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Psicología del ambiente en el cual vivimos

El espacio exterior afecta el estado de ánimo de muchas maneras. Sin darnos cuenta vivimos o convivimos en lugares geopáticos, ambientes que enferman. Las causas son varias: olores de sustancias químicas que pueden producir enfermedades como alergias, neumonía, cáncer; o también el ruido, el desorden, la humedad y la luz artificial. Además, el diseño, los muebles y la distribución de los espacios tienen asimismo repercusiones sobre la salud. Los cuadros en la pared, el color de los muros, las cortinas, en fin, todo abona para hacernos sentir cómodos o por el contrario, transformar las casas y las oficinas en espacios expulsivos. 

En la mayoría de las oficinas dejan las luces artificiales prendidas todo el tiempo. Pocos lo saben, pero, la luz de los focos ahorradores, los led, causa malestares en quienes padecen fotofobia ocasionándoles dolor de cabeza, malestar en los ojos etc. 

El confinamiento debido a la pandemia nos obligó a estar más tiempo en casa, y, durante la mayor parte del día frente a una pantalla. Hay que tener en cuenta que si hay la posibilidad de voltear la mirada hacia un jardín, eso nos relaja; por el contrario, ver un edificio descuidado, una calle con ruido de autos, genera estrés. 

La distribución de los espacios en la oficina influye en la relación de las personas con las que se convive. Y también el estado de ánimo se vuelve una transferencia. Por ejemplo la dependencia al jefe influye desde su ingreso en la oficina: si llega de mal humor, afecta a sus colaboradores. Los juicios entre el grupo se comparten. “Llegó de malas, seguramente se disgustó con la esposa”; “El tráfico lo estresa”; “Está crudo, los lunes sufre la resaca”.

En cuanto a la sanitización, recuerdo que, cuando trabajé en un laboratorio clínico, las medidas de higiene no importaban tanto como hoy en día. Los pacientes traían su muestra en frascos grandes de vidrio: orina y materia fecal, como si la cantidad fuera importante. El primer día que llegué me impresioné al ver a las compañeras desayunando alrededor de la mesa repleta de muestras. Todo era manual, nada computarizado, los glóbulos blancos y rojos los contábamos en el microscopio y con una pipeta tomábamos la muestra de orina. El sistema de defensas, nuestro guardián nos protegía de todos los posibles contagios, no teníamos miedo y no nos enfermamos. 

Con la pandemia han exagerado la atención a la higiene, pero, ¡qué paradoja! los hospitales son los lugares en los cuales existe mayor riesgo de contagio para los enfermos, debilitados y con bajas defensas. Muchos fallecen por infecciones bacterianas. 

En cuanto al orden sorprenden los opuestos que hay en una misma familia. El acumulador, el comprador compulsivo, el que guarda objetos hasta bajo su cama, vive en conflicto con su opuesto, el compulsivo por el orden y la limpieza, a quien todo le estorba. El acumulador compulsivo, disfruta de manera momentánea al comprar objetos que ni utiliza. La acumulación se va dando de forma casual, y se va agravando hasta el punto que se pierden el orden y la higiene. En casos graves acumula hasta basura. 

Es importante revisar los apegos afectivos, aferrados a los recuerdos, duelos mal elaborados, como de quienes guardan la ropa del familiar que falleció hace diez, veinte años, hasta el vestido de novia, o la mamá que sigue esperando al hijo que se fue de la casa por si algún día regresa y guarda celosamente el mueble que heredó de la abuela aunque esté infectado de polilla. 

La acumulación no representa solo un llenarse de objetos, sino que tiene que ver con el desorden mental. En casos severos se trata de una patología. El acumulador experimenta angustia ante la idea de deshacerse de sus objetos. Un caso clínico. El Dr. González, fue reconocido como médico, pero su casa era un basurero, tres carros viejos ocupaban la cochera, desconfiaba de los sirvientes de manera que vivía en medio de un gran desorden. Le pesaba comprar comida así que asistía a comer en casa de su hermana. Cuando falleció, dejó una gran fortuna: compraba centenarios de oro, los envolvía en un papel y los escondía entre los muebles. Hablamos del síndrome de Diógenes, en estado grave, en psiquiatría se encuadra en esquizofrenia. 

Para el estado de ánimo y la salud, es importante el orden, sin exagerar, traer la naturaleza a casa y a la oficina, las plantas, las esculturas y hasta fotografías de paisajes naturales tienen beneficios en el estado de ánimo.

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