“Pensar no cuesta nada”, del poeta argentino César Cantoni (1ra. ed., 2020, 98 páginas; 12 x 19 cm, ISBN 978-987-86-3665-8) es un reciente lanzamiento de Proyecto Hybris Ediciones, sello de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina ([email protected]).
Se divide en dos secciones principales: la que da título al volumen y la nombrada como “Satíricas”, que a su vez ofrece dos subsecciones: “Del hombre y la mujer” y “De esto y aquello”.
La máxima aforística, que en su dilatada historia desde los antiguos griegos hasta la actualidad ha brindado oraciones breves y hasta brevísimas para definir principios de manera sentenciosa y definitiva, es una opinión en extracto, una quintaesencia del sentido que abre una puerta a la imago mundi de sus autores.
En el caso de un poeta de una trayectoria como la de Cantoni, bien conocida dentro y fuera de su país, resulta “Pensar no cuesta nada” una experiencia distinta para el lector: la ocasión de comprobar de qué manera tan exacta logra condensar significados e hilarlos coherentemente, para que en su conjunto se proyecten como una polifonía que, aun abarcando definiciones tan diferentes sentencia tras sentencia, la suma resulte todavía mayor que las partes, cuando estas se interpelan mutuamente. Este efecto de unidad es cosa de destacar, ya que no consiste en una coincidencia feliz tratándose de un autor como César Cantoni, una de cuyas características es justamente la precisión formal y de sentido, tal como lo resalta la evolución de su poesía a lo largo de más de una decena de títulos ya publicados.
En “Pensar no cuesta nada”, aunque metamorfoseados para la frase breve, hallamos elementos ya constitutivos de su poética, como la ironía que accede a los filos del sarcasmo; el humor casi siempre teñido de un desencanto lúcido; la presencia de lo social en sus facetas más descarnadas; el objetivismo bien entendido, capaz de penetrar hasta el hueso de la realidad y exponerlo al lector; el lenguaje muchas veces coloquial y engañosamente directo, que no se priva de mostrarnos el sospechoso indicio de un sentido más amplio, obligando a una segunda lectura reveladora y contundente.
El repetido fenómeno de la identificación con muchas de las definiciones que nos brindan las páginas de “Pensar no cuesta nada” transforma a estas en una sucesión de cajas de sorpresa, donde la originalidad del pensamiento del autor se conjuga con una familiaridad que se nos ofrece inesperadamente. Es que en muchas ocasiones Cantoni completa aquellas apreciaciones que nosotros mismos alguna vez intuimos y dejamos a medio bordar, para encontrarlas ahora en “Pensar no cuesta nada” resueltas del modo más preciso y exacto, gracias a lo que acertadamente se da en llamar la inteligencia poética.
El sentido del añejo dicho de que lo bueno, si breve, resulta dos veces bueno, es multiplicado por este volumen gracias, precisamente, a la inteligencia poética de la que hace gala el autor, aforismo tras aforismo.
El autor
César Cantoni nació en La Plata en 1951. Publicó once libros de poemas: Confluencias (1978), Los días habitados (1982), Linaje humano (1984), La experiencia concreta (1990), Continuidad de la noche (1993), Cuaderno de fin de siglo (1996), Triunfo de lo real (2001), La salud de los condenados (2004), Diario de paso (2008), El fin ya tuvo lugar (2012) y Un arte invisible (2016).
Su obra publicada incluye, además, dos cuadernillos: Intemperie y otros poemas (2006) y Latencia: poesía y dictadura (crónica literaria, 2013).
Figura en numerosas antologías poéticas argentinas e hispanoamericanas. Algunos de sus poemas fueron traducidos al inglés, francés, italiano, portugués, catalán, griego, ruso y albanés. Administra el blog de poesía platense “Los poetas no van al cielo”. Reside en su ciudad natal.
Así escribe César Cantoni
Cuando los dioses no tienen nada que hacer, crean mundos.
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Podrán perdonarte que nades contra la corriente, siempre que no tengas éxito.
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Siempre habrá gente que, en presencia de un escuerzo, se empeñe en creer que ve un faisán.
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Había una vez un paraíso terrenal. Y Adán y Eva se comieron a la serpiente.
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La fama siempre termina siendo insoportable. Sobre todo, la de los otros.
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La opinión que tenemos de nuestros enemigos es exactamente la misma que nuestros enemigos tienen de nosotros.
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Si Dios no mueve un dedo para mejorar el mundo es porque, a esta altura, ya no puede hacer nada.
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La fe tranquiliza más que la filosofía. Y, además, demanda menos esfuerzo. De ahí que haya más creyentes que filósofos.
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No te preocupes por los que se fueron siguiendo al viento; cuando éste cambie, estarán de vuelta.
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Era un hombre de principios: nunca terminaba nada.
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En cuanto a su poesía, debo reconocer que usted maneja muy bien los silencios y, sobre todo, los espacios en blanco.