Según Michio Kaku, físico teórico estadounidense, definitivamente asiático de apariencia, “los Estados Unidos tienen el peor sistema educativo dedicado a la ciencia en el mundo entero. Sus graduados compiten a nivel de los países del Tercer Mundo…”. Su decir del Tercer Mundo es por referirse a lo último, lo peor, la vergüenza… el nivel más bajo, último eslabón de la escala de valores. Desde esa consideración, el señor Michio Kaku se pregunta: “¿Cómo es que el establecimiento científico -norteamericano- no colapsa si estamos produciendo una generación de tontos… -¿cómo los que abundan en el tercer Mundo?, me pregunto…- “… y el índice de estupidez en Estados Unidos sigue creciendo cada año? Basta ver la programación de TV con sus reality shows, ¿cómo es que el establecimiento científico de USA no colapsa?”
Sin embargo, a pesar de su referencia al Tercer Mundo, según el sistema de valores con el que juzga, Michio Kaku da una vuelta insospechada en su argumento: “Déjenme decirle algo que quizás ustedes no sepan. Estados Unidos tiene un arma secreta: ¡la visa H-1B! Sin esa visa la ciencia de este país colapsaría. Olvídense de Google, de Silicon Valley… sin la visa H-1B, que es la visa de los genios… En este país, el 50% de los candidatos a doctorados son inmigrantes”.
Cabría preguntarse si todos esos emigrantes vienen del Primer Mundo. “En el doctorado donde yo trabajo, uno de los más grandes del país, el 100% de los candidatos a doctorados son inmigrantes. USA ha absorbido a los ‘cerebros’ de este mundo pero ahora estos cerebros se están regresando a su casa en China o India.”
China e India… ¿qué mundo son? ¿Dónde empieza, dónde termina el Primer Mundo? Y si hay un tercero, ¿cuál es el segundo?… Y más aún, ¿hay un cuarto? ¿Dónde se origina esta designación?
El sociólogo francés Alfred Sauvy utilizó por primera vez la expresión de Tercer Mundo en 1952, para hacer referencia a los países neutrales, no alineados durante la Guerra Fría. De suerte que el Primer Mundo estaba liderado por Estados Unidos e integrado por todos sus aliados; el Segundo Mundo estaba integrado por los países de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sus países “amigos”; y el Tercer Mundo por el resto de países residuales con poco poder.
Durante la Guerra Fría esta definición sirvió para que todos los países entraran en alguna de estas tres categorías y se actuara en consecuencia. De un lado los norteamericanos y los pro-yanquis, del otro los rusos y sus secuaces, y por último la trastienda de los que no quisieron o pudieron cuadrarse.
Pero a pesar de que cambiaron las circunstancias, ya lejos de la Guerra Fría, se ha insistido en la clasificación, que ahora refiere a una guerra que no es la misma. Para empezar, ya no se habla de Segundo Mundo… mal podría organizarse el pensamiento y juicio ahora según aquella categorización cuando se descubre que las alianzas van por debajo de la mesa y las conchupancias suceden entre los sempiternos enemigos del Primer y el Segundo Mundo, verbo y gracia USA y Rusia.
Digamos que la clasificación ha perdido todo sentido, en tanto los países, tal y como eran incluidos en estas categorías, ahora no se relacionan de la misma forma. Sin embargo, la noción de Primer y Tercer Mundo se ha seguido utilizando, en un sentido diferente al original y mucho más indefinido, los rangos se volvieron mucho más laxos, lo que prevalece son otros criterios e intereses. Quiero decir que es difícil decir exacta y exhaustivamente cuáles son los países que pertenecen a una y otra categoría. Pero como sucede con infinidad de nomenclaturas y categorizaciones del mundo “políticamente correcto” actual, la noción que organiza a los países según Primer y Tercer Mundo aun en uso, sirve para solapadamente separarnos entre ricos y pobres, blancos y demás razas, con la excusa de referirse a los países en función de su grado de “desarrollo” y crecimiento económico. Por eso, Michio Kaku resiente cuando la clasificación atañe su origen asiático y critica que a los norteamericanos les sorprenda que haya surgido un Silicon Valley en China y en India: “¡Pues obvio! … la ciencia es el motor de la prosperidad y sin esa visa -la visa H-1B- la economía –norteamericana– colapsaría… A un diputado que quería eliminar esa visa, el Wall Street Journal le contestó que esos inmigrantes no le estaban quitando trabajo a los estadounidenses porque esos trabajos son para gente del más alto nivel de la tecnología. Esa gente está creando industrias enteras, por el contrario. La educación en USA es el talón de Aquiles. No son los sociólogos que van a determinar el futuro de Silicon Valley sino los físicos, los ingenieros, necesitamos más de ellos, no menos.”
Cada quien sangra por su herida. La mía viene del Tercer Mundo que sin que me quede nada por dentro, apuesto a que es el territorio del futuro, convencida de que en su desorden que permite el ejercicio de la voluntad y la responsabilidad con el otro que deviene en afecto y tejido social, queda la salvación del mundo.