Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

Midiendo el éxito Welles-style

En conmemoración de los cien años de su nacimiento, este 6 de mayo de 2015, quiero hablarles un poco sobre lo que considero fue el éxito de Orson Welles. Director y actor protagonista de Citizen Kane (1941), la película que durante cuatro décadas fue votada la mejor de todos los tiempos, Welles tuvo una vida marcadamente particular hasta el preciso momento en que murió. Sin embargo, algunas personas lo consideran un importante fracaso en la industria cinematográfica, debido no solo a que falló, como mínimo, en recuperar la inversión de Kane, sino que además nunca pudo siquiera acercarse de nuevo a una realización así de espléndida (porque, aunque no fue un éxito taquillero, Citizen Kane fue y sigue siendo una gema única). Es por esto que, aun cuando su estado financiero no era el mejor, yo estoy en total desacuerdo con la declaración de que Welles fracasó. Creo que aseverar tal cosa es, simplemente, la manera más fácil de enfrentarse a la perplejidad que nos ocasiona este hombre.

Claramente, en la industria del cine, tiene más oportunidades un director que es terco con sus actores, que uno que lo es con sus productores. Por ejemplo, Stanley Kubrick es bien conocido por haberle hecho pasar momentos difíciles a su equipo, pero esto no le limitó en lo absoluto a la hora de destacarse como un director respetable de la industria. En cambio, Orson Welles sí se vio inmensamente frenado por lo que él mismo llegó a llamar “mala suerte con los productores y el dinero”, mientras afirmaba que con el reparto y el resto del equipo siempre tuvo una grandiosa suerte, sin ninguna clase de decepción. “No estoy llorando por ello, pero es verdad. Sin embargo, he tenido las oportunidades más grandiosas”, dijo en La Entrevista en París (1960).

En ese mismo diálogo, cuando le preguntaron cuál era la única cosa que quería hacer en la vida, el director confesó: “Me gustaría hacer algo que dejase, por lo menos, la forma artística respectiva o la profesión, mejor, por yo haberlo hecho”. Charles Foster Kane falleció murmurando “Rosebud”, anhelando su infancia perdida. Si Welles susurró algo, definitivamente no fue “Kane”. Con esta película, estableció un precedente sin igual en la historia del cine; lo que pasa es que esto lo hizo apenas comenzando su carrera. En el plano artístico, perfiló el estándar demasiado alto; mientras que en el ámbito del negocio, no cumplió con las expectativas; en ambos sentidos, lo que lo sentenció fue lo prematuro de todo. Generalmente, este no es el curso natural de las cosas. Pero hay que reconocer, entonces, que este individuo es más que una persona, es un personaje.

Unas horas antes de dejar este mundo, Welles había sido entrevistado por televisión, y cómo nos encanta decir que habló casi como si hubiese estado consciente de lo que estaba por venir (lo cual es irónico, dado su eterno afán por el sensacionalismo). El tipo de personas que solemos llamar “personalidades”, por lo general, están marcadas por vidas fuera de lo común. Pero los grandes personajes, ellos están condenados a experiencias trágicas e irónicas, o como mínimo nosotros les conferimos dichas connotaciones, para no dejarlos morir, para deleitarnos con el dolor que nos causan y mantenerlos vivos, a través de nuestra nostalgia, en el imaginario colectivo.

En Ed Wood (1994), película dirigida por Tim Burton, Welles (interpretado por Vincent D’Onofrio) aparece dándole un consejo a Wood. Los guionistas aquí supieron resumir sabiamente la intención detrás de la determinación del creador de Citizen Kane: “Las visiones merecen que luches por ellas. ¿Por qué pasar tu vida haciendo realidad los sueños de los demás?”. Welles no alcanzó el éxito en el sentido en que estamos acostumbrados a reconocer los logros, y esto es algo que muchos consideran penoso. Orson Welles es lo que no fue. Pero eso, precisamente, fue lo que quiso ser.

Hey you,
¿nos brindas un café?