Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Ornella Chiossone
Photo Credits: Quyn Duong

Ornella Chiossone: Historia de un aterrizaje inesperado en un camión de vestuario

Muchas son las historias que ruedan de boca en boca entre los diferentes círculos de amigos a los que uno puede pertenecer y que versan sobre la odisea de algún “adulto contemporáneo” —ya suena como extraño decirle joven a un treintañero— para encontrar su pasión, convertirla en su trabajo y ganarse la vida gracias a ello. Sin embargo esta, la de Ornella Chiossone, parece sacada de una película de la que, seguramente, ella habría sido la diseñadora de vestuario.

Si fuéramos a guiarnos por el “Libro de las historias de sueños cursis cumplidos por latinos en Nueva York”, diríamos que Ornella encontró su pasión por la moda en una de las capitales del mundo, donde logró, a punta de trabajo, convertirse en una exitosa relacionista pública que se codea con los diseñadores que marcan la pauta alrededor del mundo. Sin embargo, ésta historia no pertenece a ese libro.

 

Ornella Chiossone
Photo Credits: Diego Sierralta

 

Al llegar a Nueva York Chiossone trabajó en una importante empresa de relaciones públicas en moda, posición que la haría huir rápidamente de ese mundo. Asegura que aunque el formar parte de un equipo que organizaba pedidos de estilismo para celebridades haya sido un factor importante en su carrera, quedó desanimada por el ambiente de trabajo y la actitud de sus colegas. Señala el mal humor y la frivolidad como dos defectos de quienes trabajan en esa industria —sí, por ahí hay una película en la que la sufrida protagonista, tras exponerse a la frivolidad del mundo de la moda, conquistó el éxito, pero esa película no era sobre Ornella.

Su primer trabajo en una película fue el de extra en la grabación de Manos de piedra, dirigida por el venezolano Jonathan Jakubowicz y protagonizada por su compatriota Edgar Ramírez. Alguien le comentó que el rodaje era en Nueva York y le dio el contacto de Jakubowicz para que le preguntara si podía colaborar como extra. El que la historia tuviera lugar en los años setenta obligaba a los extras a estar vestidos acorde a la época, fue allí cuando Ornella entró por primera vez en contacto con el mundo que se convertiría en su pasión: “Cuando entré en el camión del departamento de vestuario, y vi toda la ropa y me comenzaron a vestir yo pensé: esto me encanta. En ese momento supe que quería explorar ese mundo”.

Al final del día, lo único que Ornella tenía claro era que quería volver al set, por lo que se ofreció a regresar para ayudar con lo que se necesitase. “Estaba dispuesta a hacer de todo, estaba feliz haciendo cualquier cosa” confiesa. Volvió al día siguiente, pero esta vez no como extra; su tarea en aquel momento fue pararse en una esquina para desviar a la gente que caminaba por la acera donde se rodaba la película, cosa que hizo a sabiendas de que no le pagarían ni un centavo, pero que le sirvió para conocer a la diseñadora de vestuario de la película y a su equipo, de quienes rápidamente pidió los emails para intentar trabajar con ellos en futuros proyectos.

Ornella encontró en ese momento un modus operandi que le permitiría acercarse más al mundo del vestuario en películas de ficción: se ofrecía como asistente de producción para conocer al equipo de vestuario y pedirles su contacto. Sin embargo, no pasó demasiado tiempo antes de que su intento por conocer a la diseñadora de vestuario de Manos de piedra resultase en una llamada que representaría su primer paso en el camino hacia convertirse ella misma en diseñadora de vestuario. Sus primeros logros fueron conseguir ser asistente de vestuario en varios largometrajes; cuenta que entre proyectos, aceptaba trabajar en cortometrajes de estudiantes como vestuarista, lo que le dio la seguridad de que esa era la posición por la que apuntaría siempre.

 

Ornella Chiossone
Photo Credits: Quyn Duong

 

Muchas veces uno escucha a los actores compararse con sus personajes e incluso confesar que en ocasiones, cuando no están actuando, se comportan como el personaje que están interpretando en determinado proyecto. Tú, aunque no interpretes a un personaje, debes meterte en su psique y pensar en cómo te vestirías si fueras esa persona. ¿Cómo vives ese proceso?

Muchísimas veces me he dado cuenta de que la forma en que me visto cambia de manera inconsciente de acuerdo al proyecto en el que estoy trabajando; me veo al espejo y digo:

“!Miércoles! Estoy vestida igual que el personaje de esta película”. Y cuando me doy cuenta entiendo que, sin querer, adopto el estilo de la protagonista durante el proceso de producción. A veces puede que no adopte el estilo sino los colores: voy al set y me doy cuenta de que me vestí con colores de la paleta que estamos utilizando. Y esto se da porque uno pasa semanas investigando; se lee el guión y se lo memoriza de arriba para abajo. Uno está siempre pensando en colores y habla al respecto con el director, con el director de fotografía y con el diseñador de producción.

 

Hablas de la fase de investigación, que acompaña la lectura del guión. ¿De qué manera abordas tus proyectos?

Depende del proyecto, hay mucha investigación durante la cual necesito estar en mi casa pegada a la computadora, viendo catálogos y revistas. Pero, cuando salgo de la casa, mientras camino, voy encontrando elementos que también me pueden servir. Por ejemplo si estoy trabajando en un proyecto en el cual hay estudiantes, me acerco a NYU para ver cómo se visten los estudiantes y también cómo se comportan. No se trata de reflejar solo la vestimenta, sino toda una manera de ser. Colaboro también con el equipo de utilería y sé que ellos me van a preguntar sobre el tipo de cartera que utiliza un personaje o incluso los accesorios. Si voy en el metro o caminando por la calle y alguien me llama la atención por como está vestido trato de fotografiarlo, porque en esa persona veo reflejadas ideas que me pueden servir para algún vestuario. A veces, si me cruzo con una persona que se parece a alguno de los personajes que estoy desarrollando, soy capaz de pararla para pedirle una foto, porque sé que eso me va a servir de inspiración. Aunque me gusten los proyectos que mezclan la realidad con la fantasía, yo no vivo en la fantasía, y por lo tanto busco inspiración en la calle; bien sea tomando una foto mental o, incluso, hasta a escondidas. Lo hago porque para mi es material de trabajo.

 

Me imagino que a medida que fuiste adentrándote en el diseño de vestuario fuiste buscando diseñadores que te inspiraran. ¿A quién admiras?

Milena Canonero, es una veterana. Una de sus primeras películas fue la Naranja Mecánica y lo que ella logró fue increíble, creó una estética que dejó huella y que hoy en día es inspiración hasta para disfraces de Halloween. Admiro a Helena Sanchís por ejemplo, es una española quien trabaja en muchos proyectos de época; le escribí a través de las redes sociales y me contestó con mucha sencillez. Otra persona sería el diseñador de vestuario de Saturday Night Live, Tom Broecker. A él también le envié un mensaje diciéndole que me encantaba su Instagram y me contestó como si yo no supiera quién era. Me agradeció y hasta me explicó que observar a la gente formaba gran parte de su trabajo y luego me dijo que era vestuarista. ¡Imagínate!, le pedí un consejo y me dijo “trabaja en todo tipo de proyectos, porque así vas a saber diferenciar lo que te gusta de lo que no”.

 

Ornella Chiossone
Photo Credits: Quyn Duong

 

Hablando de fama… De los actores con los que has trabajado, ¿quién te ha impactado más?

Michael Huisman. Interpreta a uno de los personajes de Game of Thrones. Es holandés y vino a Nueva York a empezar de la nada a pesar de la fama que había alcanzado ya en Holanda. Es una persona súper centrada y buena gente, me ayudaba a cargar cosas en el set. Cuando uno se encuentra con actores de ese nivel, generalmente, no le prestan atención a si uno necesita ayuda o no, están en lo suyo. Los actores que tienen los pies sobre la tierra, sin duda, le hacen a uno el trabajo más agradable.

 

Y en términos del proyecto en su totalidad, ¿cuál ha sido el que más te ha marcado?

Un cortometraje que hice en diciembre: Margot. Es un corto que se desarrolla entre la realidad y la fantasía y es muy melancólico y femenino. Cuando hice ese proyecto entendí que ése es el tipo de trabajos que me gusta hacer, algo que se diferencie de lo que vemos todos los días. Una serie en la que la historia tiene lugar en la actualidad y los personajes son como tus amigos, es igual a lo que uno ve todos los días y yo prefiero hacer trabajos que requieran más imaginación, como los sueños. Me gusta fantasear y trabajar en proyectos que se distinguen de lo que uno puede ver día a día, en la calle. Sin embargo, no amo lo fantasioso al estilo Disney: La Bella y la Bestia, Cinderella… Eso ya es fantasía pura y yo prefiero los proyectos que combinan la fantasía con la realidad.

 

Si tuvieras que contar algo que, en tu opinión, la gente no conoce sobre tu trabajo, ¿qué seria?

A veces en invierno tenemos que filmar historias que suceden en verano, entonces nos toca poner a los artistas afuera a congelarse y a hacer como si estuvieran pasando calor. Es muy difícil tanto para el actor como para uno porque hay que estar encima de ellos, cuidándolos, todo el tiempo, y ponerles parches de calor por todo el cuerpo. Si la protagonista tiene, por ejemplo, un vestido de tiritas, hay que pegarle los parches en todo el cuerpo, evitando que la cámara los registre. El departamento de vestuario se encarga de cuidar al actor en esos casos, siempre, ponerle piezas que utiliza la gente debajo de la ropa durante el invierno para mantenerse calientes y cortarlas para evitar que se vean. Nadie imagina todo lo que uno hace para que el actor esté absolutamente cómodo y logre transformarse completamente en el personaje.

Hey you,
¿nos brindas un café?