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Perorata gaita subdreams

Como mínimo 120 drones hay que lucir para el desparpajo de los grandes telones y sexo para contrariar, 100 más.

Y tan afuera con el blasón francés, la cara de muérdago o grajo en las cebollas, pink pink pink. Monedas dracmas.

Simplemente regresas a Lexama, a su cortinaje del buen sentimiento, te armas de escondidos cuchillos, amas a centelladas a Fronesis, y saz se acabó, te chiflas, angustias conceptuales, lo sabes, pero queda un retiro, y una moda para gozar.

Tienes un nido en la cabeza con un bicho intermitente, cabezoste o cabezón intrunguiles, mafia calma mística, entre hermanos, constancia a la piedra amaestrada limpia perfecta, un Bresson.

La risa del extramítico

Si ríe no se ríe hacia el río profundo, áureo de volatinero, incapaz de codirigir su nave amiga, repite la misma torpeza de todos los días, cubrirse de timidez de ataques laxismos, y salirse del tubo experimentalista. 

Cuadro de sufrimiento incandescente, ataviado de odios no suena en el manantial de los príncipes solitarios.

Una mano que es un pez carnívoro del Amazonas le sirve de escudo, pesa como chasis en lo que asciende lo mismo dejarse venir. Pero es así el seso del sexólogo?

Que trajín, pero que momento para la muerte.

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