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Guadalupe Loaeza

!Que se pronuncie!

Hace varias décadas, una de mis hermanas mayores llevaba mucho tiempo de noviazgo. Recuerdo que cada vez que regresaba de ver a su novio, al dirigirse a la recámara de mis padres para desearles buenas noches, lo primero que le preguntaba mi madre a mi hermana en tono de reclamo era: «¿Ya se pronunció el hombre?». (Gracias a que el novio, finalmente se pronunció, se casaron y pronunciaron su respectivo amor por más de sesenta años). Así nos preguntamos los mexicanos, hasta cuándo se va a pronunciar el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar. Dicho lo anterior, me permito dirigirme a él, con todo respeto, por medio de una carta. Espero que la lea.

Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea:

¿Dígame cómo puede dormir por las noches? ¿Cómo puede ducharse por las mañanas, y cómo puede platicar con su familia, como si no estuviera al tanto de toda la polémica que ha causado el hecho de querer ampliar el periodo de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hasta el año 2024? ¿Qué no lee los periódicos, qué no comenta por correo electrónico con sus colegas de la Corte, qué no escucha los noticiarios?, o a lo mejor está usted de vacaciones y donde se encuentra no hay internet. Pues bien, déjeme informarle que el pasado jueves 15 de abril, hubo en el Senado 85 votos a favor, 25 en contra y cuatro abstenciones. Claro, los que votaron a favor ofreciéndole en charola de pewter (ya no se hacen de plata) «un regalo envenenado», la mayoría eran senadores de Morena, ya que contrariamente a lo que opinan analistas, abogados, politólogos y especialistas, el Presidente, su amigo, insiste en decir que esta iniciativa no es anticonstitucional. ¿A poco ya se le olvidó, señor ministro, el contenido del artículo 97, párrafo cuarto, de la Constitución? Permítame refrescarle la memoria: «Cada cuatro años, el Pleno elegirá de entre sus miembros al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual NO podrá ser reelecto para el período inmediato posterior». ¿No le parece muy sospechoso que usted terminaría el mismo año que López Obrador? Hablando en plata, ni soy jurista, ni constitucionalista, ni abogada, ni tampoco, politóloga. Lo que sí soy es una ciudadana harta de chanchullos, arbitrariedades y abusos de poder por parte del Ejecutivo. A usted también le digo: «¡Ya chole!», con su complicidad, permisividad y falsedad, como ministro de la Corte. Créame que no hace mucho lo tenía a usted en muy alto concepto, para mí usted era el más liberal de los jueces, pero ahora con su actitud tan ambigua y mustia, se me ha caído por completo. No es posible que todos los días me decepcione de funcionarios, políticos, secretarios de Estado, incluyendo al presidente de la República y ahora, hasta de los ministros de la Suprema Corte: Olga Sánchez Cordero y Arturo Zaldívar, a mi manera de ver, ambos se han doblegado a los designios de López Obrador, en otras palabras, doblaron las manitas. Curiosamente ambos defensores de Florence Cassez. Por si ya se le olvidó, en el 2012 usted presentó un dictamen en el que proponía que se liberara a la ciudadana francesa debido a violaciones al debido proceso. Y después usted dio su voto para que la Corte ordenara finalmente liberar a Florence Cassez en enero de 2013. ¿Se acuerda (seguro ya se le olvidó) que un día me invitó a comer a su oficina de la Suprema Corte de Justicia, en avenida Pino Suárez 2? Me imagino, porque la verdad nunca entendí por qué me había invitado a comer tête à tête, que su invitación se debía a mi constante apoyo al caso de Florence. Durante la comida, hablamos naturalmente del affaire Cassez, de la desafortunada y constante intromisión de la Sra. Wallace en el caso de Florence, y de Olga Sánchez Cordero, a quien considera una amiga muy cercana. Le platiqué que había ido a visitar a Florence a la cárcel de Tepepan y que ella me había mostrado sus dibujos de un estilo muy infantil, como si una niña hubiera pintado una pesadilla. Al salir de la comida, me dije, que sin duda usted era un hombre de instituciones, pero que veía al mundo desde la izquierda. Eso ya quedó en el pasado. Más que de izquierda, usted se ha convertido en un ministro débil que prefiere no dar la cara y guardar silencio antes de contradecir a un Presidente autoritario que no ha leído bien a bien nuestra Constitución.

Por último y como hubiera exclamado doña Lola respecto a este caso tan vergonzoso: “Señor ministro de la Corte, de una vez por todas: ¡¡¡pronúnciese!!!»

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