Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

Hay más coach que gente

“La población de Margarita, en Venezuela, se divide en tres: un tercio son coach, otro tercio son parejas de los coach y el otro tercio ha ido a una sesión de coaching”. Ésa fue una de las conclusiones de mis alumnos del taller de stand up comedy que recién impartí en La Isla. Un dato interesante: más de la mitad de los inscritos es coach. De hecho, en un ejercicio grupal cuyo objetivo es crear una rutina cómica, todos se decidieron por un tema: “los coach”. Gracias a la rutina en cuestión, aprendí lo básico del coaching (como para anexarlo a Wikipedia, pues).

El coaching es un post doctorado. Una disciplina que la persona aborda luego de haber estudiado pregrado en economía, maestría en economía y doctorado en economía. Cuando llega al punto de hartarse de su vida de economista, lanza todo al caño y se mete a estudiar un cuarto nivel de educación superior: coaching. (Lo de superior es por lo superior de los costos de las formaciones de coaching). En tal sentido, una condición indispensable para ser coach, es tener más de cuarenta años. De hecho, la crisis de los cuarenta arranca por ese cuestionamiento: “¿Ser o no ser coach? He ahí el dilema”.

El coaching se puso de moda porque tiene su nombre en inglés. De hecho, si alguien no se halla haciendo coaching, termina haciendo otro oficio denominado en inglés: youtuber, community manager, stand up comedian, CEO, pastelero de cupcakes, runner, personal trainer o key note speaker. (Yo voy a poner mi oficio de moda y en vez de escritor, practicaré el “writing”).

Como consecuencia de lo anterior, muchas personas han encontrado en el coaching una manera de reimpulsar sus carreras. Ahora una señora de servicio no limpia, hace “coaching sanitario”. La maestra de preescolar, “coaching infantil”. Un peluquero, “coaching capilar”. Yo ahora soy “comedy coach”. Y el presidente, “el coach de su madre”.

De hecho, aprendí algo revelador: el presidente es el mejor coach de todos. Vive dedicado a sacarnos de nuestra zona de confort. Si no es la luz, es el agua, si no es el agua, es el internet, si no es el internet, el punto no pasa y así… Además ha logrado que nos tracemos metas claras a futuro: ganar en dólares, enchufarnos o irnos. El presidente es un excelente coach. Incluso no me extrañaría verlo con una chapa que diga: “¿Quieres ser coach? Pregúntame cómo”.

Para los coach, un atraco es un evento positivo. Te saca de tu zona de confort, te permite practicar el desprendimiento material, te hace ver esa mitad del vaso que está llena en tu vida, agranda tu círculo social (pues interactúas con el malandro), te lleva a practicar la resiliencia para levantarte de nuevo y te convierte en un ser agradecido con la vida si afortunadamente vives para echar el cuento.

El coaching se ha convertido en una herramienta indispensable. De hecho la gente de OpenEnglish.com está pensando abrir OpenCoaching.com.

El colmo de un coach es que le salga un hijo emo: ahogado en un vaso de agua, pesimista, materialista, viviendo en casa de sus papás hasta los 50 años y consumidor de antidepresivos.

Todos los coach te muestran las claves para alcanzar la prosperidad (pero aún nadie ha visto al primer coach millonario).

Los coach cursan tantas certificaciones, que luego los hijos terminan intercambiando los diplomas de sus papás como barajitas de Pokemon.

Hay tantos coach en Venezuela, que pronto usted estará viajando en una camionetica y de repente se subirá un grupo de personas diciendo: “¡Una Venezuela activa que me dé los buenos días!… Somos un grupo de coach que venimos a compartirles un poco de optimismo”.

Hay tantos coach en Nueva Esparta, que ahora el archipiélago está conformado por Margarita, Coaching y Cubagua.

Usted jamás verá a un coach molesto por la calle. De hecho, este artículo se acaba de convertir en la certificación más difícil de lograr para un coach. Si el coach tiene tolerancia y buen humor, la conseguirá. Si se molesta, presenciaremos el extraño caso de ver a un coach molesto por primera vez. (Y si se molesta conmigo, discúlpeme… de hecho no me gusta molestar a la gente… menos a mis amigos coach… ay, ahora se me generó un sentimiento de culpa brutal… ¿cómo hago ahora?… ¿será que me dan una sesión de coaching?).

Hey you,
¿nos brindas un café?