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Motivos para la risa

Motivos para la risa, la chunga o el sarcasmo, diariamente ofrece muchos el gobierno del presidente Andrés López. Este es, quizá, el único rasgo de novedad de la mal llamada 4ª. Transformación.

A veces es por ignorancia, otras por falta de visión, algunas más porque no se tiene conciencia del ridículo y otras porque de plano se confunde la falta de “cultura” con la falta de “agricultura”: el caso es que los desplantes erráticos, las metidas de pata y las ocurrencias del género ñoño han estado a la orden del día durante casi seis meses de gobierno.

No hay que renegar de ello ni hay que maldecirlo. Al contrario: hay que celebrarlo con un ruidoso banquete de dichos, doblesentidos, risas y contento, porque el gobierno hace lo mejor que puede para refrescar el sentido mexicano del humor y el sentido del humor mexicano, que algunos ya daban por perdidos.

Son tantos los temas en que puede advertirse un capricho personal, un guiño al humor involuntario, el rumor sutil de una loquera, una gracejada de mal gusto o un desplante fuera de toda lógica, que hasta podría ponernos en aprietos escoger por cuál de las realidades comenzar, para ilustrar el modo en que el gobierno despliega todos sus recursos por aligerarnos la existencia.    

Si nos remontamos al mes de marzo, abolir por decreto la realidad del neoliberalismo -mientras se disfrutan sus manjares y se gobierna a “billetazos”- no es un caso de distrofia cerebral: es una ocurrencia traída de los cabellos para intentar tomarle el pelo a muchos. Todos sabemos que ninguna realidad se deroga por decreto.

Hace unos días, fiel a su idea de que a las mayorías se les gobierna con anzuelos, fintas y carnadas, el presidente anunció la creación del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado (leyó usted bien), al que pronto le encontró titular en la persona de Ricardo Rodríguez Vargas. No se sabe si el ejecutivo piensa desaparecer las instancias federales que deben cumplir esa función, ni si fue elaborado algún diseño orgánico, normativo y estructural para dar forma a dicho instituto, o si su creación obedece al mero impulso de sacar una ocurrencia de la chistera y ya. De cualquier modo, esto no es óbice para no encargarle a este instituto de la pureza de los bolsillos y las chequeras, los casos de aquellos que forjaron el peor quebranto financiero en la historia de Michoacán.

Aunque puede parecer obvio, no está demás reiterar que “los benditos casos” que alientan una propensión a la risa son muchos más.

Hace cosa de tres o cuatro días, con perversa inocencia, la titular de la secretaria de gobernación afirmó que México no tiene por qué volver la vista a otros sistemas y modelos económicos, ni razones para copiarles nada ni aprender de ellos, porque en el actual gobierno México puede generar su propio modelo económico, independientemente de las enseñanzas y novedades que pudiera haber en otros. Lo aseverado por la titular de un área de gobierno tan importante, implica por lo menos tres cosas: que desconoce la complejidad y las enormes ventajas de la economía-mundo; que la autarquía y el proteccionismo económico que han quebrado a Cuba y a Venezuela es lo que traen en mente los artífices del populismo mexicano de hoy y, por último, que el rumbo que algunos preparan para el país es la catástrofe, independientemente de que todavía muchos se resisten a aceptarlo. De ese facilismo verbal, lo que mueve a risa es lo siguiente: no se puede gobernar un país creyendo que el mundo, la economía, la geopolítica y los otros no existen. Quienes lo han intentado, enfrascados en sus propios delirios, han conocido la bancarrota. La realidad que ven los ojos no deja de existir por el hecho de que la nieguen las palabras.

El último caso que conviene traer a colación, para seguir estimulando la propensión a la risa que tanto bien nos hace, es la peregrina idea que tuvo hace unas horas el alcalde de Centro, cabecera de Villahermosa, Evaristo Hernández Cruz, de poner en venta el edificio del palacio municipal, en la módica cantidad de 500 millones de pesos.

El alcalde formalizó el asunto el pasado 14 de mayo, con la firma de donación de un terreno de 68 hectáreas al ayuntamiento de Centro, para construir ahí, en 10 hectáreas, un nuevo palacio municipal, pues el edificio en venta “ya es obsoleto” y no cabe en él la obesa burocracia, formada por alrededor de seis mil empleados y trabajadores. Pese a la protesta de “las benditas redes sociales”, y a la risa que tal decisión ha provocado, el alcalde sabe que está haciendo historia (y no cualquier historia).

Hay que vivir agradecidos con el gobierno, porque, después de todo, es a él a quien debemos la fantástica invención de la república de la risa.

Pisapapeles

Si el mundo mundial anda dislocado, no hay razón para que el Municipio municipal no ande alocado.

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