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Karl Krispin

Putin y sus hijos

Para denostar del totalitarismo soviético, nuestro querido Winston Spencer Churchill recordaba el caso de una obrera que había llegado tarde a su fábrica y en castigo había sido despachada a un campo de trabajos forzados en Siberia. De vez en cuando les cuento este episodio a mis alumnos impuntuales para que aprecien el sistema de libertades que hemos tenido en nuestra Venezuela a pesar de los bárbaros contemporáneos. El padrecito Stalin, que nada tenía de diminutivo ni de paternal y a quien el propio Churchill definía como un Gengis Khan con un teléfono, se disputa con el camarada Mao el canallesco título del mayor genocida de la historia, de modo que de la URSS lo único que quedaron fueron muerte, violencia y sangre derramada. No hubo ningún tipo de gloria en el comunismo internacional pese a los nostálgicos que invocan la guerra fría y a la perra Laika.

La perestroika y el glasnost cambiaron todo antecedidos por la guerra de las galaxias del presidente Reagan que dejó a los verdaderos camaradas en un escenario silente y sobre todo huérfano, al que los maulas revolucionarios del Tercer Mundo, con Cuba a la cabeza, habían contribuido con creces. Ante el vacío ideológico e histórico, los de la KGB asumieron el poder con Putin. No hay peor cosa que el servicio secreto haciendo leyes y dirigiendo naciones o pegando porrazos. Putin sin embargo ha aprendido, es un factor de equilibrio en el mundo, y hasta lo admira un impresentable cerca del Potomac con ganas de intercambiar autógrafos o enumerar hazañas. Pero en el ínterin ha dado órdenes para que su ministerio de Asuntos Exteriores componga unas declaraciones infames sobre la oposición venezolana. Dice que es radical, con una “retórica agresiva” y que se encamina a la «desobediencia civil». Como siempre hay que usar verbos burocráticos también “enfatiza” que «los provocadores tienen que entender que no van a lograr apoyo”. Supongo que al Gobierno se le aguaron los ojos luego de esta declaración de amor inmenso. Si todavía los comunistas se besaran en la boca, este bello apoyo merecería uno pasional.

Me gustaría saber si Vladimir Vladimirovich Putin ha invitado alguna vez a dialogar al ajedrecista Kasparov o a sus oponentes, o si las mafias rusias han sido capaces de invocar un sistema de libertades para ese país. ¿Es la Federación Rusa una democracia? A este zar de lo que queda de todas las rusias y a sus hijos comediantes y amenazadores, les pedimos que metan sus narices en sus propios asuntos. Pasa que en Moscú el único canal venezolano que parece verse es el ocho y con la felicidad que brindan sus transmisiones no se nota ni el bochinche ni la destrucción de la democracia que han adelantado sus socios. Na zdorovie!

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