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Guadalupe Loaeza

Napoleon y su último amor

¿Será posible que el más público de los franceses, el que ha inspirado sin duda más biografías, es decir, Napoleón Bonaparte (1769-1821), tuviera un amor secreto? ¿Cómo es posible, si su vida, día por día, ha sido contada en libros, en novelas y en películas? ¿Cómo es posible que su existencia haya podido guardar espacio para un amor secreto? Pues de ese amor me enteré hace años, cuando apareció la magnífica novela Viento amargo (Alfaguara, 2006) de Beatriz Rivas. Hay que decir que esta novelista tiene un gran amor (para nada secreto) por Napoleón, y que a los 14 años fue a visitar su tumba, en Los Inválidos. De ahí que este libro sea un derivado natural de su gran pasión. En él me enteré que Napoleón, derrotado y exiliado en la isla de Santa Elena, conoció a una jovencita llamada Betsy Balcombe (1802-1821), que se hizo su amiga, que le alegró los últimos seis años de tristeza, es decir, los que pasó en esa pequeña isla que está mar adentro, frente a las costas de Angola.

Como todos sabemos, Napoleón llegó a Santa Elena luego de ser derrotado en la Batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815. Apenas un mes más tarde ya se encontraba encarcelado y desterrado, así que luego de vencer un poco la gran frustración, se dedicó a dictar sus memorias. Pero, nos preguntamos: ¿qué hacía Betsy, esa jovencita de 13 años en esa isla tan remota? Su padre, William Balcombe, era director de ventas públicas de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. Así que Betsy se crió en Inglaterra, pero en 1814 llegó junto con sus padres y sus tres hermanos a Santa Elena, y se instalaron en una residencia muy elegante, en medio de los cerros y la vegetación de la isla. Cuando Napoleón llegó a la isla, su residencia aún no estaba terminada, así que se instaló en el Pavillon des Briars (el Pabellón de las Zarzas), una pequeña casa en el jardín de los Balcombe. Ahí se vieron por primera vez Betsy y «El Emperador de los Franceses». Me imagino que al principio Napoleón no se fijó en esa jovencita, pero naturalmente, la presencia de él fue algo inolvidable para ella en toda la vida. Dicen que ella le tenía mucho miedo, pero poco a poco se hicieron entrañables amigos. Ella lo iba a visitar a su pabellón, y cuando se cambió a Longwood House, su residencia definitiva, Betsy lo iba a visitar con mucha frecuencia.

La cercanía de estos dos personajes se debió a que Betsy era la única de la familia que sabía hablar francés, así que servía de intérprete entre sus padres y el Emperador. Poco a poco, Napoleón se fue interesando en Betsy; por su parte, esta jovencita le tomó un gran cariño. Cada vez que Betsy le decía Boney (que era la forma despectiva con que los ingleses lo llamaban), los funcionarios que lo acompañaban en su destierro se ponían furiosos, mientras que el Emperador se ponía feliz. Nadie nunca lo había llamado de esa manera tan cariñosa, tan cercana, pero sobre todo tan íntima.

Como Beatriz Rivas es la gran autora mexicana de erotismo, ella sí se imagina las escenas íntimas de Betsy y Napoleón. Naturalmente, una jovencita como ella no era indiferente a Boney. Leamos un poco más de esta novela: «Cada vez que la adolescente tiene algo privado que decirle al Emperador, se acerca mirando hacia atrás de reojo, como para cerciorarse de que nadie los espía, y, una vez a su lado, se agacha… Su fina nariz roza la oreja de Napoleón y le hace unas sutiles cosquillas que lo obligan a cerrar los ojos y a retirarse un poco».

Era tanta la cercanía entre Napoleón y Betsy, que el gobernador inglés de la isla comenzó a sospechar de tanta intimidad. Se cuenta que temió que se organizara una fuga y que el Emperador recibiera mensajes secretos a través de Betsy. Así que en 1818, se despidieron, porque Betsy se tuvo que ir de la isla. Sé que esta joven se casó poco después pero que su matrimonio fracasó. ¿Será que siempre siguió recordando a Boney? Con el tiempo se supo de este amor secreto, al grado que Napoleón III fue a visitar a Betsy años más tarde y le regaló 500 hectáreas en Argelia.

¡Les recuerdo que si quieren conocer más de este amor secreto, no pueden dejar de leer Viento amargo!

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