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Nuestra Colombia

Me ha gustado mucho viajar, visitar lugares, disfrutar de los paisajes de mi Colombia, pero sobretodo, compartir con las personas. Ir a Cartagena de Indias, recorrer la heroica, ver su historia, mirar al mar, fumarse un cigarrillo, saludar a la gente, recordar, enamorarse una y otra vez, caminar por cualquier calle de Cali, sentir el olor del cacao, tomar un taxi, cruzar una avenida, comerse un cholao, bailar salsa. Entre otros viajes épicos. Creo que una persona que no conozca su país no tiene ningún argumento para conocer el mundo, por más referentes que quiera tomar de afuera. Me cuestiona mucho las personas, que tienen el afán de conocer otros países y de internacionalizarse, cuando no conocen ni el 10 por ciento de su país. Yo pienso que es una cosa de orgullo, de identidad, de sentido de pertenencia que uno reconozca a su país natal o al que lo vio crecer; lo analice con cautela, lo viva, se apropie de él, lo observe, comprenda su historia, se movilice por él y lo disfrute.

En el caso de Colombia, las personas vivimos más en el contexto exterior; de cierta manera agredimos nuestra patria, y nos da temor mirar nuestra desnudez, nos avergüenza y atemoriza la propia diferencia, nuestra realidad, sin ella, no seriamos Colombia. Es un delito que ignoremos la riqueza cultural; para nadie es un secreto, que poco sabemos de nuestros escritores, nuestros fotógrafos, de nuestros artistas; los menospreciamos y además, es una canallada que tengamos más información de la Torre Eiffel en París, de la estatua de la libertad en Nueva York, de Ponte Vecchio en Florencia, y que no tengamos remota idea del Volcán de lodo en Arboletes-Antioquia, del mercado Bazurto en Cartagena o de Nueva Venecia-Magdalena. No sé porque será así.

Yo pienso que un deber como ciudadanos es conocer nuestra ciudad, recorrer todo nuestro país (muchos sacan la excusa de que no recorren el país por inseguridad, y no me vengan a decir que es por culpa de las guerrillas. Podría ser, pero me voy más por decir, que no conocen el país, porque desde niños nos lo han vendido vilmente y nosotros también nos encargamos de hacer la publicidad, pero a otros países los hemos fijado como ideales. Es obvio, que con esas ideas, cualquiera prefiera tomarse un selfie con la estatua de cera de Pavarotti en Nueva York, para generar prestigio, no sé. Otro problema es el de las marcas y de las cosas, preferir unos tenis Nike en vez de apoyar una marca local o preferir volverse un importado del todo, tal vez pudiendo a provechar las marcas nacionales. En fin, no quiero enredar con esta pequeña acotación).

Sí nos tomáramos la tarea de conocer, de reconocer, de valorar nuestro territorio nacional, seriamos un país muy distinto al que somos. Es indignante saber que muchos colombianos no saben, cuántas ciudades y departamentos tiene el país, que tengamos prácticamente en el silencio a otras culturas como las indígenas: Los Kogui, Los Wayúu, Los Emberá, Los Ticuna entre otras, o que creamos que toda la población colombiana cuenta con los servicios básicos y vive igual que cualquier otra persona, que no nos detengamos a mirar y a aprovechar lo que los diferentes territorios en Colombia tienen para mostrar y aportar al país, desde San Andrés, La Guajira hasta llegar al Amazonas. Es absurdo, que en aras de una época con facilidades para buscar la información, para viajar, para comunicarnos, no sepamos nada de nuestra patria.

Por otro lado (no me quedo con las ganas de mencionar esto), creo que una de las razones por las que el cine o la televisión colombiana sean de cierta manera considerados basura es por el hecho de que, en muchas oportunidades, como espectadores experimentados, percibamos la improvisación, contenidos flojos, historias que no trascienden de la violencia, del narcotráfico, de la infidelidad o de temas muy clichés (me reservo comentarios); y más que eso, se delata la ignorancia de los realizadores, con el respeto, parece que no conocieran a fondo nuestro país, para muchos el país se limita. Ese desconocimiento se le perdona más fácil a un extranjero, pero a un realizador colombiano, no (sin embargo, el extranjero que pretenda crear contenidos en un determinado lugar también tiene la responsabilidad de conocerlo a fondo). Sí conociéramos profundamente nuestro contexto, nuestro territorio, y además abordáramos educadamente nuestra historia, haríamos contenidos audiovisuales excelentes, reflejaríamos la complejidad de nuestro país, una complejidad que aborda la agricultura, la política (la buena, no la de payasos), el mar, nuestros paisajes maravillosos, la belleza de la gente, nuestra fauna y flora, nuestro pasado y presente, nuestro arte, nuestra arquitectura, las obras de nuestros referentes artísticos, científicos, políticos y sociales.

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