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Alexander Anchía
Alexander Anchía - ViceVersa Magazine

El pobre circo de las próximas elecciones en Costa Rica

Una vez le dije a la distinguida editora que no hablaba de política, así es… No me gusta, pero por esta ocasión comentaré algo, pues me veo inmerso en ella, padezco las presas, de conductores malhumorados y agresivos; por citar uno de los tantos problemas que aquejan a mi país Costa Rica.

Si estuviese algún poeta famoso de mi país del pasado como Marchena o Debravo, ¿Qué verso comprondría? Probablemente la palabra “Cochinada” estaría presente por todo lado, más adelante citaré a un poeta pensador costarricense.

Como ciudadano de a pié, me atrevo a afirmar que la política en Costa Rica ha sufrido un desgaste y hoy una de las democracias más antiguas de América está en riesgo de que aparezca un “mesías”, un dictador o un “salvador” que nos haga vivir en carne propia las tristes experiencias de otros países hermanos.

Pero eso tiene una causa y una justificación que va más allá de elegir a un pastor fundamentalista evangélico, responsable del primer poder de la República. Ahora la moneda está en el aire y los más de dos millones de electores son conscientes de ello para las próximas elecciones del primer domingo de febrero del 2018.

No cabe duda que la ciudadanía está harta de engaños, promesas, incompetencias y muchos escándalos de corrupción de muchos políticos de turno.

El último gobierno a cargo del Partido Acción Ciudadana, no fue el gobierno del cambio que muchos querían. Para quienes le dan el criterio más favorable el gobierno ha cumplido apenas y ha lanzado la bola hacia adelante, para otros fue un gobierno deficiente igual que los tres anteriores.

Los políticos se ven en los medios masivos de comunicación como titiriteros de circo a ver que inventarán o qué dirán para atraer adeptos a sus filas, ya la política en Costa Rica dejó de ser una fiesta, ya ni siquiera es un mal necesario, parece más bien un hecho inevitable cuyo mal trago debe beberse apresuradamente.

Y es que en Costa Rica ocurren muchas cosas y no pasa nada. Por ejemplo: los jóvenes totalmente indiferentes a la política que dejan todo en manos de los mayores, como en el Brexit; pero que arman inmensas revoluciones en las redes sociales. De Igual forma fueron los jóvenes los que más votaron de forma idealista en el 2014 y pusieron al actual Gobierno, concretando así la ruptura del bipartidismo que regía al país desde 1948, fueron ellos los que apostaron por un nuevo invitado en la Política costarricense, pero hoy muchos de ellos muestran un desencanto por el resultado de tal apuesta.

Las nuevas pataletas de los jóvenes, en espera de las próximas elecciones, evidencian la lucha entre dos bandos. Los primeros son los votantes de la vieja guardia, o sea, los aún sobrevivientes de la última Guerra Civil de 1948 que generó la Segunda República a quienes les sumamos la generación siguiente en gran parte influenciada por este pensamiento ya un poco arcaico. En total sumarán el 45% del padrón, todavía son influenciables por el color de la bandera y tendrán entre 50 y 90 años para el día de la elección.

En el otro lado están las generaciones más jóvenes para quienes los eventos del ‘48 sólo son un hecho histórico más. Ellos son más sensibles a la tecnología y banalizan temas otrora tabú como fecundación in vitro, agenda Gays o aborto, mientras que se muestran preocupados por otros como la ética, el maltrato animal y el ambiente. Estas personas so menores de 40 años y representan un 40% del padrón electoral.

Hay un tercer grupo con menos influencia de la llamada generación X que en algunos planteamientos tomará partido con los mayores y en otros con los menores.

En esta jungla de votantes, yacen la mayoría de políticos oportunistas, muy alejados de sus electores, integrantes de partidos desgastados, que responden más a maquinarias electorales con pocos principios éticos, ni esperanza de remozamiento. Desafortunadamente los partidos en Costa Rica son un cascarón y no representan a la mayoría, tampoco hay estadistas que el país pudiera necesitar para celebrar dignamente el cercano bicentenario de la Independencia.

Para nada soy optimista ni tengo buenos augurios, cito al poeta e intelectual costarricense Mata Guillén:

“Habilitemos la dignidad, nuestra dignidad, señalaba hace un tiempo el poeta venezolano Alexis Romero; la indiferencia debe morir, decía, y podrirse dentro de nosotros y vomitarse. Que los BÁRBAROS, agrego: los corruptos, los sinvergüenzas, los mentirosos, lo que hacen de la impunidad un beneficio y una norma, sientan nuestro más profundo desprecio.”

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