Venezuela, cuando me levanto, Venezuela, cuando me acuesto, cuando voy y vengo, cuando trabajo y descanso… así estamos viviendo los venezolanos. Con Venezuela entre pecho y espalda, convertida en tema urgente, atragantada a mitad de camino, una asfixia país atravesada, omnipresente aunque no venga al caso. Leas lo que leas, hables de lo que hables, estés donde estés… Venezuela…
Me leo un artículo en The Guardian sobre siete prisioneros condenados a muerte en Arkansas, y no pienso en Arkansas, pienso en Venezuela, aunque no tenga elementos que induzcan la comparación. Los siete prisioneros están programados para morir dentro de 11 días. ¿Cuántos de los que viven prisioneros del miedo sin salir de sus casas en Venezuela, están condenados a morir en los próximos días, simplemente por salir a comprar pan o por manifestar pacíficamente su opinión en contra del gobierno?
Don Davis y Bruce Ward, condenados a muerte por inyección letal el 17 de abril; Stacey Johnson y Ledell Lee, tres días después; Marcel Williams y Jack Jones el 24 de abril, y Kenneth Williams el 27 de abril; a pesar de sus probados delitos y condenas, aun tienen quien los defienda. ¿Quién defiende a los miles de centenares de venezolanos expuestos al hambre, el hampa y lo que es peor, al gobierno?… decenas de abogados no se dan abasto, en situación de medios de comunicación amordazados, Internet último reducto de información, intencionalmente colapsado, ¿quién defiende a los más de 360 detenidos entre el 4 y el 11 de Abril en Venezuela?… ¿quién, a los tres adolescentes detenidos por los hechos de San Félix, puestos a la orden de la Casa Militar?
Los abogados de los siete condenados a muerte en Arkansas piden un bloqueo permanente de los asesinatos planificados pues denuncian que se trata de una ejecución en línea, como si se tratara de una línea de montaje de una fábrica de automóviles, sólo que en lugar de juntar las partes de un carro, juntan cadáveres. Las autoridades se defienden diciendo que en este caso no se puede hablar de ejecución masiva… son solo 11 presos los afectados. Me pregunto si cuando lanzan bombas lacrimógenas desde el aire contra una manifestación pacífica de centenares de miles de personas, el gesto de represión, “liquidación”, según las órdenes del ejecutivo, se puede considerar masivo… Cuando le tiran huevos al presidente de panza condecorada, ¿es rechazo masivo? ¿O es de alguna manera plausible que se tratara de “tomates de amor, pelotas de amor, mangos con mensajes de amor”… ¿Puede el caradurismo jalabolas del funcionario de gobierno que declara semejante barbaridad de amor vegetal, ser aun más letal que su obnubilado madurismo?
Aparentemente, las fechas de ejecución en Arkansas se fijaron para poder terminar de usar un lote final del Sedazol Midazolam antes de que expirara a finales de abril. ¿Y a quién le importa que las bombas lacrimógenas que está usando masivamente el gobierno venezolano están vencidas?
Matar a los reclusos de Arkansas en una sucesión tan rápida, en una serie tan condensada de ejecuciones, es un caso aparentemente nunca visto. Los abogados argumentan que al precipitarse los asesinatos, se corre un gran riesgo de cometer errores además de infligir demasiado sufrimiento a los prisioneros. En USA está constitucionalmente prohibida la tortura. En Venezuela también.
Los abogados de los presos de Arkansas piden que se bloqueen las múltiples ejecuciones aduciendo que la última vez que se llevó a cabo una doble ejecución, Clayton Lockett se retorció y gimió durante 43 minutos. Lo que tildan de “catástrofe”. Una investigación posterior sobre lo que había salido mal descubrió que el equipo de ejecución había estado bajo un estrés tan grande por tener que matar a dos hombres en una noche, que habían cometido errores y desde entonces se introdujo una nueva norma que obliga a que las ejecuciones tienen que ser por lo menos con siete días de separación. ¿Cómo dormirán los responsables de la muerte de Miguel Antonio Colmenares, (36) Brayan Principal (13), Daniel Queliz (19), Jairo Ortiz (19), una señora de 87 años y un bebé de… en un país donde no podemos decir que la democracia no alcanza hasta la muerte que se infringe sin distingo de sexo, raza, clase ni edad…? ¿Será que los responsables de esas muertes sienten algún estrés? A juzgar por los selfies de soldados venezolanos sonreídos frente a las barricadas en fuego, manifestantes en huída, o caídos, que circulan en las redes, no parecieran estar bajo mucho estrés… a pesar de que son muchos los heridos, torturados y muertos que pesan sobre sus conciencias.
La denuncia de los abogados de Arkansas también señala los problemas con la droga que se está utilizando, Midazolam, que ha ocasionado asfixia, el espectáculo de condenados luchando por respirar, tosiendo durante 13 minutos… ¿cuántos minutos de asfixia, cuánta tos, cuanta impotencia y cuantos manifestantes o transeúntes inadvertidos, cuantos niños y ancianos en sus casas han sido afectados por las bombas lacrimógenas del gobierno venezolano? Dudo que haya un venezolano, esté donde esté en el mundo, que no esté sintiendo el olor de las bombas en este momento.