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Paola Maita

Pornocomunicación

Es innegable la influencia que han tenido los smartphones en nuestras vidas. Se ha convertido en realidad cotidiana el poder comunicarnos por imagen, voz y texto al mismo tiempo a través de una llamada por Skype, o mezclar las tres en una misma conversación de Whatsapp. Los problemas surgen cuando la infinita creatividad del ser humano inventa utilizar alguna herramienta para otro fin.

Más allá de predicar sobre las posibles consecuencias negativas del sexting, como la publicación involuntaria de las imágenes o vídeos, o de las positivas (porque las hay), como el avivamiento de la vida sexual cuando ocurre dentro de una pareja; lo que me pone un poco a pensar es lo que pueda estar diciendo eso de nosotros. Las sociedades son un continuo experimento, porque desconocemos los efectos a largo plazo de todas las cosas nuevas que van saliendo. Es así como nosotros estamos siendo la prueba de toda esta manera de comunicarnos, que ha terminado por alcanzar los espacios más privados, como la vida sexual.

He escuchado muchas veces, y a muchos decir, que les es más fácil hablar con alguien por cualquier medio que en persona. Es famosa esta paradoja donde tenemos conversaciones divinas con alguien por chat, pero cuando estamos cara a cara, no sabemos qué más decir después del hola. Partiendo de eso, me imagino a dos personas que han estado intercambiando mensajes e imágenes eróticas durante cierto tiempo, que un día se encuentran para finalmente tener relaciones… Y resulta que no les gusta ni como pestañea el otro.

Pienso que el sexting solo es un paso más que posiblemente sea el mayor cambio de paradigma que ha vivido la comunicación humana desde la invención de la escritura: el poder comunicarnos a distancia en cuestión de milisegundos. Seamos claros, no me imagino a dos personas haciendo sexting por cartas. Sería ridículo.

A pesar que lo pueda ver como un paso más, con sus pros y contras, creo que esto es un reflejo de la idealización exagerada que se le ha dado a la mente desde el siglo XVIII, y estamos abandonando al cuerpo, queriendo hacerlo cada vez más pasivo. Esto último va más allá del fitness y los ejercicios, porque a pesar de que siguen habiendo deportistas y gente relacionada con la actividad física, la tendencia va hacia comunicarnos más desde lo que pensamos, olvidando que el mayor contenido de lo que decimos está en la comunicación no verbal, y más cuando de sexo se trata.

Como dije antes, somos un experimento en continuo desarrollo, por lo que no puedo decir en qué irá a parar toda esta movida, pero sí puedo decir que nuestra cabeza va más rápido de lo que nuestra mente puede adaptarse. Creo que, con nuestra manera de comunicarnos, estamos jugando una ronda de sillas musicales con una música que va más rápido de lo que podemos correr, y eso puede terminar de dos maneras: Nuestras piernas se fortalecen y se ponen al tanto, o nos caemos.

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