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Qué será, será

Nunca como con la 4T, millones de mexicanos entonamos el mega hit de Doris Day de 1956: Qué será, será (Whatever will be, will be). Doris Mary Ann Kappelhoff murió el 13 de mayo a los 97 años (en una excelente condición física), seguramente preguntándose lo mismo: ¿qué será la muerte?, ¿qué será de mis animales que dejo en mi fundación? Y ¿qué será del hotel para perros en Carmel? ¿Qué será, será? «…una especie de himno sobre cómo ir por el viento, la canción perfecta para cantar a un niño que, como son los niños, está ansioso por todas las respuestas», dice Stephanie Zacharek de la revista Time.

Cuando era adolescente, al principio de los sesenta, me preguntaba lo mismo que dice la letra de la canción de Jay Livingston y Ray Evans, que se hizo famosa al ser interpretada por Doris Day en la película de Alfred Hitchcock El hombre que sabía demasiado y que, por cierto, se ganó el Óscar a la mejor canción original: «¿Seré bonita, seré yo rica?… ¿qué será, será?… El futuro no es algo que podamos ver». Tanto se me quedó grabada, que cuando alguno de mis nietos me pregunta algo acerca del futuro, siempre le contesto de lo más enigmática: «¿Qué será, será?». Ahora que tengo 73 años y veo las mañaneras, no puedo evitar entonar la canción de la rubia más rubia de las cantantes de jazz, mientras nuestro Presidente enumera todo lo que ha hecho y le falta por hacer: «¿Qué será, será?», me pregunto, sin que nadie me pueda contestar y, menos, mi heroína, Doris Day, conocida también como «la chica de al lado», quien seguro subió al cielo con todo y sus innumerables pecas, porque era muy cristiana, bondadosa y amante de los animales. De ella, me encantaban sus blusas en colores pastel, de cuadritos rojos y blancos, sus pantalones «pesqueros», sus shorts, sus coches convertibles y su perenne sonrisa blanca y luminosa.

Si de algo odiaba hablar Doris Day era de todo lo que tenía que ver con la muerte. De allí que dejara bien estipulado en su testamento que no quería ningún funeral, ningún monumento, ni mucho menos ninguna tumba, para que nadie la visitara. Incluso en relación a sus perros, que adoraba, prefería no hablar de lo que les pasaría una vez que se fuera definitivamente, lo único que pedía era que los cuidaran lo mejor posible. En 1978, la actriz, cantante y activista fundó lo que se llama Doris Day Animal Foundation. Para entonces ya era muy famosa, junto con otras de mis cantantes preferidas como: Dinah Shore, Billie Holiday, Patti Page y Sarah Vaughan. Todos sus fans la habíamos adorado en la película que la haría todavía más popular: Pillow Talk, con Rock Hudson. En los sesenta tuvo un programa de televisión muy exitoso: The Doris Day Show.

Doris, la niña de Cincinnati, era muy rubia, de ojos azules, pecosa, católica y particularmente tímida. Su madre, ama de casa, y su padre, profesor de música, eran de raíces alemanas. Cuando Doris cumplió 17 años, se fue de gira con Les Brown Band, en la banda conoció a Al Jorden, el trombonista con quien se casó en 1941. Con él tuvo su primer y único hijo, Terry. Sus compañeros afirman que Doris nunca fue grosera, ni autoritaria y menos prepotente. A pesar de sus numerosos éxitos en el cine con 39 películas y como intérprete de 600 canciones -entre las que están Secret Love, It’s Magic, A Guy is a Guy, Teacher’s Pet y, por supuesto, Tea for Two-, dice Zacharek que su carrera la construyó con muchos altibajos, incluso se casó cuatro veces: «en 1968, cuando murió su tercer marido, Martin Melcher, descubrió que había perdido su dinero, dejándola totalmente endeudada. Melcher también, sin que ella lo supiera, había comprometido una serie de televisión que no quería hacer». En una de las tantas presentaciones de su autobiografía, Doris Day llegó a decir, en la época en que más deprimida se encontraba: «Mi imagen pública es inconfundiblemente la de la virgen saludable de Estados Unidos, la vecina, despreocupada y llena de felicidad (…) Una imagen, puedo asegurarles, más falsa que cualquier parte de una película que haya interpretado. Pero soy la señorita Chastity Belt (Cinturón de Castidad) y eso es todo…».

Como un pequeño homenaje a Doris Day, mañana que escuche la mañanera de AMLO, cantaré a todo pulmón: «Qué será, será. Whatever will be, will be. The future’s not ours to see, qué será, será…».

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