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No es una mala sensación

Reseña de El perdedor de Gay Talese

Raymond Patterson fue creado en septiembre de 1962. Minutos después de que un hombre negro se halara un lado del cinturón dejando caer una bata de seda, se levantara y se sintiera enorme y peleara en el ring y fuera noqueado por Sonny Liston. En todos los hombres hay algo de cobardía. Raymond es el invento del hombre que fue noqueado, al que ya no le divierte ser él.

Patterson vive en un lugar olvidado lejos de su esposa y de sus hijos. Lo que antes era un salón de baile ahora es su ring privado de boxeo. Tiene también a la vista una fotografía de cuando era campeón. Siempre está mencionando cosas que le gustaría hacer porque quizá tenga la sensación de no haber hecho nada.

Patterson dice que estar noqueado no es tan malo, que no se puede enfocar nada, que se oye mucho ruido y no se distinguen los sonidos el uno del otro, dice que es un dolor agudo, plácido.

Luego la prensa le pregunta si se había preparado bien, si cree que su gente lo apoya o lo está odiando, luego cualquiera le pregunta qué se siente al fracasar, qué se siente al ser derrotado tan fácilmente. Luego le dicen que no estuvo tan mal y que no es el final, que si se va a rendir, que si ya no quiere seguir boxeando. Son muchas preguntas y Patterson, con fallas en la respiración a causa de taquicardia, con los ojos en cualquier parte, con el sudor ya frío y apretando la boca, se muere por saber qué responder.

“Después no puedes recordar mucho de lo que sigue, porque no quieres”.

Cualquier hombre tiene un Raymond que le ayuda a no tener que dar la cara. Cualquier hombre pierde una, dos, tres peleas. Cualquier hombre siente vergüenza de que vean el gesto que tiene cuando está derrotado. Pero no cualquier hombre vive (como si tuviera una soga en el cuello que ya no puede quitarse), como todo un perdedor.

Gay Talese le preguntó a Patterson lo que habrían sido las respuestas para la prensa el día de la derrota. Por qué escogió el boxeo para vivir, por qué los boxeadores no pueden nunca verse a los ojos y cuál es el juego que su hija cree que practica, que es una cuestión de turnos.

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