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No hablemos del Sr. Trump

Ya sé que suena irónico que diga que no hablemos más de Trump y que precisamente le esté dedicando un artículo pero si no queremos que el próximo presidente de una de las mayores potencias mundiales sea un empresario ególatra y xenófobo tendremos que dejar de hablar de él.

Desde que Donald Trump anunció su candidatura, ha causado demasiadas molestias tanto a la comunidad latina como a aquellos que abogan por la inclusión y la igualdad.  Si esto es lo que ha hecho con solo palabras, no me imagino como serán sus acciones si es que llega al poder.

Además de haberse ganado el odio de los latinos, dentro y fuera de los Estados Unidos, el Sr. Trump ganó algo más: ser el candidato con mayor aceptación del partido republicano.

¿Cómo es que después de semejantes declaraciones, Trump logra posicionarse como el candidato preferido? Muy fácil: todos los medios de comunicación hablaban de él y no del resto de los candidatos. Nadie sabe que ha hecho Rubio, Bush, ni siquiera que ha hecho Hillary últimamente. Hasta Obama fue dejado en un segundo plano durante la semana en la cual Trump anunció su campaña.

Trump consiguió en la controversia su mejor arma, al menos de cara a las elecciones primarias del partido republicano.

La cobertura mediática que tuvo fue impresionante. Medios tanto estadounidenses como latinos se movieron para comentar sobre sus declaraciones. Algunos para apoyarlo, otros para odiarlo y mostrar su rechazo. Para bien o para mal, la cara y el copete de Trump estaban en todas partes.

Cantantes, actores, analistas, la sociedad civil, canales de televisión y hasta Carlos Slim hablaban de él, queriendo crear conciencia sobre lo amenazante que puede ser que una persona con tal nivel de odio y distorsión de la realidad llegue a ser presidente de Estados Unidos.

Se utilizaron espacios públicos muy valiosos como premiaciones o entrevistas que le dieron más exposición y más poder a unas palabras mal expresadas y carentes de cualquier sentido de humanidad. Sin embargo, el error es que nadie se dedicó a hablar de otras propuestas o de otro candidato más inclusivo. Era todo sobre Trump.

Hay una frase muy común entre los especialistas de la publicidad y es que “la mala publicidad, es buena publicidad” y si de algo sabe Trump, es de publicidad y como monetizarla y en esta ocasión la monetizó en intención de voto.

El resultado: hoy Trump es el candidato favorito de los republicanos, con 21.8 % de aceptación, seguido de Scott Walker 4 puntos por debajo. Si, shit just got real.

Hasta ahora Trump ha consolidado el voto radical y cuenta con bastante aceptación dentro del Tea Party, pero los radicales tienen un techo de votos muy bajo que no son suficientes para llegar a la Casa Blanca. Si Trump llegase a ganar las primarias republicanas, probablemente se enfrente contra Hillary Clinton quien hoy aglutina 56.4% del voto demócrata y sin duda es una de las favoritas.

De parte de la sociedad y los medios, si no queremos que el Sr. Trump se convierta en el próximo presidente de los Estados Unidos, hay que cambiar la forma en la cual se está reseñando su candidatura y más bien enfocar los esfuerzos de los medios de comunicación y redes sociales en potenciar a aquellos que verdaderamente traen una propuesta de valor. 

Algo ingenioso fue lo que hizo el Huffington Post que ubicó la campaña de Trump en la sección de entretenimiento, junto con noticias de las Kardashians y The Bachelorette. 

Creo en la libertad de expresión y creo que Trump está en su derecho de decir lo que piensa, pero cuando sus palabras traen a la realidad odio, segregación, marginalización y la intención de volver a la época de construcción de muros para separar naciones hermanas en vez de unir y cooperar, no queda más que decir “Sr. Trump, usted queda despedido”. Y que no se hable más.

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