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Mario Capasso
Photo Credits: fdecomite

Mario Capasso: el narrador de la sorpresa constante

Mario Capasso es un narrador y dramaturgo de larga data, cuya última colección de historias breves fue publicada hace muy poco por la editorial argentina Moglia Ediciones, para su Colección Ojo Lector, dirigida por la Lic. Viviana Rosenzwit. Se trata del volumen “Una palabra trae la otra”, que reúne más de un centenar de historias cortas signadas por la sorpresa permanente y el giro más impensado de las situaciones que inicialmente nos plantea el autor. En la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, ViceVersa Magazine pudo dialogar con Capasso mientras firmaba ejemplares de su más reciente título.

 

Mario Capasso
Cubierta de “Una Palabra trae la Otra”, del narrador argentino Mario Capasso

Su libro “Una Palabra Trae la Otra”, recientemente publicado en Argentina, incluye 112 historias cortas y unitarias, lo que implica una cantidad muy considerable de personajes y situaciones. En ese sentido, recuerda a la novela “La Colmena”, de Camilo José Cela, aunque en la obra del Premio Nobel español hay un nexo general, el inefable café a donde asisten. ¿Cuáles el nexo que usted observa presente en su libro, si es que lo hay?

Pienso que en el caso de “Una palabra trae la otra” se trataría de una colmena de lo más caótica, a la que uno se podría acercar luego de acontecida alguna calamidad, fruto de la Naturaleza o de la mano siempre inquieta del ser humano. 

Estas historias fueron escritas desde el año 2009 hasta unas horas antes de su entrega para la edición del libro. Aproveché algunos intervalos en los que me ganaba el cansancio generado por la escritura de textos más extensos para darle salida literaria a estos relatos breves. Aunque, ahora que lo pienso, no siempre fue el cansancio el motor de estas escrituras, a veces me impulsó la necesidad de tomar distancia de esas novelas en las que anduve embarcado en esos años, novelas que aún permanece inéditas y que aguardan su turno para encontrar a sus lectores, pues de lo contrario quedarán algo tristes, cabizbajas, arrumbadas en el archivo de mi computadora, lo que tal vez no sería algo tan negativo para la historia de la literatura.

Finalmente, ya para responder a su pregunta, diría que el nexo que une las historias de “Una palabra trae la otra”, se puede encontrar en mi afán por lograr que el lector que se acerque a estas páginas lo haga bajo el signo de la sorpresa constante, que no sepa de antemano nada de lo que pueda llegar a toparse con el devenir de la lectura.

 

También como en la obra de Cela, los personajes de “Una Palabra Trae la Otra”, en muchas instancias, parecen suponer que nada tiene remedio y el lector asiste a unas circunstancias donde muy seguidamente las cosas simplemente parecen suceder porque sí. En tal sentido, ¿cómo describe el clima general de sus 112 historias?

Sí, yo también tengo la impresión que los distintos personajes pueden hacer muy poco para modificar el destino que les ha tocado, un destino por supuesto resumido en algunos hechos puntuales, que son los narrados en el libro quizá a modo de ejemplo de una totalidad en la existencia de cada uno.

Parecería que los supuestos protagonistas de estos cuentos breves, tienen muy poco margen de maniobra para llevar a la práctica alguna acción que sea fruto de su voluntad, que son víctimas de una inexorabilidad que los sobrepasa, que los deja sin alternativa, a la deriva.

Con respecto al tono general de estas 112 historias, podría decir que gira en torno a lo que acabo de mencionar, y que lo hace o trata de hacerlo mediante un trabajo muy arduo y peliagudo con el lenguaje, esa herramienta para la comunicación que todos tenemos en común, pero que en el libro que estamos comentando, al menos en la intención de recrear un clima determinado, procura que el mismo se vea cargado de un cierto enrarecimiento, de una atmósfera de extrañamiento que, me parece, sobrevuela la mayoría de los relatos.

En ocasiones surge el humor, y a veces entra en escena cierto dramatismo, por llamarlo de alguna manera. Pero siempre la intención es la misma, producir un efecto de pequeño estupor en el lector, de no dejarlo tranquilo, de sembrarle una mínima inquietud que lo lleve a querer seguir leyendo, a ver qué pasa o deja de pasar en la siguiente historia.

 

Mario Capasso
En la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, la Lic. Viviana Rosenzwit, directora de la Colección Ojo Lector, de Moglia Ediciones, junto al escritor Mario Capasso en el stand de la editorial.

Su obra abarca hasta el presente media docena de títulos publicados, además de 3 novelas, 2 volúmenes de ficciones breves y 3 obras de teatro que permanecen inéditos. ¿Cómo aborda usted géneros tan diferentes, cuáles son sus búsquedas estéticas, qué lo determina a elegir tal o cual disciplina expresiva?

Lo de las tres obras de teatro fue, más que nada, una forma de practicar con el mayor rigor posible el diálogo entre los personajes. Pero ahí están, creo que merecen ser mencionadas en mi itinerario.

En general, prefiero moverme entre el cuento y la novela, y últimamente entre el cuento o el relato breve y la novela.

Ahora bien, agregaría que mis novelas están configuradas en base a incidentes, a pequeños sucesos que se van encadenando y le van dando aire a la narración, que así se convierte en un relato de largo aliento.

Creo que el formato es o debería ser lo de menos, lo que en verdad debería importarnos es la lucha permanente con el lenguaje, el cómo se cuentan las distintas tramas que uno puede llegar a escribir, y sobre todo las que uno puede apreciar como lector ávido de nuevas experiencias, de sensaciones que procuran un crecimiento, un cambio en la manera de ver y juzgar el mundo que nos rodea, del que los libros forman una parte a tener muy en cuenta.

 

Una de sus novelas y uno de sus libros de cuentos fueron traducidos y publicados hace pocos años en Francia. ¿Cómo fue su experiencia en esas circunstancias, siendo un autor latinoamericano?

Desde ya que la traducción de dos de mis libros al francés ha sido y sigue siendo una experiencia por demás gratificante. La posibilidad de acceder a lectores pertenecientes a una cultura diferente a la mía, me ha llenado de sensaciones más que satisfactorias. Ojalá que estos lectores a los que me refiero, puedan decir lo mismo.

La trastienda de estas ediciones en Francia bien podría constituir uno de los relatos del libro “Una palabra trae la otra”, ya que mi intervención como personaje se limitó a seguir el curso de los acontecimientos y a acompañarlos a la distancia, ya que los hilos de la trama fueron guiados por otras personas, a las que quiero agradecer enfáticamente, así que entonces aprovecho la oportunidad que me da esta entrevista.

En primer lugar, mil gracias a Irene Meyer, que se interesó por mis trabajos y recomendó la publicación en Francia.

También agradezco a Christophe Sedierta, responsable de Editions La Dernière Goutte, que realizó una tarea a mi juicio impecable.

Por último, mi reconocimiento a Isabelle Gugnon y a Frédéric Gross-Quelen, traductores de la novela El Edificio y del volumen de cuentos Piedras heridas, respectivamente.

 

En su etapa formativa como escritor, ¿cuáles fueron sus mayores influencias literarias y de qué modo afectaron su escritura?

Mis inicios como escritor datan del año 1997, cuando yo tenía ya cuarenta y seis años, lo que equivale a decir que tengo bastantes más años de lector, años que aproveché para leer con gran interés a los más diversos autores que se me fueron cruzando en el camino, así que estimo que mi escritura es en gran parte fruto de la influencia de un sinnúmero de lecturas previas, una mescolanza a la que pude darle salida en mis textos, que espero resulten del agrado del mayor número de personas posible.

Me limitaré a citar unos pocos autores extranjeros que, según recuerdo, habitaron una parte importante en los comienzos de mi vida como lector: Louis-Ferdinand Céline, Boris Vian, Franz Kafka, Herman Hesse, Edgar Allan Poe, casi todos los clásicos rusos.   

 

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