Se puede debatir durante horas sobre un concepto de realidad con posibilidades de no llegar a un acuerdo, pero un punto que siempre será referencia en el tema es cómo la percepción moldea nuestro concepto de ella, porque no sólo se trata de discernir y elaborar la información que recibimos a través de nuestros sentidos.
El núcleo del dilema no está sólo en decir qué es real y qué no, sino en que todo lo que nos rodea nos genera una opinión. Pareciese que opinar es algo tan sencillo que sólo requiere tener una boca y poder articular oraciones, pero aprender a sustentar la opinión es otra cosa. Lo más curioso es que muchas veces pensamos que nuestras ideas son propias cuando la verdad es que han sido moldeadas por fenómenos de los que la mayoría de nosotros apenas somos conscientes.
En estos últimos días encontré dos piezas magníficas que me hicieron pensar en ello. La primera de ellas fue este vídeo que explica cómo funciona la ventana de Overton, un fenómeno estudiado por las ciencias políticas que determina cómo la matriz de opinión va estableciendo lo que es normal y esperable para la población. Funciona planteando primero lo más impensable para la mayoría, para cuando luego se plantee algo radical, que es una categoría menor dentro de la escala, el público lo encuentre tolerable por comparación a lo anterior. Suena raro, ¿Verdad?
Un ejemplo muy gráfico sería este. Si un líder comienza a hablar de genocidio, todos pensarán que es una locura. Cuando luego comience a proponer políticas de segregación, no parecerá tan horrible en comparación a lo primero. El problema de esto es que el concepto de normalidad se va deformando a medida de que se van presentando ideas más extremas.
Lo segundo que encontré fue el nuevo show de David Letterman titulado “My next guest needs no introduction” en Netflix. Su primera entrevista fue a Barack Obama, una conversación de una hora sin desperdicios. En un punto, Obama menciona sobre cómo los algoritmos de las páginas web que usamos van sesgando la información que recibimos. En pocas palabras, nuestras búsquedas, likes y dislikes van educando a Facebook, Google, Instagram, etc., para mostrarnos más cosas afines, haciendo que nos vayamos encerrando en una burbuja que nos hace pensar que un montón de personas piensan como nosotros, cuando la realidad es que creemos eso porque sólo estamos viendo lo que se nos parece.
Con un concepto de normalidad que se transforma constantemente y una recepción sesgada de lo que recibimos virtualmente, ¿Cómo podemos tener un concepto de realidad claro?
Pienso que el asunto central de esto está en la capacidad de desarrollar un sentido crítico, una voz propia que sea la que nos permita discernir qué es lo que realmente consideramos normal y de ser capaces de ver nuestro alrededor de la manera más amplia posible. Si bien es cierto que no somos inmunes a fenómenos como la ventana de Overton y la burbuja digital que se construye automáticamente alrededor de nosotros, también es cierto que podemos hacer el esfuerzo de mirar más allá de la ventana y salirnos de nuestra burbuja para construir una realidad a través de nuestros propios ojos y bajo nuestros estándares. Lo esencial para esto es jamás asumir nada y siempre cuestionar nuestro entorno y a nosotros mismos.
En una época donde opinar es tan sencillo como escribir un comentario o un tweet, al menos debemos de tener la responsabilidad de desarrollar una voz y un pensamiento crítico, que sí, escucha y observa al medio, pero que es capaz de elaborar sus propias conclusiones.
Construir una opinión sólida no es fácil, y por sólida no me refiero a que sea una que convenza a todos, sino a que pueda ser sostenida por la lógica y los hechos. Opiniones hay muchas, pero el acontecer es uno solo.