Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Félix J. Fojo - ViceVersa Magazine
Félix J. Fojo - ViceVersa Magazine

Poder duro, poder blando, poder agudo: Poder… (Parte III)

 

Poder blando (soft power)

En el acápite anterior vimos que hay dos formas básicas de convencer rápidamente a una persona: 1- A la fuerza (una pistola en la cabeza puede lograr maravillas), o, 2- Con dinero (el italocubano Orestes Ferrara decía que no había un general en Cuba que aguantara un cañonazo de $50,000. Las cifras, claro, han variado al alza con el tiempo).

Pero… ¿qué pasa si no disponemos de dinero suficiente, o no tenemos a mano la pistola, o sencillamente la persona está dispuesta a dejarse matar o no está dispuesta a dejarse comprar? Pues nos queda una tercera opción, que es convencer, influenciar, persuadir, seducir, atraer o como queramos denominar al arte de lograr lo que queremos sin ejercer la fuerza o la corrupción económica. El único problema con esto es que tenemos que olvidarnos de la rapidez, o sea, hay que tener paciencia para lograrlo.

Y la paciencia nos lleva directamente al poder blando.

El poder blando, o suave, es aquel capaz de incidir en la mente y la receptividad de los otros mediante la diplomacia, el liderazgo pacífico, la buena reputación, la solidaridad (asistencia), la cultura, la educación, las instituciones, la ideología, la historia, la ciencia, el éxito y todo aquello que influya sin aparentar coerción.

Al igual que el poder duro, el poder blando es más eficaz en las relaciones internacionales mientras mejor se proyecte hacia el exterior. Un ejemplo rápido: Un megaportaviones es una imagen casi suprema de poder duro pero si esa enorme nave militar es utilizada para prestar asistencia (rescate, tratamiento hospitalario, generación eléctrica, asistencia alimentaria, transporte, etc.) a un país o región asolada por un desastre natural, se convierte entonces en un magnífico ejemplo de poder blando en acción.

Desde que el hombre es hombre también ha existido el poder blando, aunque el concepto politológico fue enunciado al mundo académico por el profesor de la Universidad de Harvard Joseph Nye en el año 1990. La caída pacífica del Muro de Berlín y el derrumbe del campo socialista tuvieron mucho que ver en las exposiciones teóricas de Nye por aquella época. La definición minimalista que él expresa es: “El poder blando no es otra cosa sino la capacidad de influenciar sin coerción las acciones de otros”.

El estudio Portland (2015) define seis factores de poder blando utilizados para crear una escala de medidas nacionales: Cultura, empresa, digitalización, compromiso, educación y buen gobierno (gobernabilidad). Otra cosa, el poder blando funciona mejor mientras menos se parezca a la propaganda: Cero propaganda es la mejor propaganda. Goebbels, el de la mentira repetida hasta convertirla en verdad no fue, obviamente, un adalid del poder blando.

Los ultrarealistas, los fanáticos de la realpolitik tienen serias objeciones que hacerle al poder blando, sobre todo por la más o menos probable ineficacia del mismo y además por la necesidad de “tener paciencia” para lograr objetivos. Una respuesta entre muchas de los partidarios del poder blando es que un hombre paradigmático de la guerra, el general Sun Tzu, al que ya mencionamos, escribía que “El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar” y también “nunca ha habido una guerra prolongada de la que un país se haya beneficiado”.

Pero no nos equivoquemos, el poder blando, al igual que el duro, también contiene un elemento de amoralidad y de cinismo. Y lo tiene porque está diseñado para una labor de larga data que apunta a remodelar a los otros a la imagen y semejanza del valedor del poder. Por eso el poder blando también ha sido llamado “la segunda cara del poder”. Es la mano izquierda “buena” de la mano derecha “mala”. El poder blando no es una forma idealista, materialista, democrática, liberal, conservadora, centrista o lo que sea sino simplemente una forma de poder, o sea, una manera no violenta de obtener los resultados políticos que quieren alcanzarse. La chica de la introducción intentó apelar al amor de su madre por ella en lugar de atacarla físicamente, pero se interpuso el poder duro de un balcón en ruinas.

Lo que si puede ocurrir en ocasiones es que elementos no tomados en cuenta por el diseño político terminen por convertirse en armas (valga la paradoja) del poder blando. Se nos ocurre el ejemplo del jazz, un género musical mal visto en su momento por las élites de poder norteamericanas que ha conquistado el mundo. Pero eso fue en un tiempo; en cuánto se dieron cuenta del valor de seducción del jazz y todos sus derivados, pasó a ser un elemento indiscutible, e indiscutido, del poder blando.

Sucede a veces que el poder blando se beneficia directamente del poder duro. Las misiones militares contra los piratas, las operaciones de rescate de civiles secuestrados o en áreas de peligro y las misiones de mantenimiento de la paz, los cascos azules, constituyen básicamente ejemplos de poder duro que funcionan como poder blando. El estudio profundo de estos aspectos, por supuesto, es sumamente complejo.

Los valores y activos del poder blando son casi infinitos. Joseph Nye cita tres como muy importantes: La democracia, los derechos humanos y las oportunidades individuales. Pero, y esto es importante, no todas las personas ni todas las naciones son influidas por los mismos valores. Prueba al canto. Los “ismos” (totalitarismos) del siglo XX, comunismo, nazismo, fascismo, militarismo, falangismo, maoísmo, castrismo, cada uno con sus características propias pero al mismo tiempo negando todos, incluso oficial y legalmente la democracia, los derechos humanos y las oportunidades individuales han tenido millones de seguidores y militantes. Seguidores muy reales que han combatido y dado la vida por ellos. Puede argumentarse que esos sistemas se han basado en la coerción y la represión brutales, y es cierto, pero eso no explica del todo la enorme capacidad que esos sistemas han tenido en sus momentos de auge para generar mitología y poder blando.

El caso del castrismo y su extraordinaria supervivencia más allá incluso de la muerte del caudillo, aunque no es hoy nuestro tema, es merecedor de un estudio mucho más profundo y mucho más serio del que ha sido objeto hasta ahora. De hecho, y esto es muy aleccionador en cuanto a la fuerza del mito y el poder blando, el anticastrismo actual no proviene (o proviene mínimamente) de la democracia clásica, del capitalismo conservador o de los valores liberales <aplastados a sangre y fuego en los primeros años y ya envejecidos o muertos> sino del propio castrismo, o para decirlo de otra manera, un poder duro, durísimo, engendrando su propia oposición blanda.

Pero dejemos eso ahí, volveremos en su momento, y no nos desviemos.

En el acápite anterior hablábamos de la resistencia griega a la invasión persa. Pensemos ahora en la gigantesca fuerza, un poder blando inconmensurable, que generó el pensamiento griego en la historia de las ideas del mundo occidental. Unas ideas que continúan estando presentes, y muy vivas, en el núcleo de nuestra civilización cuando ya otros sistemas de ideas muy posteriores han desaparecido por no resistir la prueba del tiempo. Como escribió Carlos Marx, quien lo diría, “la práctica es el criterio de la verdad”, y la práctica ha liquidado casi completamente al propio marxismo, pero no al pensamiento griego.

De la asociación del poder duro y el poder blando se deriva el poder inteligente (smart power), teorizado también por el politólogo Joseph Nye (la politóloga Suzanne Nossel es otra de los proponentes del concepto). Es una teorización muy norteamericana y su principal valedora fue la candidata demócrata (perdedora) Hillary Clinton. Ella lo definió así: “El poder inteligente es una aproximación que destaca la necesidad de una armada fuerte y organizada, así como también el establecimiento de todo tipo de alianzas y de asociaciones, tanto entre países como entre instituciones, y a todos los niveles, con el fin principal de extender la influencia estadounidense, y de apoyar la legitimidad y el prestigio del poder americano”.

Curiosamente, el actual vicepresidente norteamericano, Mike Pence, ha utilizado en algunos de sus discursos los conceptos del poder inteligente.

La “netpolitik” es una variante del poder inteligente propuesta, hace ya bastante tiempo, por el politólogo David Bollier y los miembros del club de Aspen. Plantea cubrir el mundo con la red de redes, controlada por los norteamericanos, para “ahogar en influencia positiva” las relaciones internacionales. Pero como una cosa piensa el borracho… las cosas del mundo no están yendo precisamente en la dirección de la “influencia positiva”.

Y eso nos lleva al…

Hey you,
¿nos brindas un café?