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¡Muchacho, suelta ese cigarro!

La enumeración podría ser “ad infinitum”. Marlboro. Belmont. Astor. Ducados. Lucky Strike. Kool. Camel. Incluso hay ahora cigarrillos electrónicos. Decía Oscar Wilde: “Un cigarrillo es el tipo perfecto de placer perfecto. Es exquisito y te deja siempre insatisfecho. ¿Qué más se puede pedir?”. Quien suscribe estas líneas, es un fumador empedernido, desde los 13 años de edad. Este año llego a los 40 años de edad. Pero entre los 23 años y los 26 años, le hice una promesa a José Gregorio Hernández, y dejé el cigarrillo; pero tomé el habano, e hice de la pipa una muleta.

Ahora mismo, estoy apagando un cigarrillo, marca Belmont. Lunes, miércoles y viernes, me toca raspar con piedra pomes, el dedo medio de mi mano derecha, que se tiñe disciplinadamente de una lastimera mancha amarilla, similar a la que debe recubrir a mis pulmones. ¡Ave María Purísima! Soy católico practicante, y sabe Cristo, que somos sagrarios vivos. No es de cristianos agredir de esa manera el organismo.

Pero el Padre Pedro Pablo Barnola, autor de la más completa antología poética venezolana, también fumaba “innumerables cigarrillos”, lo mismo que lord Henry Wotton, en el capítulo 1, de El Retrato de Dorian Gray. Decía el poeta español, Antonio Machado: “la carencia de vicios, añade muy poco a la virtud”. Conozco verdaderas escorias humanas, que desprecian el cigarrillo. Y ha habido santos, que también se fumaron su cigarrito.

No hablemos de la marihuana, sustancia psicotrópica a la cual Bob Marley se apegó, con amor de madre. No violentemos la hoja en blanco. Tampoco hablemos del crack, delicia de los indigentes; no es cosa de que nos demanden. Pero, hombre, pongamos pausa -por un instante- en la pipa de manzana: es un tabaco que no se inhala, o sea, menos cancerígeno, y que desprende un olor a Diosa del Olimpo.

Human Nature

¿Qué fumar es malo? Bueno, convengamos en que no es tomar la hostia. Pero el hedonismo está en el planeta, desde que Adán y Eva devoraron por gula una manzana. “Is human nature”, espetaría la gran Madonna. Ese titán del método histórico, que es Braudel, deja constancia por escrito en su prècis, “Bebidas y excitantes”: un paseo por los estimulantes, del agua al vino, pasando por el rapé, y llegando al café Arábica.

Hay quien enrola marihuana, hay quien enrola tabaco rubio. Puede hacerse de manera manual, pero hay unas maquinitas muy cute, de metal, rubricadas con arabescos algunas, que hacen el trabajo más fácil. Dicen que la experiencia es más pura, más wild, más primigenia. Nunca tuve una. No voy pendiente. Fumo Astor Azul, de Tabacalera Nacional, “un tremendo cigarro”, me dice uno de sus consultores, íntimo mío.

Hace un par de años, el Gobierno venezolano emitió un decreto, que prohíbe fumar en lugares públicos. Hice un reportaje para la revista GERENTE. El hombre más poderoso que nunca tuvo Venezuela, Don Pedro Tinoco, dejó el escritorio Tinoco, Travieso, Planchart & Núñez. Hablé con una de sus abogadas. “El decreto está ajustado a derecho. Es la tendencia mundial”, fue lo que me dijo. Fumar no mola.

Chico, pero fumar es rico. Al que le gusta fumar, le vale madre la tendencia mundial, el cardio. Esa es la pura verdad. Las negras de Barlovento, una salvaje zona cacaotera de la provincia venezolana, enquistada en la santería, y el baile de tambor, fuman con la llama para adentro. Yo he tratado un par de veces, con poco éxito. Recibir una paliza, es más halagador. Fumar con la llama para adentro es una experiencia extrema.

Lo mejor es estar sano

Lo cierto es que, si la Virgen Milagrosa no escucha mis plegarias, y sigo por el camino del mal, en 2018 cumpliré 30 años fumando. ¡Hay que verle la cara! La Madre Teresa interceda. Una vez le preguntaron a McCartney sobre las drogas: “lo mejor es estar sano, pero siendo el mundo tan complicado, si vas a usar drogas, que sea una a la vez”, eso dijo. Yo diría, en franca paráfrasis: “lo ideal es no fumar, pero si vas a tomar cigarrillos, trata de no despachar dos cajas al día”. Amén.

A esta hora, mi mamá tiene casi 80 años. En su momento se fumó su cigarrito. Pero supo dejarlo a tiempo. Su grito de guerra, cada vez que oye mi bronquitis reventar en la madrugada, es: ¡Muchacho, suelta ese cigarro! John Lennon, hubiera dicho: “cry, baby, cry… make your mother sight… she’s old enought to know… so cry, baby, cry”. Esto se publica en tiempos de Cuaresma, tiempo de reflexión. Sagrarios vivos somos.

No quiero cerrar sin hablar de una tienda muy popular en Venezuela. Se llama: “La Casa del Fumador”. Se consiguen desde Rolling Papers, hasta picadura para pipa, de vainilla, de chocolate, de manzana, hasta boquillas, navajas, humidores, yesqueros marca Zippo, bencina, y pare usted de contar. También cuentan con especialistas que ponen tu pipa a valer, la remojan en brandy, y te la dejan como nueva.

Ernest Hemingway decía que dejar de fumar, era la cosa más fácil del mundo, porque él lo había hecho mil veces. No es de extrañar que se haya volado la cabeza, con una escopeta. No preguntes por quién doblan las campanas. Doblan por ti.

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