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Necesitamos un cambio de estrategia

Seguimos atrapados en la pandemia. El modelo de los sistemas de salud no ha resultado eficiente, y la nueva cepa, como se temía, ocasionó un repunte.

La publicidad en las redes, los medios de comunicación, la mercadotecnia de la Industria Farmacéutica y la OMS, solo fomentan el miedo. Prometieron que con la “vacuna” se evitarían los contagios, pero ha pasado año y medio y los contagios se han multiplicado. No han demostrado su eficacia y los investigadores argumentan que hay que seguirse cuidando, utilizar cubrebocas y mantener la sana distancia y confinamiento aunque, agregan, la vacuna evita una infección grave.

Sin duda es pronto para ver resultados, las vacunas han tardado años en pruebas experimentales. Las que se están aplicando están en etapa experimental.

En busca de culpables de lo que no ha resultado, responsabilizan a los que no se quieren aplicar la vacuna, aunque no todos lo hacen por rebeldía. Las causas son varias y merecen respeto. Unos padecen enfermedades autoinmunes, otros sufren de cáncer y su médico les recomienda que no se la apliquen. Algunos grupos aseguran no necesitarla por su enfoque naturista, ecologista. Son personas que cuidan su alimentación y no ingieren fármacos.

La formación biomédica resulta útil en la pandemia, pero no es suficiente, la industria farmacéutica mantiene atrapados los sistemas de salud, los estudiantes de medicina aprenden a menospreciar el sistema inmunológico, a criticar la medicina ancestral, las hierbas y todas las medicinas alternativas. Es fácil entender las razones: estos modelos de curación tan eficaces que han pasado de generación en generación no son negocio. A los médicos privados y a quienes laboran en los sistemas de salud les falta empatía, calor humano, capacidad de escucha, entender los efectos del estrés en este mundo competitivo, de la incertidumbre en la cual vivimos y de las constantes crisis económicas.

El sistema biomédico y la psiquiatría están enfocados en buscar patologías, se ha perdido el “ojo clínico”, la intuición que se va incrementando con la experiencia y la importancia del lenguaje no verbal del paciente. Un dolor muscular no solo requiere de fármacos, falta encuadrar ese dolor en un contexto más amplio, tomar en cuenta, por ejemplo, la sobrecarga de preocupaciones que se ha incrementado por la pandemia.

Las redes sociales han resultado el virus más contagioso. Todos se sienten expertos. La infodemia puede causar la experimentación de los síntomas. Me han comentado: “todos en casa tenemos Covid”. Al preguntar los síntomas, la respuesta contundente más frecuente es: “todos los del Covid”. No entienden que no hay enfermedades sino enfermos, que cada uno experimenta los síntomas de manera diferente. El apego obstinado a “más de lo mismo” como estrategia de la pandemia no ha funcionado, solo se ha incrementado el número de contagios.

Necesitamos un cambio de paradigma, son necesarias varias estrategias tan simples como el sentido común, confiar en el sistema inmunológico y darle lugar a los profesionales que atienden con terapias alternativas, nutriólogos, entrenadores físicos y psicólogos que recomienden como fortalecer las defensas y compartir optimismo.

Entre las causas que no nos dejan avanzar como sociedades está el enfoque de los economistas quienes carecen de sentido ecológico y se basan en modelos materialistas. Al igual que los organismos, los ecosistemas son autorreguladores, las plantas, animales, microrganismos, están enlazados mediante un complejo sistema de dependencia que supone el intercambio de materia y energía en ciclos continuos. Los modelos lineales de causa y efecto no resultan útiles para describir la interdependencia de los sistemas sociales y económicos. La sabiduría integral se basa en un profundo respeto por la naturaleza, los ecosistemas deben ser considerados superiores a las tecnologías basadas en inventos recientes y en proyectos a corto plazo. El ambiente natural consta de ecosistemas habitados por un sinfín de microrganismos que han evolucionado durante millones de años utilizando las moléculas de agua, tierra y aire. La sanitización exagerada y el confinamiento resultan contraproducentes.

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