Somos la suma de cada pedazo roto que juntamos de a poco para emprender un nuevo vuelo, llevando a cuestas el miedo de encarar las despedidas y los cambios.
A la mitad de un respiro entre el calor de un abrazo.
En medio de un tiempo detenido, enmudecido tras el vacío de un adiós inesperado.
Con los recuerdos a flor de piel, repitiendo cada segundo vivido con quien, presente o ausente, se vuelve eterno.
Llegan y se van los días con aquél que fuimos e intentamos ser, enteros por fuera, a la mitad por dentro.
Anclados en un punto medio donde dejamos promesas tatuadas para una próxima vez de fecha incierta.
Somos la fuerza de un camino recorrido con afectos sinceros y también efímeros.
Somos energía completa que busca viajar a un reencuentro, que muchas veces grita en silencio ese sentimiento que echa de menos un tiempo, un abrazo, un momento que pasó,pero que marcó un instante que se quedó a vivir por siempre en un corazón latiendo al compás de alegrías y tristezas.
Somos locura completa en nuestro único mundo, imperfecto y muchas veces inconforme, que marca esa delgada línea que divide lo que dejamos atrás y lo que somos capaces de enfrentar.
Somos la suma de cada pedazo roto que juntamos de a poco para emprender un nuevo vuelo, llevando a cuestas el miedo de encarar las despedidas y los cambios.
Somos todo lo pasado y lo presente, somos aquello que aceptamos, pensamos, vivimos y soñamos.