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En el mercado fenicio: Otra vez Babel

Tengo la impresión de que cada vez la gente lee menos. Y no me refiero a leer libros, literatura, sino al acto de leer en sí mismo: observar palabra por palabra, ordenarlas, darles un sentido. Tengo esa impresión, sobre todo, por lo que veo en las redes: nos quedamos con dos o tres palabras y le damos el sentido que mejor nos parezca. Cada vez más una interpretación confusa, una Babel mediática.

El mundo 2.0 ha significado un cambio sustancial en la forma en cómo transmitimos y recibimos información y por ende, en la forma en cómo construimos conocimiento. En él todo es vertiginoso y eso tiene ventajas y desventajas. Por un lado, enterarse de lo que pasa -por ejemplo- en el mundo árabe es muy fácil. Uno abre cualquier red social y casi todos compartieron la noticia. Así también pequeñas historias anónimas dejan de serlo en los espacios virtuales. Iniciativas como Humans of New York nos han acercado a gente desconocida que se gana, inmediatamente, nuestra simpatía. Todo es, precisamente, inmediato.

Lo mismo que, hace un siglo y medio, hizo la fotografía -acercar fronteras- lo hacen ahora redes como Facebook, Instagram o Twitter. Pero ¿estamos realmente más cerca? ¿Qué peligros implica esa inmediatez? Inmediatas son, también, nuestras lecturas. Una o dos frases y concluimos y sentenciamos. Y podríamos alegar que las cosas que escribimos en Facebook o Twitter carecen, muchas veces, de la técnica adecuada para que se haga sencilla la comprensión e interpretación: comas, puntos, concordancias de género y número son obviadas. Pero noto el asunto de la lectura “por encima” incluso con textos muy bien escritos e incluso literariamente brillantes: pareciera haber una incapacidad para detenernos en ellos, para adentrarnos en su verdadero significado o para no leerlos desde nuestros prejuicios. Incluso para no leerlos desde nuestras simpatías y antipatías hacia quienes escriben o comparten. No estoy exenta, a veces leo mal.

¿Es leer un acto difícil? ¿Nos enseñaron a leer, a leer de verdad? ¿A cumplir con todos los pasos que requiere la lectura para que no hagamos interpretaciones que nada tienen que ver con lo escrito? ¿Nos estamos enfrentando a un problema de formación académica y lectora que se hace cada vez más visible en ese gran escenario que son las redes sociales? ¿Se ha profundizado ese problema gracias a esas mismas redes? ¿O son ellas quienes generan el problema, un mundo donde nuestra opinión y lo que pensamos es más importante que lo que piensan y dicen otros? ¿Nos han vuelto ególatras, ciegos? ¿Está este mundo, a pesar de las apariencias, cada vez más incomunicado?

Por otro lado, cada vez son menos los textos y más las imágenes (carteles, memes, frases, citas inventadas y adjudicadas a libros famosos) en las redes. La palabra escrita pareciera estar desapareciendo y, aunque nada tengo contra las imágenes, tampoco somos buenos lectores de las mismas. La idea de que la imagen es más directa y dice más que mil palabras tiene mucho de cierto pero también tiene mucho de mito. Como todo signo, las imágenes tienen un proceso de lectura e interpretación. Tienen niveles, capas, aristas. Pueden mentir como puede mentir todo y nuestra época parece ser particularmente tramposa. Si no tuviesen complejidad, serían impensables la historia y la crítica de las artes, ambas disciplinas más que legítimas y legitimadas.

¿Cómo se vislumbra el futuro de una sociedad global que tiene cada vez menor capacidad para entenderse? No soy católica ni protestante, no leo La Biblia como texto único y sagrado sino de la misma forma en que leo los mitos: metáforas para el ser en el mundo. ¿Qué torres estamos edificando para llegar a los cielos y exaltarnos a nosotros mismos? ¿Cómo estamos enredando nuestras lenguas? En un momento histórico donde el desencuentro, el odio, el fanatismo, la intolerancia, la falta de con(s)ciencia (esa frase tan de moda, tan dicha a la ligera) y, en donde la mitad de lo que acontece, sucede en la virtualidad  ¿puede la lectura, la verdadera lectura, crear un puente? ¿Es necesario reaprender a leer? ¿Es obligatorio leer alejados de nosotros mismos, de nuestros prejuicios, del valor de nuestra propia opinión?

Hay quienes dicen que la torre de Babel es una referencia bíblica a un zigurat sumerio, esas primeras pirámides. No sé si eso es cierto. Pero cierto es que los sumerios inventaron la escritura y, con eso, dieron pie a la literatura escrita. Sabemos que lo hicieron para poder registrar asuntos relacionados con la economía. Pero quién sabe si acaso, sólo si acaso, también para resumir en códigos cifrados -y entendibles para los que supiesen leerlos-, los procesos de la realidad. Códigos que se supone significarían lo mismo para todos y permitirían el acuerdo. Quién sabe si lo hicieron para evitar el enredo de las lenguas.

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