Los cuentos de la mexicana Paola Tinoco son textos que nos hablan de una realidad que está allí todo el tiempo, pero que muchas veces no logramos apreciar, son historias de un puñado de sobrevivientes que realizan trabajos que pueden resultar riesgosos o humillantes, labores que quizá ninguno de nosotros sería capaz de hacer. ¿O sí?
Sobrevivir es un arte en los tiempos que corren; lo sabemos. Y no todo trabajo va revestido de dignidad; nadie lo ignora. Pero cómo contar de forma magistral esas existencias tan cercanas que están a la sombra y ponerlas a brillar. Aquí están los cuentos de Paola Tinoco para hacerlo:
Una mujer que encuentra su vocación en el acto de dejarse humillar públicamente por sus acompañantes. El empleado de una bodega de libros roba algunos, cada tanto, para sacarles algún rédito. Pero luego se convierte en un ladrón y un lector compulsivo para quien la vida pierde todo significado sin el acto placentero de la lectura. Un soldado Nepalí que al momento de retirarse se encuentra entre la espada y la pared: Permanecer en Londres donde cuida a los hijos de una modelo exitosa, o retornar a su país donde lo espera una existencia vacía. La vida de la autora gira en torno a los libros, ya que se desempeña como editora, escritora y promotora literaria, y de allí su interés en darle vida a un puñado de cuentos donde su quehacer se ve reflejado en historias coloridas y atrapantes.
Rainer María Rilke decía que la verdadera patria del hombre es su infancia. ¿Piensas que tu destino de escritora se decidió en alguna etapa de tu infancia?
La magia de poder comunicarme a través de las letras empezó cuando aprendí a juntar unas palabras con otras, a los seis años. Empecé a escribir cuentos a muy temprana edad porque ya me había cansado de solo escribir lo que me pedían en la escuela y de escribir todo a mis padres, como si fuera muda, para estrenar ese nuevo modo de comunicar lo necesario. La patria del escritor son los recuerdos, pues, y estos vienen desde la infancia, de modo que coincido con la tres veces gloriosa María Rilke.
Pienso en tus inicios como escritora, y me pregunto si recuerdas cuáles eran las temáticas preferidas de tus primeros textos, y en cómo reaccionó tu entorno familiar ante esa vocación.
Los primeros temas acerca de los que escribí fueron la comida, las plantas y la muerte. El primero, como una necesidad. No quería hablar para presumir a mi madre que ya podía escribir frases dotadas de sentido y entonces, cuando deseaba comer algo, se lo escribía. Luego no quise desperdiciar esas palabras y las retomé para escribir algún cuento de tacos voladores. A mi madre le parecía que era una pesada, o eso me decía, pero después descubrí que guardaba todos los papeles donde yo escribía por esos años. Al final estaba orgullosa de mi, pero no era muy dada a hacer elogios. El segundo, las plantas, me inspiraban por el asombro que me producía verlas nacer y crecer en el jardín de mi abuela. Eso era mágico, de modo que era un tema importante. En ese caso, mis personajes eran flores que hacían frente común con otras plantas para no permitir que los insectos se acercaran a ellas. El tercero, la muerte, fue algo que me impactó a los siete años, cuando me diagnosticaron una dolencia en el corazón que después no pasó a mayores, pero yo tenía consciencia de que era algo peligroso y que podía morir. Entonces me refugié, precisamente, en el improvisado jardín de mi abuela y no salía en horas. Escribía ahí sobre cómo las plantas hermosas que había visto nacer y crecer llegaban al ocaso de su vida, se marchitaban y morían, como sabía que me pasaría en algún momento.
En tu actividad de escritora, ¿qué es lo que te brinda mayor felicidad, y qué es lo que más te desagrada o incomoda?
Me genera contento leer una frase redonda y cerrar una historia. Luego claro, verla publicada. Me gusta el cansancio que deja haber dedicado horas a escribir y sentir que me he vaciado por dentro. Lo que me desagrada a veces es el ambiente literario que en América Latina es un tanto clasista.
Cuando uno lee Oficios ejemplares pasa por distintos estados de ánimos: del asombro ante la fatalidad se pasa a la risa, o de la compasión por algún personaje al rechazo por otro, todo en brevísimas pinceladas; una virtud que no abunda. Y como en todo gran libro el lector cree cada palabra que le van contando, y entonces nos conduce a preguntarnos cuál es el porcentaje de realidad y de ficción que has puesto en estas catorce historias.
El porcentaje varía. Creo que prefiero decirte que todas son verdad y todas son ficción al 100%. Me explico: La cenicienta humillada es una chica que se da cuenta del poco talento que tiene para conseguir trabajo y decide cobrar por dejarse humillar. Parece un chiste y un drama al final, pero lo cierto es que hay muchas mujeres así en la vida real, capaces de dejar que los novios las maltraten mientras paguen la cuenta de un buen restaurante o les compren un vestido. Es triste pero cierto. En Pedigüeño profesional, la historia es ficción pero esos personajes existen en la Ciudad de México, lo puede corroborar cualquiera que se quede media hora en una sala de urgencias en cualquier hospital público. He escuchado por lo menos tres versiones diferentes de casos «desesperados» en salas de urgencias en las que he tenido el infortunio de esperar a saber noticias de algún amigo o pariente. En el cuento de Esposa de escritor, el personaje central es una mezcla de por lo menos cinco o seis esposas de escritores a las que he conocido o de las que he leído. Es todas pero al mismo tiempo ninguna. Así surgen muchos personajes, no solo míos, observas, lees, escuchas historias y de pronto se va tejiendo un solo relato que lo mezcla todo, un poco como sucede en los sueños, mezclas absurdas de todo lo que tenemos en la cabeza antes de irnos a dormir.
Algunos de estos cuentos están relacionados con tu universo profesional, con tu actividad. ¿Podría suponerse que te costó menos esfuerzo escribirlos, o quizá la cercanía exigió un trabajo más arduo?
Los cuentos nunca son fáciles porque deben ser contundentes y no tienes todo el espacio de, por ejemplo, una novela. Los que están relacionados con mi vida laboral fueron tan difíciles o más que otros, porque si bien, cuento con algunos elementos de primera mano para empezar la narración, después me vuelvo muy exigente tratando de recrear lo mejor posible una historia cercana a lo que yo he vivido, o quizá surge el deseo de darle la vuelta a esa cotidianidad, caso en el cuál, le doy cuatro o cinco vueltas más a cerrar ese relato, a diferencia de los otros.
Cabe destacar que este libro es otro de los lanzamientos de editorial Páginas de Espuma, que con éxito y determinación viene apostando desde hace largos años a la narrativa breve, un océano al que pocos se atreven y la mayoría naufraga, de la mano de un ya innegable visionario, Juan Casamayor, fundador y director del sello, que acaba de recibir el Homenaje al Mérito Editorial de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).