El escritor peruano Pedro Medina León se ha encargado en la última década de ir retratando una Miami contemporánea, aún invisible para muchos, a través de sus novelas Varsovia, Marginal, Lado B, Mañana no te veré en Miami, entre otras. Medina no se conforma con los fastidiosos prejuicios que amenazan a la ciudad y la disecciona para mostrar la mugre que se esconde en sus callejones nocturnos, trayendo a la superficie una serie de personajes cuyas vidas sórdidas ponen de manifiesto la complejidad de una ciudad que ampara inmigrantes y divierte turistas. Ganador de la medalla de oro en los Florida Book Awards y parte del New Latino Boom, Medina retrata los ángulos menos recorridos de una ciudad que parecía ya haberlo mostrado todo.
Tu novela Varsovia, la cual recibió la medalla de oro en los Florida Book Awards del 2017, se detiene a retratar la variedad cultural latinoamericana de Miami, mostrando los coloquialismos cubanos, venezolanos, argentinos y mexicanos a través de personajes nocturnos: baristas, prostitutas, actrices porno, detectives, chulos y traficantes de droga. ¿Cómo fue el proceso de escritura de esta historia?
Viví nueve años en South Beach, y en ese tiempo me topé con toda esa clase de personajes. Incluso me atrevería a decir que la ficción se queda corta frente a lo que vi y conocí. Pero nunca me propuse contar una historia sobre eso, si no que simplemente quería ambientar una historia en Miami Beach, y como tal, tenía que tener esos elementos multiculturales. Así es Miami Beach. Así es Miami. Y el proceso de escritura de Varsovia se dio cuando me fui de la playa, aunque la historia ya estaba gestada en mi cabeza hacía bastante rato y existían muchas notas al respecto.
¿Por qué escogiste a estos personajes?
Porque me gusta la marginalidad. Considero que en ese lado de la sociedad están las mejores historias, lo que más me interesa explorar. En Miami Beach pude ambientar una trama totalmente opuesta, en un contexto muy glamuroso y “chic” -porque en Miami Beach se junta “lo mejor y lo peor” de la ciudad-, pero ese lado no me llama la atención y dudo que alguna vez escriba algo dentro de esa atmósfera.
¿Podríamos decir que tanto el detective Comanche como Skinny, el Chamizo, el Consorte, la polaca y los demás personajes son unos antihéroes que al final terminan haciendo labores heroicas cotidianas como pagar la renta del mes y descubrir al asesino de un crimen?
Esa es exactamente la idea. Para estos sujetos de vidas chatas y miserables, sus grandes batallas son “solventar el día a día”. Que se encuentren investigando un crimen es algo circunstancial, por eso siempre concebí al Comanche como un vehículo para explorar los bajos fondos de Miami Beach, y no tanto como un investigador; de hecho, esa es la razón por la cual en la novela él se presenta como un “ex investigador”.
En entrevistas pasadas se ha dicho que Varsovia finalmente muestra a la Miami de «carne y hueso», a la Miami «real». ¿Es acaso menos real hablar de la Miami turística?
No, en lo absoluto, esa Miami turística es tan real como la otra. Ambas son las caras de la moneda. Me parece, sin embargo, que de Miami se conoce más la cara de la moneda que muestra “el mall y las playas”; entonces, quienes conocen a la ciudad de cerca, quienes la viven, se sienten traicionados por esa única concepción que se maneja de ella.
¿Crees necesario la descripción de una Miami marginal para poder desarrollar una novela que entra dentro del «Noir tropical»?
El noir siempre va a necesitar una carga de marginalidad, que será el contexto donde se deba mover el inspector o policía o detective. El máximo exponente del noir tropical es la serie Miami Vice, y en ella, aprovechando los recursos visuales que permite la pantalla, encuentras una buen balance entre lo marginal (Sonny Crockett vive en un bote) y lo glam (Sonny Crockett maneja un Ferrari). Dicho esto, la marginalidad es un ingrediente básico del noir tropical, pero también necesita de las “palmeritas de Miami Beach”, del Art Decó, de la ropa en colores pastel y muy importante: del choque entre culturas y de ese mix del lenguaje callejero que se habla en Miami.
Aunque la mayor parte del libro está escrito en tercera persona, se trata de un narrador que cambia su forma de «hablar» dependiendo del personaje al cual está describiendo. Si, por ejemplo, en la escena hay un personaje argentino, entonces el narrador incluirá «ches», «boludos» y «quilombos», y si luego aparece un personaje venezolano entonces aparecerán en las páginas unos «panas», «pingas» y «coños e la madre», además de un uso natural y continuo del spanglish durante toda la novela. ¿Cuáles fueron los retos al narrar de esta forma?
En todo momento traté de que el narrador sea un producto local y el habla local es así, como la ves en el libro. Siempre he creído que para que un texto ambientado en Miami tenga suficiente credibilidad, hay que experimentar con los distintos “lenguajes”. Hice muchas lecturas en voz alta antes de dar por cerrado el manuscrito. Demasiadas quizás, hasta sentir que la novela funcionaba de oído, como con la música.
¿Cómo comenzó tu interés por el género de la novela negra?
Más que las novelas clásicas de investigadores, me gusta el hardboiled. Desde que leí a Raymond Chandler y Dashiel Hammett hace bastantes años, me quedé impactado por ese registro narrativo. Después, cuando llegué a esta ciudad y empecé a indagar por su literatura, me encontré con que su tradición está completamente comprometida con el hardboiled, desde la década de 1940. De ahí en adelante, siempre, hasta hoy, en inglés, su literatura ha tenido un dominio total de este estilo de obras, gracias a autores como Charles Willeford, Douglas Fairbairn, Jhon D MacDonald, Elmore Leonard, Les Standiford y varios más. Esta línea narrativa es algo que disfruto muchísimo.
Marginal, la novela que le sigue a Varsovia, comienza en Manhattan, uno de los escenarios más retratados en novelas policíacas y cómics de súperheroes, pero luego continúa cavando y removiendo las entrañas de una Miami contemporánea y dura, de la que poco se ha hablado en la literatura. ¿A partir de qué momento te interesó mostrar este ángulo de la ciudad tropical?
Marginal la escribí antes que Varsovia. Aunque en el tiempo de la ficción, Varsovia ocurre antes. Me interesó mostrar esto desde cuando empecé a leer noir tropical hace como 12 o 13 años. Y es algo que he ido explorando y experimentando poco a poco a lo largo de mis libros.
Cuéntame sobre los bares El Hemingway y el Al Capone. ¿Por qué los escogiste como escenarios para ambas novelas?
Los dos bares son producto de la ficción, no existen, aunque muchas personas me han preguntado por ellos. Al Capone fue el primer gran mafioso que tuvo a Miami como centro de operaciones, hizo y deshizo en esta ciudad, incluso acá murió.
En esta historia tan lumpen, me pareció bien tener un gesto de reconocimiento a uno de los íconos más grandes del hampa que ha tenido Miami. Y el Hemingway lo puse ahí porque Ernest Hemingway es uno de mis grandes ídolos literarios, y no sabes cómo me encantaría tener cerca de mi casa un bar que lleve su nombre.
Miami también ha sido el escenario de tus novelas anteriores. ¿Buscas cuestionar conscientemente esa «falta de identidad» de la ciudad de la que hablan tus personajes?
Probablemente, aunque no me lo había planteado nunca, pero ya sabes que los libros están llenos de pliegues que los lectores descubren antes que el propio autor.
¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
Hacia fines de octubre o principios de noviembre saldrá “Tour: una vuelta por la cultura popular de Miami”, que es un libro de 31 ensayos y crónicas en formato breve, sobre aspectos de cultura popular, personajes y hechos relevantes de la historia de Miami. Tienes textos de Henry Flagler, Jim Morrison, Cassius Clay, la industria pornográfica, algo de literatura, etc. Estos textos los empecé a escribir en el 2013 para El Nuevo Herald. También estoy escribiendo una novela que lleva como nombre Americana cuyo personaje central es el Comanche.
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