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Oposición venezolana

“La política es el arte de lo posible”. Frase que se le atribuye a Aristóteles, a Maquiavelo y a Bismark, entre otros. En cambio, Arístides Calvani, un Maestro de mi juventud, nos decía que era el arte de hacer posible lo deseable. La unidad de la oposición, en Venezuela, indudablemente sería deseable, particularmente frente a la comunidad internacional democrática que quisiera tener un interlocutor unitario. La transición chilena es el ejemplo histórico preferido para aquellos que creen que la unidad de la oposición, no sólo es deseable sino es necesaria para la transición del actual “totalitarismo fallido” a la democracia y al Estado de derecho. Sin embargo, algunas veces, lo deseable, por irreal, no es factible hacerlo posible. El régimen madurista está dispuesto a reprimir violentamente, recordemos los 150 muertos de las manifestaciones del 2017. Casi todos los dirigentes de la oposición democrática están encarcelados, exiliados, inhabilitados o asilados en embajadas y los demás intimidados, buena parte de los partidos políticos, incluyendo la coalición electoral ganadora de las elecciones parlamentarias, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), está ilegalizada. Hay terror de Estado en Venezuela. Las transiciones chilena, española y polaca, tienen muy poco que ver con Venezuela. En cambio las transiciones que, “mutatis mutandis”, más podrían ser útiles para entender nuestro caso son la Nicaragua de los años ’80 y ’90 y la de África del Sur. Contra la primera dictadura sandinista hubo sanciones y presiones internacionales individuales, diplomáticas y financieras, existía también la presión interna de la acción política pacífica y no violenta de la Unión Nacional de Oposición (UNO), que finalmente llevó Violeta Chamorro a la presidencia, pero también había la presión guerrillera de la Contra. En África del Sur el régimen del apartheid fue derrotado por la acción de diversas presiones. Hubo sanciones y presiones internacionales, había la guerrilla del African National Congress de Mandela y también existía la acción política, pacífica y no violenta del Partido Progresista de Reforma, que luego adoptó el nombre de Partido Progresista Federal, dirigido por Helen Suzman, así como la acción de ONGs, como las iglesias cristianas, recordemos a este respecto el premio Nobel de la paz Desmond Tutu. Estas dictaduras fueron derrotadas exitosamente a través de diversos “caminos” simultáneos, que no eran excluyentes sino complementarios, en otras palabras, que se reforzaron mutuamente. Pero es muy importante resaltar que los integrantes de los diversos caminos no perdían tiempo en atacarse e insultarse, sino cada uno hacía lo que creía conveniente para enfrentar la dictadura. En Venezuela es irreal, en la actual coyuntura, hacer posible la deseable unidad de la oposición. El régimen está debilitado por la progresiva sangría en las filas de sus dirigentes, por el trágico fracaso socioeconómico y la cada vez más fuerte protesta social, por la carencia creciente en el apoyo popular y por el aislamiento internacional. La presencia de los gobiernos de Duque y Bolsonaro en las principales fronteras es una seria preocupación para Maduro. A esto habría que agregar la intranquilidad en los cuarteles, demostrada por los centenares de oficiales encarcelados. Por tanto, hay que seguir presionando por todos los “caminos” posibles, sin “disparar a los lados”.

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