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Un presupuesto inhumano, nuevo fundamento de la Grandeza Americana

Hay que comenzar a ganar las guerras, dijo TRUMP haciendo resonar tambores de victoria.

Y tiene razón, Mr. President, hay que comenzar a ganar las guerras, regresar a la Grandeza Americana; pero el enemigo no está fuera de las fronteras, el enemigo, Mr. President, es interno, se encuentra agazapado, avanza cual un cáncer, se expande por nuestros estados y si no lo combatimos y ganamos esa guerra, la misma amenaza con destruirnos.

Mi problema con su posición, Mr. President, es que usted apunta con bombas, barcos, aviones a un enemigo más allá de las fronteras, que usted aumenta de 10% el presupuesto militar ($54.000 millones, llevándolo a un total de $ 574 mil millones) y al mismo tiempo baja el presupuesto destinado a la educación, a los préstamos de estudiantes, a la investigación científica (– 14% dejándolo en $50.000 millones), a la protección del medio ambiente (– 31% dejándolo en $5.7 mil millones), a los programas sociales (– 17%), y anuncia un drástico recorte al Medicaid (– 800 mil millones en diez años), etc. Mi problema es que usted se equivoca de enemigo y de guerra, Mr. President.

Nuestra guerra no está más allá de las fronteras, nuestra guerra está aquí y abarca muchos frentes, frentes que nos debilitan y ponen en peligro la Grandeza Americana.

Uno de ellos es la guerra contra la desigualdad imperante, esa desigualdad que ofende, que duele, que avergüenza. Esa desigualdad que hace que la caridad ejercida por los poseedores de fortuna denigre. Cierto, hace sentir menos culpables a sus amigos, o millonarios enemigos, Mr. President: “tengo miles de millones pero utilizo algunos para beneficio de los desposeídos, de los hambrientos, de los que no se atreven a mirar en los ojos a sus hijos” cuando podría haberme guardado todo, ¡qué humano soy!

Al cortar el subsidio al programa de asistencia nutricional, al que el año pasado se acogieron 46 millones de la Gran América –un 15% de la población– está condenando a pobreza perpetua a aquellos que buscan alimentos al borde de ser botados por inservibles en los anaqueles de la vergüenza.

Otra guerra es contra una educación de mala calidad o fuera del alcance de una mayoría, de una educación reservada a una elite, mientras la ignorancia es reservada a la mayoría para que no piensen, para que no busquen otros caminos, y ese enemigo avanza, carcome e incluso permite locas aventuras, permite que la ignorancia nos gobierne, que la falta de lógica nos gobierne, que la frase vacía de contenido se transforme en ley en ésta, nuestra Gran América.

Y en esta guerra usted, Mr. President, apunta a destruir los templos del saber, a limitar el pensamiento, y la respuesta comienza a vislumbrarse, ¿filosofía?, inútil, y esos departamentos o se fusionan con otros o desaparecen, dicen algunos administradores de universidades, y eso es sólo el comienzo. Al recortar un ya magro presupuesto para la educación usted, Mr. President, está  destruyendo el futuro de la Grandeza Americana.

Su presupuesto a la nación se define como “un presupuesto de poder duro, no blando, y es algo intencionado. Este es el mensaje que queremos enviar a nuestros aliados y adversarios. Este es un Gobierno fuerte y poderoso”, como declaró su director de la oficina de presupuesto al presentarlo a la prensa.

Cierto, Mr. President, usted se sacó la careta, su presupuesto es un presupuesto duro al servicio de los poderosos, un presupuesto contra los pobres, contra la clase media, contra los inmigrantes, un presupuesto inmoral, un presupuesto inhumano, un presupuesto que ofende la dignidad. Un presupuesto que lleva a la frustración y la frustración puede ser caldo de cultivo para el terrorismo, el aventurerismo, y esto sí es un verdadero enemigo.

“Esta vez no se trata de pensar desde el punto de vista de los necesitados …”, “compasión” lo llama. Esta vez se trata de pensar “desde el punto de vista de aquellos que pagan impuestos”, y trata, en habitual maniobra, de que todos nos identifiquemos con los poderosos, puesto que claro, todos pagamos impuestos y nadie quiere ser necesitado. Y la vergüenza avergüenza a nuestros hijos y la vergüenza reflejada en los ojos de nuestros hijos hace que el alma duela y al mismo tiempo hace que la rabia crezca.

Y el enemigo interior avanza para transformar Su Gran América Mr. President, en Nuestra América.

El gasto en su guerra no lo queremos, entre defensa y seguridad nacional consumen $618 mil millones de dólares, queremos que ese gasto se utilice en la lucha contra el flagelo del hambre, de la falta de salud, de la educación sin calidad, de la discriminación, contra la destrucción del medio ambiente.

No queremos que las magras sumas que los poderosos destinan a caridad se descuenten de sus impuestos para estimularlos a que hagan más caridad puesto que les es más conveniente para que las cosas se mantengan calmadas, para que nada cambie.

¡No! No queremos caridad, queremos dignidad, trabajo, derechos, queremos un presupuesto para terminar con estos flagelos y disfrutar de nuestro derecho a vivir en paz.

Y rusos o no rusos, usted está perdiendo la guerra, Mr. President.

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