes y libres, aprendiendo de los errores para crecer y, sobre todo, para no repetirlos.
Seamos partícipes de las pocas buenas noticias que sorprenden y no protagonistas de las malas que acostumbran.
2017 sella en tus páginas la diferencia, aquella que apueste al avance, que entierre en el pasado el terrorismo y la miseria.