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Photo by: Pedro Cote Baraibar

Mariza Bafile: co-creadora y guionista del podcast Neoyorquinos

Yo soy mi casa, yo soy mi patria, así que donde voy echo raíces

Mariza Antonietta Giuditta sin coma entre los tres nombres, así cuenta Mariza que le dieron sus nombres y nos relata cómo, cada uno de ellos está en sus documentos de identidad… Marisa, Maritza, Mariza, Marisè – diferente pronunciación según la geografía, diferente la ortografía. Así, desde el inicio, la historia de Mariza está marcada por la migración.

“La Italia de mi infancia fue pasar del silencio al ruido, de la tranquilidad de lo conocido al miedo de lo desconocido”

De el Avila en Caracas, para L‘Aquila, capital de Abruzzo en Italia. 

A pesar de haber nacido en Caracas, su acento no es precisamente venezolano, pero es que con tan solo cinco años la llevaron a Italia y ahí permaneció hasta los 15.

Al terminar la dictadura de Pérez Jiménez, su padre, el renombrado periodista Gaetano Bafile, es perseguido por estar investigando sobre un caso muy importante de la desaparición de 7 sicilianos. Recibieron amenazas y luego de un atentado, la familia Bafile-Tazzi toma la decisión de enviar a los pequeños a Italia junto a su madre para protegerlos.

«A pesar de lo amoroso de la familia, para mi era un idioma distinto, un país diferente, si no gritabas no te escuchaban, mi mamá, la mamá gallina, dejó de ser mamá para ser hija”. Mariza dice entre risas, pero muy en serio, que esa ausencia de su madre le costó años de terapia. 

A pesar de un cambio tan radical en su vida, tuvo una infancia normal y gracias a su tía Anna quien era maestra, entra a segundo grado antes de los seis años.

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Photo by: Pedro Cote Baraibar

“Yo sentí que era un marciano y que me habían dejado en un planeta que no era el mío”

Un poco antes de los 15 años llega la adolescencia, entre fiestas, inventos y novios, y a pesar de los 11 tíos que la controlaban, deciden que es el momento de regresarla a su país natal con sus padres. 

Mariza, tenía su novio y muchas amigas en L’Aquila y aun así, la montan en un avión de regreso a Venezuela; “Lloré durante todo el viaje, lloré, lloré y lloré… pero al llegar a Caracas, en solo tres días ya tenia nuevas amigas y hasta novio. Fue como pasar de un convento a Las Vegas, empecé a ser feliz”.

“Yo tuve una vida al revés, en el momento que uno se supone que debe alejarse de la familia yo quería regresar a estar cerca de ella”

Estudia bachillerato en el colegio Italo-venezolano, por lo que regresa a Italia para hacer la universidad; al terminar sus estudios en ciencias políticas en la Universidad La Sapienza de Roma Mariza, ansiando estar con su familia, regresa a Venezuela y empieza a trabajar en La Voce d’Italia, con su padre. Bafile, premio nacional de periodismo, era una fuerza arrolladora; “mi papá era El Periodista”, no era nada fácil, nosotros siempre estábamos un paso atrás, por eso quizás yo agarré mi propio rumbo y fue mi hermano quien estuvo más cerca de él en el periódico”.

Gracias a una convocatoria que abre el CONAC (Consejo Nacional de la Cultura), Mariza decide estudiar cine. 

Trabaja como script supervisor con Alfredo Anzola y Olegario Barrera, entre otros, después como editora; tal era su pasión que trabajaba sin horarios. 

“Un día, me quedé encerrada en mi lugar de trabajo en la madrugada editando en la moviola sin sentir el pasar del tiempo”.

Siempre queriendo descubrir nuevos rumbos se inscribe en un curso de dramaturgia en la Universidad Central de Venezuela con Rodolfo Santana, donde ratifica sus habilidades para escribir. 

Rodolfo fue una persona clave en todo su desarrollo como escritora, «Mariza escribe! Me gritó Rodolfo, después de entregarle una de las tareas del taller”. 

Empieza a escribir guiones, pero solo uno de ellos se transforma en película, Terra Nova, de Calogero Salvo.

“Escribir guiones me encantaba, pero yo no sabía despegarme de la historia escrita por mi… y al final, eso es del director… además no me pagaban porque los directores no conseguían fondos para realizar la película”. 

Aceptar que estaba escribiendo historias para otros hizo que siguiera buscando nuevos caminos dentro de la escritura, Mariza, decide entonces escribir su primer libro, Notturno (2009), novela que estuvo engavetada mucho tiempo hasta que una buena amiga la ayudó a publicarla. “Notturno la escribí para mi”.

Es Mauricio Chierici, uno de los periodistas más importantes de Italia para América Latina, quien le dice que tiene pluma de escritora, “entonces empezó mi carrera de narradora que caminaba paralelamente a la de periodista”. 

Publicaba en italiano para el periódico L’Unità, para la Revista de Il Corriere della Sera y para el periódico de su padre en Venezuela. 

“Mi padre quiso siempre que nosotros siguiéramos sus pasos, a tal punto que él, cuando no quería firmar sus artículos, firmaba con nuestras iniciales MM (Mauro y Mariza), él quería a sus dos hijos periodistas”. 

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A mi papá lo mató la tecnología, murió entre periódicos y… yo nací entre periódicos. 

Con el periodismo en las venas, y una pasión por lo justo, Mariza escribía, contaba, denunciaba lo que estaba pasando en su país durante el gobierno de Hugo Chavez. Finalmente alguien le dice: ¡Qué fácil denunciar desde la ventana, ¡involúcrate!. Acepta el reto. Conectada con el partido Democrático en Italia y contra todo pronóstico estadístico, Mariza se lanza en campaña en representación de los italianos viviendo en la circunscripción electoral de América Meridional. A pesar de ser Venezuela el país con el menor número de inmigrantes italianos, comparado con Argentina y Brasil, Mariza se gana la confianza de los votantes, porque vive la inmigración con pasión. Grita con orgullo “soy hija de inmigrantes, no llegué en paracaídas”.

Absorta en la mágica lectura de Harry Potter, una tarde del 2006, Mariza se entera que ha sido electa en el parlamento italiano y luego será nombrada Secretaria de Presidencia. Durante los años que estuvo a cargo, Mariza logra reanudar los lazos que la unen a Italia y Latinoamérica las dos partes de su mapa. “Cuando estoy en América Latina me siento europea pero cuando estoy en Europa soy demasiado latina”. Trabajó muchísimo durante 2 años y medio. Le pidieron que volviera a presentarse, pero pasaron cosas y no hubo reelección.

Decide no regresar a Venezuela porque así se lo aconsejan, su oposición al chavismo había sido muy fuerte. 

Años después, recopilaría toda esa experiencia en su libro “Memorias de la inconformidad” (2017).

Nueva York, es mi presente

La primera vez que Mariza vino a Nueva York lo hizo por una semana acompañada de su hija Flavia. “Me gasté todo lo que tenía en recitales de Broadway”. La energía de la ciudad la acompañaría de ahí en adelante.  

Cuando regresa para quedarse, para iniciar una nueva etapa de inmigrante en Nueva York, Mariza siente que ha llegado a casa. Sin dominar muy bien el inglés y sin conocer a casi nadie, hay un imán que la arrastra a quedarse. “Aquí hay mucha gente como yo, sin raíces claras” gente de todos los sitios y de ninguno. 

“Yo soy mi casa, yo soy mi patria, así que donde voy echo raíces, no hay nada que yo valore más que la amistad”. Y así en seis meses Mariza echa raíces – funda la revista ViceVersa Magazine junto a Flavia, conoce a fondo su vecindario, al panadero y a la señora que hace pasta casera. “La gente en Nueva York es generosa con su tiempo, sus contactos y sus vidas”.  

Nueva York le permite trabajar de la mano con su hija, como socia. Sin embargo, sin querer, Mariza repite los pasos de su padre, habla de sus logros individuales. Por fortuna, Flavia no repite los pasos de su madre y en vez de alejarse, juntas aprenden a respetar sus espacios creativos. Flavia fluye en el mundo de las imágenes mientras Mariza se sumerge en el de las palabras.

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Photo by: Pedro Cote Baraibar

“Yo decidí que soy del océano, no pertenezco a la tierra, no tengo tierra firme, yo tengo agua que es la que conecta”, y como lo que conecta en Nueva York son los trenes, es el Metro su lugar favorito.

La acompañamos al tren L. La línea que conecta a Manhattan y Brooklyn. Mariza se mueve con una libertad adolescente entre los trenes subterráneos y las calles de la ciudad. No tiene que esperar que un taxi la recoja en la noche como le sucedía en Roma, el metro funciona todo el tiempo. 

Suena el chillido ensordecedor del tren que se anuncia, seguido por una ráfaga de viento que despeina los crespos de Mariza. Ríos de gente corren a su lado sin hacerle perder la sonrisa. Esos túneles ruidosos y acelerados le revelan otro mundo. “Cada vagón es como una casa de una familia numerosa donde no hay paredes”. El que tiene sueño, duerme, el que tiene hambre, come, el que no alcanzó a terminar la tarea, estudia. Y Mariza estudia a la gente, observa, toma nota y escribe. De ahí, junto a Flavia le darán vida a unas peculiares crónicas que se convertirán en el podcast NEOYORQUINOS.

Neoyorquinos, de la entrevista escrita al podcast

“La idea realmente fue de Flavia”. La revista ViceVersa Magazine, que habían fundado 5 años atrás estaba ubicada en Nueva York – “pero nunca le habíamos dado ese protagonismo a la ciudad”. Escogieron artistas latinoamericanos, con un gran sentido de justicia social y con una inmensa curiosidad y tesón por descollar en su disciplina. Los artistas eligieron sus lugares favoritos mientras contaban sus aciertos y frustraciones en esta ciudad. Mariza pudo finalmente plasmar todo el amor que siente por Nueva York a través de los ojos de estos artistas.

El reto del podcast era convertir esas crónicas en una experiencia auditiva, manteniendo la misma emoción e intensidad. “Me reconecté con la guionista que hay en mí”. Mariza cuando escribe los guiones para el podcast, piensa en la temperatura de ese día, escucha los ruidos que los acompañaron; los árboles, el mar, el viento. 

“Me pasa con el español, que como no es mi primer idioma, es una experiencia sensual, necesito paladear las palabras, encontrar las que suenen como esa música que tengo en la cabeza”. Y así, con esa música, haciéndole un guiño a la poesía, Mariza logra transportar al oyente a una playita en Brooklyn, a los Cloisters en el alto Manhattan o a un cafecito minúsculo frecuentado por actores.  

El idioma en los inmigrantes se transforma, se altera, se pierde y se gana… se adapta. Mariza quiere rendir tributo a esa comunidad hispana que vive en Nueva York, recordarle a esas primeras, segundas y terceras generaciones el gran patrimonio con el que cuentan.  

En Neoyorquinos se entreteje la pasión de Mariza por los temas de migración con su amor por la ciudad. “Yo escribo después de dialogar con Nueva York”.


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