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María Félix

María Félix. Sí, La Doña. Estoy segura de que debe de tener muchos, muchos secretos. Pero fue tan inteligente esta actriz que muy pocos de ellos le han podido ser arrancados.

Hasta el final, protegió su vida íntima, dictó una biografía en que habla nada más de lo que ella quiso hablar y de la manera en que le dio la gana. Si alguien se atrevía a decir algo para contradecirla, María se enojaba, levantaba la mano y crispaba todas sus uñas para decir tajantemente: «De eso no vamos a hablar». Y eso que había muchísimas personas esperando la menor oportunidad para investigar en su vida.

El primero de los secretos de amor de María apareció contado en un libro que ella odiaba, María Félix. 47 pasos por el cine, de Paco Ignacio Taibo, que apareció en 1985.En este libro, Taibo, que vio todas las películas de La Doña y las comentó minuciosamente, revela muchos de los secretos de esta estrella, pero sobre todo, se dedica a desmentirle muchas de sus supuestas verdades. Una de ellas, por ejemplo, fue cuando María dijo que el novelista Rómulo Gallegos había exclamado cuando la vio: «¡Ésa es mi doña Bárbara!». Nada más lejos de la verdad: a María casi la impusieron en la película contra la voluntad del autor de la novela. Naturalmente, este secreto revelado ofendió a María. Pero otro de los secretos que este libro revelaba fue el que se cuenta a propósito de la primera película de la Félix, El peñón de las ánimas, de 1942. Pero leamos lo que dice este libro: «Filmando esta película, María conocerá a Raúl Prado, integrante del trío Los Calaveras. Después de un noviazgo rápido se casan y poco después se divorcian. Éste es uno de los capítulos de la vida de la estrella más cuidadosamente protegidos. Los amigos de María siguen afirmando que aquello fue una locura».

Hace unos días, mi amigo Pável Granados me compartió un pedacito de una entrevista a María Conesa. En ella, la Gatita Blanca, como le decían, cuenta: «Yo trabajaba en 1940 en un programa de radio con el locutor Pepe Alameda y con el Trío Calaveras, y me encontraba seguido a María Félix porque iba al programa». ¿Será que iba a visitar a Raúl Prado, quien era la primera voz de Los Calaveras? Hay quien dice que María se enamoró de Prado y que se casó con él porque fue la primera persona a quien conoció del medio artístico, ese medio a donde ella deseaba entrar con todas sus fuerzas.

Cuando el escritor Enrique Serna visitó a La Doña para escribirle su libro de memorias, le preguntó sobre su relación con Raúl Prado, y ella le contestó: «Si va a andar con esos infundios, no vamos a poder trabajar en mi libro». Pero lo que ella no sabía era que Serna había entrevistado al único sobreviviente de Los Calaveras, Miguel Bermejo, que había sido testigo de la boda (esta información la encontré en un artículo de Myrna L. Martínez, en El Financiero, 7 de abril de 2014). Ahora veamos lo que escribió el propio Serna, pero en su biografía de Jorge Negrete:

«Mientras María Félix y Jorge se peleaban en la filmación, el calavera Raúl Prado seducía a la debutante con su labia envolvente y halagadora”. La Doña ha negado siempre la versión de que estuvo casada con Prado, pero Bermejo lo afirma sin lugar a dudas: “Incluso conocí al abogado que los divorció en 1944 -dice- a nuestro regreso de una gira por Cuba”. Caballeroso y discreto en materia de amores, Prado murió sin haber desmentido nunca a María, pero Diana Negrete afirma que en 1952, cuando su padre se quería casar con la Félix, habló con Raúl para cerciorarse de que no se tomaría el matrimonio como una ofensa» (Jorge el bueno. La vida de Jorge Negrete II, Clío, 1993, p. 11).

Me pregunto cómo habrá terminado esta relación. ¿Quién le habrá pedido el divorcio a quién? Dicen que Raúl Prado era un joven muy simpático y muy bohemio. Seguramente, eso la había atraído a María, pero hasta cierto punto. Quizá se dio cuenta después de que podía aspirar a más. Cuando ella se casó con Agustín Lara, tenía poco tiempo de terminar con Raúl. Quién sabe si el Flaco de Oro supo que su esposa había estado casada con Prado. Es probable que sí, y que La Doña le hubiera contado mucho de su pasado a Agustín. Además, seguro que coincidían por todas partes con el Los Calaveras.

Lo más extraño es que en 1946, cuando se filmó Enamorada, Los Calaveras le llevaron esa memorable serenata a María en que le cantan La malagueña. ¿Qué habrá pensado Prado mientras le cantaba a su ex esposa «qué bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas»? ¿Seguiría enamorado de ella?, o por el contrario, ¿había terminado alucinándola y se encontraba feliz viéndola en brazos de Agustín Lara? Muchas veces, a María le preguntaban acerca de este romance, y ella lo negaba. Pero también a Raúl Prado le han de haber preguntado miles de veces si era cierto que había sido esposo de La Doña. Me pregunto qué se sentirá ser el amor secreto de una estrella de cine del tamaño de María.

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