Estos días he reflexionado, que tal vez, todos los que han perseguido y persiguen al humor no son realmente villanos sino más bien héroes. ¿Por qué digo esto? Pues porque por culpa del humor la vida se hace más llevadera y porque tiene que hacerse la vida llevadera si todos dicen que al mundo se viene a sufrir.
Ya lo decía el gran filósofo Alemán Nietzsche: “el hombre tuvo que inventar el humor para tratar de palear el sufrimiento de vivir”… pero y eso de que sirve si igual vamos a morir ¿verdad? Imagino yo que esos perseguidores del humor lo que quieren es hacernos ver que no tiene ningún sentido reírse para no llorar sino, más bien, lo recomendable es llorar de un solo tirón para no ver las cosas buenas de la vida.
La verdad es que no podía dormir tratando de escrutar la mente de esos hombres que hasta ayer pensé malvados por perseguir a los caricaturistas, cómicos y malabaristas, pero luego de investigar exhaustivamente descubrí la pura verdad: El humor es malo porque nos hace pensar. ¿Y para qué necesitamos pensar o trabajar si en el mundo estamos de paso y ya todo está hecho?
Otra de las verdades que descubrí y que la historia ha querido tapar, radica en el hecho de que todos los humoristas son, en su interior, masoquistas que no sólo nos hacen sufrir cuando nos hacen reír sino que también encuentran placer en la autoflagelación. Pero mi comentario no es vacío, más bien cuenta con toda la comprobación histórica:
En una entrevista que realizara Emilio Santana a Aquiles Nazoa este le dijo: “Todos los buenos humoristas, tarde o temprano, terminaban en la cárcel”. Entonces, si lo sabía él, y lo saben todos ¿por qué siguen en su cruel misión de matarnos de la risa?
Afortunadamente en la historia también se evidencian actos de justicia, como el castigo merecido que se le propinó a Charlie Chaplin cuando fue deportado por atreverse a salir disfrazado de Hitler en el “Gran Dictador”, condenando el racismo y llamando a luchar por la paz… Ciertamente el castigo fue poco comparado con tal vileza.
Menos mal que ya se están tomando cartas en el asunto y se está reactivando la persecución a los humoristas, caricaturistas y también malabaristas (cuídense los taxistas, economistas y también los masajistas, pues han cometido el delito de que sus profesiones tengan la terminación “ista”). Pero el estado no puede solo, es necesaria la ayuda de todos. Así que si ven a alguien contando un chiste, por favor denúncielo.
Bueno quiero terminar mi escrito con una idea para ayudar a frenar la inseguridad, que es (después del humor) otro de los problemas que aqueja a muchas sociedades (y seguramente es culpa del chiste o la risa, segurito): eduquemos a los malhechores para que sean humoristas.
¿Por qué es tan cruel el humor? Porque no nos deja llorar…