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Andreina Montes

Navidades importadas

Ya son más de 2 millones los venezolanos que contribuyen a subsanar la disfunción mercantil que aqueja a Venezuela, asegura el sociólogo Tomás Páez en El Nacional. En su estudio, cuyos resultados se recopilan en el libro « La Voz de la Diáspora Venezolana », se demuestra que el éxodo de venezolanos se articula de manera ejemplar desde más de 90 países para participar activamente en el abastecimiento del país.

En una entrevista con el autor del libro nos explica que gracias a una investigación realizada a 900 venezolanos en más de 40 países se pudo dar respuesta a cuestiones que hasta ahora habían sido silenciadas por el gobierno: las causas del exilio, su adaptación en la economía y dinámica social del país de acogida, su disposición a retornar y a participar en la reconstrucción del país.

Con éste libro se obtiene no sólo un primer sondeo sobre la ubicación y estatus del 7% de la población venezolana exiliada, sino un entendimiento sobre la organización de connacionales a la hora de enviar alimentos, medicamentos y tecnologías, de asistir en la inserción de los “recién llegados”, de cobrar becas y pensiones, o de auxiliar a los desesperados casos de deportación.

Muchos son los ejemplos en los que los venezolanos necesitan asistencia, tanto fuera como dentro del país, pero uno de ellos destaca: el suministro de medicamentos.

“El envío de medicinas es masivo, pero no las que envía Lilian Tintori con toda su repercusión política, sino las que envían personas, farmacias y empresas que aportan, de manera silenciosa, su granito de arena para evitar, justamente, el ruido político”. 

“La labor que hacen éstas organizaciones es colosal”, explica el Prof. Páez. “Se trata de unir con innumerables hojas Excel las dos puntas de un cadena de donantes y necesitados”.

Aquí es preciso recalcar que el envío de medicamentos es un reto aún mayor que el de cualquier otro insumo ya que éstos precisan un tratamiento especial de almacenamiento y preservación: “Por ejemplo, la insulina necesita un diseño de congelación que debe ser meticulosamente planeado para que no sufra grandes cambios de temperatura que alteren sus propiedades” agrega el investigador.

Garantizado tiene que estar además el cronometraje de la llegada de los fármacos y comestibles para que no coincida con rigurosos controles aduaneros. Es por ello que la discreción es una pieza fundamental en este engranaje de solidaridad.

 

Los ángeles hormiguita

Éste sistema funciona y se perfecciona gracias a algo que llaman “la vía de los ángeles”; pero no la de Los Ángeles, California, sino la de miles de personas anónimas que ofrecen un espacio en su maleta para servir de intermediario entre los proveedores y los desamparados.

“La preocupación por el otro” es el motor que impulsa a nuestra joven e inédita diáspora a unir esfuerzos para atender las urgencias que el gobierno se empeña en desconocer. “Cuando hay objetivos claros, la organización de venezolanos es ejemplar”, alude el Prof. Páez. Si bien es cierto que la nuestra es una migración descontrolada, que además ha ocurrido en un lapso muy breve –“El 90% se ha producido en los últimos 17 años” según el sociólogo–, también es verdad que se ha visto obligada a refinar sus estrategias de articulación.

 

Las incontables remesas

Basta con ojear los foros de venezolanos en México, Perú, España, Panamá, Chile, Miami para constatar la demanda de apoyo, pero sobre todo, de información que precisan los venezolanos en el exterior. Las preguntas siempre son las mismas, lo que cambia es el remitente: “alguien que me diga dónde consigo la visa, trabajo, alojamiento, educación, etc.”; pero ésta predomina: “¿Por dónde puedo enviar medicamentos y comida de forma confiable a Venezuela?”. Evidentemente, estos 2 millones de venezolanos exiliados dejaron a familiares y allegados padeciendo los mismos síntomas que ellos antes de marcharse. Con la única opción de poder colaborar discretamente desde la distancia.

Los sistemas de distribución puerta a puerta se han multiplicado en los últimos años en países como España y Estados Unidos, donde los venezolanos abundan. También las redes informales de cambio entre familiares y amigos son hoy el pilar de la economía cambiaria, más allá de cifras y mercados oficiales. El flujo extraoficial de dinero y mercancía dentro y fuera de Venezuela se ha acelerado de tal manera que su monitoreo resulta imposible. Lo único que se puede predecir son tendencias.

« Las remesas no se pueden contabilizar por la locura del sistema cambiario venezolano » asegura el Prof. Páez. « Hay gente que está enviando dinero en vez de insumos. Hay quienes prefieren enviar dólares y después cambiarlos para que les rinde más el dinero. Hay muchos que traen mercancías desde Aruba, Colombia o Brasil y las revenden. Es decir, el mecanismo de las remesas es de gran peso a la hora de financiar en pequeños lotes a familias enteras, pero es un sistema completamente innumerable ».

Además de ello existen las llamadas « triangulaciones », es decir, mecanismos alternados de consignación. Esto ocurre cuando una persona envía los dólares a Miami y de Miami esos dólares se traducen en insumos. Estas triangulaciones dependen, en gran medida, de los precios y la accesibilidad a los mercados locales. España, por ejemplo, destaca en éstas triangulaciones por el surtimiento de medicinas dadas las facilidades de compra sin recetas médicas.   

Se podría decir entonces que las organizaciones de las que se ha dotado la diáspora venezolana son incluso más sólidas y responden con mayor rapidez a las necesidades inmediatas de millones de venezolanos que aquéllas que en su momento se irguieron para facilitar el acceso a alimentos y medicinas pero que hoy entorpecen el abastecimiento al tiempo que se tambalean en las manos del poder. 

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