Frente al desastre socioeconómico, provocado por la ineptitud, la corrupción y las “ideas muertas” de un neocomunismo trasnochado y la consiguiente pérdida del apoyo popular, el gobierno de Maduro en Venezuela ha optado por el aumento de la represión, la intimidación y la militarización de la sociedad, en el marco de un golpe de Estado continuado que ha anulado el Parlamento, usurpado todas sus funciones y postergado indefinidamente el ejercicio del derecho al voto. Recientemente en una parada militar, cuya coreografía parecía una caricatura tropical de un desfile en la satrapía de Kim Jong Un, Maduro anunció que iba a entregar 500.000 fusiles a las milicias populares, compuestas por civiles de todas las edades partidarios del gobierno. Las milicias no dependen del Ministerio de la Defensa, sino están a las órdenes directas de Maduro, no existen en la Constitución. Se trata, por tanto de una ilegal guardia pretoriana, que recuerda claramente las milicias del jerarca fascista Farinacci en Italia, las S. A. de Ernst Röhm en la Alemania Nazi y los “Batallones de la Dignidad” del dictador narcotraficante Manuel Noriega en Panamá. En Chile, al final del Gobierno de Allende, se intentó organizar unas milicias populares, igual que ahora en Venezuela, con la asistencia técnica de la Cuba castrista. También en la Guatemala de Jacobo Arbenz en 1954, se impulsó la creación de unas milicias populares, fuera del control del Ejército. Tanto en Chile como en Guatemala, el intento de organizar estas milicias creó un intenso malestar en las Fuerzas Armadas, que perdían así su monopolio de la violencia legítima. En los países democráticos, no hay milicias populares, sólo Fuerzas Armadas profesionales y sobretodo apolíticas, porque tienen en custodia las armas de la totalidad de la nación, son el brazo armado del Estado, por tanto no deben intervenir en la lucha política, porque se convertirían en un partido armado, que usurpa el poder de autodeterminación del pueblo, al utilizar, ilegítimamente, la fuerza de las armas. Además de las milicias, turbas violentas y armadas, mal llamadas “colectivos” han sido organizadas por el partido de gobierno para hostigar y agredir las manifestaciones pacíficas de la oposición. Estos paramilitares, parecidos a los salvajes “tonton macoutes” del dictador haitiano “Papa Doc” Duvalier, han sido los causantes de la mayoría de los asesinatos de manifestantes pacíficos en las recientes protestas contra el golpe de Estado. El régimen para mantenerse en el poder ha decidido apoyarse en esta especie de pretorianismo militar. Las gloriosas legiones romanas, que conquistaron el más grande imperio de la antigüedad, despreciaban a los pretorianos, generalmente comandados por “lamebotas” del emperador de turno, por nepotistas, golpistas, corruptos, ineficientes y cobardes. Edward Gibbon en su clásica obra “The Decline and Fall of The Roman Empire”, afirma que” la intervención de la Guardia Pretoriana en la política imperial fue el primer síntoma y causa de la decadencia del Imperio Romano.”
Los militares venezolanos deberían recordar que las fuerzas armadas, subordinadas al poder civil democrático, son las fuerzas armadas profesionales y eficientes de los países avanzados, respetadas y amadas por sus pueblos. En cambio, el pretorianismo militar y las milicias son características típicas de países atrasados con fuerzas armadas de opereta, ineficientes y mayoritariamente corruptas.