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¿Qué tienes en la cabeza que no ves el arbolito?

A juzgar por el nombre, TREE, la escultura del artista californiano Paul McCarthy, era un árbol verde de 24 metros de plástico inflable, erigido en mitad de la Plaza Vendome, uno de los lugares mas bellos y costosos de París. Plantado allí sólo por un tiempo, como parte de la programación hors de mures, (más allá de las paredes) de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC). El jueves se inauguró y la noche del viernes ya era árbol caído.

Para hacer leña de este árbol caído había que pensar que la escultura no era un árbol sino… un juguete de sexo anal, y escandalizarse por eso. Eso pone en evidencia que el detractor conoce bien el juguete, en todo caso, lo que a su vez contradice la moral que aduce. Es fácil sospechar que la ambigüedad entre árbol y sex toy era intencional, un tremendismo que invitaba a la reflexión y en el mas ligero de los casos, sólo aspiraba a la sonrisa del pasante entendido. Pero el asunto tomó otro rumbo. El mismo día de la instalación, el artista de 69 años fue agredido físicamente en la cara por un hombre que quiso insultarlo además diciéndole que él no era francés -gran insulto viniendo de un francés-, y que su trabajo no tenía nada que ver con ese sitio, según reportara un periodista de Le Monde.

No tardaron en surgir los twiter furiosos: Un plug anal géant de 24m de haut vient d’être installé place Vendôme! Place #Vendôme défigurée! Paris humilié! (Un butt plug gigante de 24 mts. de alto, acaba de instalarse en Place Vendome! Place #Vendôme  desfigurada! París humillada!) El periódico Le Figaro por su parte, usó al profesor de derecho de la Sorbonne-Paris II, Jean-Louis Harouel, para decir que la escultura era fea, una payasada, e invalidar en consecuencia, mucho del arte contemporáneo.

Partidarios del Printemps francés (Primavera francesa, partido que une a nacionalistas y católicos tradicionalistas) se apostaron frente al Ministerio de Justicia que da a la Plaza, con consignas en contra del gasto público que representaba semejante instalación, que le daba por el culo a la justicia tributaria, repudiando la inversión en arte contemporáneo por inútil, etc. Estaban lejos de saber que la instalación estaba financiada por fondos privados e ingleses (Hauser & Wirth). Sólo el espacio fue asignado de forma gratuita por la ciudad de París, como se hace todos los años en ocasión de la feria de arte.

Todo comenzó con una broma. Originalmente pensé que el plug anal tenía una forma similar a las esculturas de Brancusi. Después me di cuenta de que se parecía a un árbol de Navidad. Pero es una obra abstracta. Las personas pueden sentirse ofendidos si quieren referirse al plug, pero para mí no es más que una abstracción… declaró McCarthy. El viernes, en medio de la noche, un grupo de desconocidos desconectaron el árbol de la fuente de aire. Como el vigilante lo reconectó al darse cuenta, ellos cortaron entonces las guayas que sostenían la escultura. Al amanecer no quedaba mas que un rastro de plástico verde derretido sobre la plaza.

Pero ¿qué nos dice este evento? Entendemos que con la vandalización de la escultura pretenden denunciar la “perversión” del artista, pero mas bien ¿no termina esto mostrando la profunda y oscura perversión de los ofendidos?

¿Cómo es que los católicos tradicionalistas conocen tan bien lo que es un butt plug? ¿Cómo es que saben que se utiliza sobre todo para dilatar el ano que se prepara para la sodomía?, como bien comenta el famoso blogger Maître Eolas en su twiter. Ellos pensaron asegurar su inocencia diciendo que se habían enterado a través de una lectura de un artículo de Arte TV. Sin comentarios.

Aunque las tendencias moralizantes y oscurantistas del pensamiento siempre han existido, cada día cuesta mas entenderlas. Cualquiera fácilmente mostraría asombro al enterarse de que cristianos fanáticos fueron capaces de atacar con heces fecales un espectáculo italiano invitado al festival de otoño de París de hace dos años, porque esgrimía un contenido que les pareció poco moral. Como cuando quisieron lapidar a la prostituta que salvara el mísmisimo Jesús, según versa en las sagradas escrituras.

Sin embargo, cuando el asunto te toca de cerca, vale la pena preguntar: si te ponen en la situación de tener de ornamento público frente a tu casa, la escultura gigante de un consolador que verán tus hijos cada mañana al salir a la escuela, ¿firmarías la petición para que no fuera instalado allí? Fue así como a la escultura del San Nicolás sosteniendo un sex toy de McCarthy, le costó tanto encontrar un hogar. Creada en 2001 para la ciudad de Rotterdam, destinada a ser colocada en la plaza ‘Schouwburgplein’, suscitó tales controversias por su connotación sexual -no en balde se le conoce coloquialmente como Butt Plug Gnome-, que fue rechazada por los ciudadanos y comerciantes no sólo de ese lugar sino de los muchos otros lugares propuestos. Hasta que en noviembre de 2008 consiguió un destino permanente en la plaza Eendrachtsplein, en una pasarela, amainada junto a otras esculturas.

Quiero decir que es fácil defender el arte iconoclasta cuando queda lejos, ser tolerante y mente abierta cuando no te toca el hogar y la familia, o generoso y justiciero cuando no te toca el bolsillo.

Así mismo entiendo que siempre ha sido responsabilidad de los artistas, vehicular la denuncia de lo que se esconde detrás de la moral y las buenas costumbres, hacer sátira de los modos que le son contemporáneos por enfrentar la hipocresía que reviste la aparentemente inocente cotidianidad de cualquiera. Por eso cuando se censura el arte, se castiga el alma de la sociedad, se silencia lo mejor por tapar lo peor, se embrutece la convivencia, se inciviliza. Desde siempre.

El periódico Liberation nos recuerda que cuando Molière en su L’Ecole de Femmes (Escuela de Mujeres) en 1662, pone a uno de los personajes, la inocente Agnes, a decir que su tutor le había agarrado el… sin atreverse ella a decir lo que le agarró, pronto la crítica saltó a acusar al autor de obscenidad. Cuando lo que le había agarrado el tutor a Agnes, era el lazo con que se sujetaba el cabello. Molière, que no necesitaba quien lo defendiera, escribió en respuesta, otra obra: La Crítica de la Escuela de Mujeres. Pone en evidencia a sus detractores en muchas de sus líneas, entre ellas, el personaje del filósofo dice: yo no veo lo que tu ves. Yo miro las cosas del lado que se muestran. Depende de ti ver lo que no debes ver. Es necesario que tu basura ilumine lo que otros no ven.

Dos siglos más tarde, cuando la Olympia de Manet sorprendió a los visitantes de la feria de arte en 1865, acusaron al pintor de obscenidad. Emile Zola se divirtió respondiéndoles que tal vez se sintieran ofendidos porque ese retrato de Manet se parecía demasiado a las señoritas que los señores burgueses frecuentaban en los burdeles.

La obscenidad está en los ojos del que la mira, versionando la célebre frase del filósofo inglés David Hume: la belleza no es un atributo de las cosas mismas; sólo existe en la mente que contempla, y cada mente percibe una belleza diferente. Una persona puede incluso percibir la fealdad donde otro es sensible a la belleza, y cada individuo debe dar su propia opinión sin pretender resolver la otra… Hume dijo esto en 1757 y aun cabe preguntarse, ¿qué es el arte… cuándo es arte… qué es bello… quién decide… ? ¿Por qué Mozart sí y Julio Jaramillo no? Preguntas vigentes desde tiempos de bisontes pintados en cuevas. Lo que nadie puede discutir es que el arte nos invita a mirarnos a nosotros mismos, a revisitar nuestras creencias, a pensar y a discutir. El arte nos mantiene sanos. En este sentido, el Árbol de McCarthy cumplió con creces. Puesto que a estas alturas ya nadie habla del profundo contenido sexual de la definitivamente fálica columna, de belleza clásica indiscutida, de la Place Vendome. El árbol de McCarthy volvió a poner el tema sobre la mesa, pues ahora desinflado, se esgrime aun más erecto como argumento que nos muestra el reverso anti-Vendome, como no columna, monumento anti-fálico, como representación no belicosa.

McCarthy no quiere estar involucrado en este tipo de confrontación y violencia física, o incluso seguir tomando riesgos con este trabajo. También dijo alguna vez, por desmarcarse de los accionistas vienenses, algo que resulta coherente citar ahora: Yo no fui criado en el catolicismo ni viví la Segunda Guerra Mundial cuando era un adolescente; yo no vivo en un entorno europeo. Hay una gran diferencia entre ketchup y sangre. Nunca pensé en mi trabajo como chamánico. Mi trabajo es más acerca de ser payaso que chamán. Por lo menos en esoJean-Louis Harouel tuvo algo de razón.

En todo caso, el 24 de octubre, París contra-ataca: en La Monnaie de Paris se presentará la gran exposición de Paul McCarthy, Chocolate Factory (que ya se hiciera en NYC y cuyas piezas de San Nicolás con sex toy de chocolate, escasamente se logran conseguir en Ebay por varios miles de dólares). Bien por París. Para decirlo en cristiano: el que se sienta libre de culpas, que tire la primera piedra.

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