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Populismo y Neoliberalismo (Parte II)

Lea Populismo y Neoliberalismo (Parte I)

En México, donde el modelo neoliberal tiene implementándose poco más de tres décadas, a partir de 1982, debe reconocerse que ha dado resultados satisfactorios, no sólo porque el régimen político -con una transición atípica a inconclusa en medio- ha brindado al Estado una solución de continuidad institucional, sino porque ha sorteado las crisis del último cuarto de siglo sin “soluciones de fuerza” y, finalmente, porque ha mantenido un control razonablemente bueno sobre la política financiera y las variables importantes del desarrollo macroeconómico.

Sin embargo, a pesar de que el neoliberalismo es el eje dominante en el mundo y más acá de que su desempeño en México se sitúa en estándares razonablemente buenos, hay asuntos de urgente resolución que no pueden, que no deben ser pospuestos por más tiempo, sin cuya corrección México podría estar al borde de una gran equivocación político-electoral y, en el fondo, bajo el riesgo de formar parte del síndrome populista que recorre el mundo, con lo que esto implica de abrir entre nosotros procesos de ecuatorización, bolivianización, castrización o franca “venezolización” anímica y mental.

Por economía de tiempo, solamente señalaré tres de los “entuertos” que está llamado a resolver el neoliberalismo de tono mexicano, como condición para ahuyentar la tentación populista y para que siga siendo una alternativa viable y confiable de gobierno.

1.- Es urgente que el neoliberalismo social sea menos “neoliberal” y más “social”. Resolver el problema de la desigualdad económica entre clases sociales, implica que los mecanismos de distribución de la riqueza realmente funcionen; significa abrir el abanico del desarrollo hacia “los de abajo” y supone dinamizar en serio las posibilidades de ascenso social, porque ser un país de alta concentración de la riqueza y de baja distribución de la misma, equivale a que México pueda ser el siguiente objetivo del populismo continental.

2.- Clausurar los círculos y dinámicas de la corrupción y la impunidad gubernamental. Es urgente que México cierre los ciclos de corrupción e impunidad que han modulado el desarrollo de su historia política, primero, por el enorme costo que ambas implican para la vida social y productiva del país y, segundo, por el descrédito internacional que supone el que México ocupe los primeros lugares en ambas tablas. Para lograrlo, el mejor antídoto es colocar la ley como eje y centro de la vida pública y fortalecer el modelo de Estado que nos hemos dado a través de la historia.

3.- Gobierno de leyes y de instituciones, no de hombres ni de grupos de poder. México, por la imagen y el perfil de país que presenta ante sí mismo y frente al mundo, necesita orientar la acción pública y privada de todos a fortalecer el régimen constitucional y a perfeccionar las instituciones democráticas del Estado. Si esto no se hace, y si se continúa subordinando la potestad de la ley y supeditando el peso de las instituciones al apetito de los hombres y los grupos de poder, podremos llegar a ser, en un día no muy lejano, un país que no tiene remedio dentro de un Estado fallido.


Ponencia leída por el autor, en la conmemoración del 184 Aniversario de fundación de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, celebrado en el recinto sede de la propia institución, en la CDMX, el 18 de abril de 2017.

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